Contra la jaula.

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Pov: Twisted.

Me encontraba teniendo sexo con Yain en aquella cabaña donde lo hicimos por primera vez. Claramente era todo muy romántico entre nosotros, parecíamos pareja incluso. Mis labios recorrían su cuerpo junto con mis manos, a la vez que sus gemidos eran fuertes y llenos de placer. Ella se encontraba saltando sobre mi miembro mientras que yo la tenía de las manos. Todo era risas, amor y cuidado mutuo entre nosotros. Sinceramente, me gustaba mucho tener sexo con ella, puesto que era más dulce y calmo, lo cuál me permitía disfrutar más de su cuerpo y sus besos.

Y: Ah...~ C-Cómeme más fuerte, lobito...~

T: Q-Qué rico, gatita...~ Hm...~ M-Más...~

Tras pedirle más, ella sonrió y siguió saltando con fuerza, dejándome llegar más profundo en su interior. Llevábamos ya un rato haciendo el amor, y nuestro único deseo era complacernos el uno al otro. Llegó un momento en el cuál estábamos besándonos y haciendo el amor con tanta pasión que no podíamos parar, y no queríamos nada más que no fuera hacerlo.

Y: ¡A-Ah!...~ ¡Lléname!...~

T: ¡H-Hm!...~

Tal y cómo ella pidió, acabé dentro y la abracé con fuerza. Luego de un rato, aún seguíamos abrazados y a los besos mientras nos veíamos como dos jóvenes enamorados. Como era de esperar, de vez en cuando mis instintos animales me podían y me ponía a lamer su mejilla con dulzura, a lo cuál ella sólo ronroneaba.

Y: Hehe... No sé cómo te puedo tener aquí, Twist. Sé bien lo que sientes por mi hermana, y aún así vienes a hacerme el amor. Sé sincero conmigo... ¿Me ves sólo como un desahogo sexual?

T: No, tonta. Realmente disfruto mucho hacer el amor contigo, ya que a pesar de que no tengas un cuerpo tan dotado cómo ellas, me haces sentir bien. Y eso lo agradezco con mi corazón entero.

Y: ¿Amigos con derecho somos acaso?... ¿O lo eres sólo de Jennifer?

T: Soy el amigo con derecho de ambas. Aunque siéndote sincero, disfruto mucho el sexo con ustedes. A tí puedo hacerte el amor con dulzura y con cariño... Mientras que con la otra es más frenético y rudo, pero apasionado.

Y: ¿Cuántas veces le hiciste el amor esta semana?

T: Unas siete u ocho, pero eran mínimo dos por día. No me extrañaría que alguna de ustedes terminara embarazada.

Y: Tranquilo, nosotras nos cuidamos. Pero tú deberías comenzar a usar protección.

T: Ni loco, sino no podré cumplir sus peticiones de llenarlas.

Noté un gran sonrojo en sus mejillas y entré a reír, sintiendo pequeños golpes en mi pecho de su parte.

Tras llegar la noche, partí en mi auto hacia las jaulas donde pelearía con Miller, quien aún no había llegado al lugar. Tras bajar, vi a Elizabeth venir corriendo hacia mí y darme un fuerte abrazo, mientras las lágrimas invadían su rostro.

La historia de los Anata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora