Lealtad // [danyxarya]

Capitulo 18

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"Nadie" sacudió un pico bajo el cielo nocturno mientras llevaba la cara de un minero sin afeitar, ayudando a limpiar los escombros que se encontraban en la entrada de la mina cuando el inmenso dragón negro se había metido en ella y la había reclamado para sí mismo. Había poco más de una docena de ellos reunidos en total, la mayoría ya dentro del laberinto de cuevas, deseosos de sacar de la muerte dormida que había dentro los pedazos de ónix.

Nadie tenía ningún interés en la recompensa que todos ellos codiciaban, pero ella necesitaba permanecer cerca del dragón dormido. El amor de la Reina de Plata por sus monstruos era bien conocido, y en el momento en que vio a la bestia pasar la Fortaleza Roja, supo que solo necesitaba seguirle, e inevitablemente la Targaryen vendría poco después. Arya retrasaría la reunión entre la madre y el niño, naturalmente, pero sólo temporalmente. Estaba claro que se había vendido por completo a Daenerys, y su tendencia hacia el exceso de confianza, junto con su lealtad a su nuevo señor, aseguraría que la llegada de la Reina fuera sólo cuestión de tiempo.

Había estado esperando en un punto ciego en la cresta de una colina con vista a la mina cuando se encontró con matones disfrazados de obreros que empezaban a llegar desde el sur, hablando de escamas para recolectar y de riquezas en el mercado negro. Era una molestia, pero sabía que tendría que unirse si quería mantener la vigilia. Los observó mientras se agrupaban, escogiendo al más pequeño del grupo y marcándolo mentalmente. Cuando se puso detrás de unos árboles para hacer sus necesidades, un dardo de Wolfsbane le hizo un trabajo rápido y silencioso, ella le arrastró a través de unos matorrales altos antes de coger su cara y su ropa para sí misma. Entonces, era sólo cuestión de ayudar y fingir interés mientras sus falsos camaradas se reían y hacían planes grandiosos sobre cómo gastar las coronas que su olla de oro negra les daría.

Dejó el pico y se arrodilló para coger un gran trozo de roca que finalmente se había soltado, poniéndolo a un lado de la entrada. Casi empezó a silbar una melodía alegre mientras se ponía a trabajar, pero el suelo que se movía bajo sus pies y los gritos le cortaron el paso.

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Arya se deslizó de sí misma, su cuerpo cayendo inerte sobre la hierba fresca en el claro en el que se habían instalado. Podía sentir inmediatamente la presencia del dragón, su existencia zumbando en el aire como la pesada carga eléctrica antes de una tormenta. Se acercó a ella, se unió contra ella y empezó a empujarla.

No fue nada como entrar en Nymeria, esta bestia. La sangre del dragón la quemaba mientras ella se mezclaba con su piel, igual que la forma en que las manos de Daenery la calentaban cada vez que se tocaban, solo que ahora se agrandaba hasta el punto de que era casi insoportable. Ella es la sangre del dragón - pero incluso su línea lleva sólo un rastro de esto. Trató de orientarse, de mover el enorme cuerpo en paralelo con sus esfuerzos, y en vez de eso se giró dentro de él.

Drogon.

Podía sentir la conciencia del dragón, pulsando lentamente como un tambor constante dentro de él. Podía oír a los hombres que estaban fuera, sabía que estaban tirando y rasgando, pero la carne de la bestia no sentía dolor. No había nada que ella pudiera hacer que se le ocurriera para despertarlo.

Drogon, tienes que despertarte.

Ella se estabilizó y trató de que sus miembros volvieran a ser un fantasma, soportando el calor abrasador que corría por sus venas. Podía sentir su forma a su alrededor; inmensa de la forma en que imaginas a un dios tan grande. Sus esfuerzos fueron recompensados con un látigo de su cola, esparciendo los buitres que se habían reunido a su alrededor. Podía oír gritos, uno de ellos había sido destrozado contra la pared de roca y dejado allí para que muriera. Un esfuerzo concentrado y fue capaz de levantar la cola de nuevo, dejándola caer sobre el gritón para terminar el trabajo.