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El mundo se oscureció alrededor de Bran Stark cuando fue llevado más allá de sí mismo, sus ojos vivos con la visión que los viejos dioses le habían confiado. Podía oír a Missandei preguntarle qué le pasaba, pero ella sonaba muy lejos, como si estuviera intentando hablar al cielo desde el fondo del mar.
Podía ver los delicados mechones de luz que rodeaban a Daenerys, tantas hebras tejidas a su alrededor y tejiendo para otros que estaban demasiado lejos como para vislumbrarlas, mientras que aún más se movían y se enhebraban hacia ella tan rápidamente como él respiraba. Esto es lo que es gobernar. Tantas vidas conectadas a la tuya, incluso sin saberlo, dependiendo de la paz que mantengas, de las leyes que defiendas, de las ordenanzas que apruebes. Una palabra hablada puede terminar o salvar muchas de estas hebras, todos los días.
Podía ver cuerdas más gruesas y anudadas que conectaban a la Reina con Arya, y a Arya con ella. Interdependencia. Se están vinculando ahora, una necesitando a la otra, y todas las hebras conectadas a cada una de ellas individualmente ahora están en peligro.
La danza de la luz que representaba la vida y el tiempo se detuvo abruptamente en ese momento, y Bran pudo sentirse lanzado hacia adelante incluso mientras su cuerpo permanecía quieto. La granja, los dragones, Arya y Missandei se habían ido cuando fue arrancado a través del velo invisible de la posibilidad. En vez de eso, se encontró en una habitación desconocida con paredes de piedra roja y la rica ornamentación que solo se encontraba en el sur. Podía ver a Daenerys sentada frente a una chimenea ardiente, una capa de piel de lobo del norte aún sobre sus hombros, acariciando la cabeza de Nymeria mientras descansaba sobre su regazo. Su frente se arrugaba con una preocupación tácita, y de vez en cuando giraba distraídamente un anillo que brillaba en su dedo. Dio un paso para mirar más de cerca, y sintió como volvían a tirar de él.
Podía ver el viento pero no sentirlo en su cara. Estaba parado sobre la espalda de un dragón, el dorado llamado Viserion. A la izquierda de Viserion voló Drogon, el enorme negro con el que Bran nunca había tenido el placer de hablar. Daenerys cabalgaba sobre su espalda, plateada y diminuta sobre su gigantesco cuerpo, y podía ver un frío espacio en blanco en lugar de la calidez que normalmente animaba sus rasgos. Sus ojos estaban enrojecidos y oscuros, y no había duda en sus profundidades violetas. Sabía qué orden estaba a punto de dar incluso antes de que ella lo dijera. Las llamas explotaron, golpeando una ciudad como un enorme titán armado de espadas, temblando, indefenso ante las embestidas. No! Bran trató de gritar, horrorizado, olvidando que sólo era un observador sin voz. ¡Por favor, detente!
Esta vez fue arrastrado hacia un lado, sintiendo como si estuviera cruzando hacia una rama vecina de lo que podría ser. Estaba en un jardín bien cuidado con el brillo de un sol cálido que no podía sentir en su espalda. Ese mismo sol iluminaba a la Reina mientras caminaba sobre la hierba, dirigiéndose hacia un gran árbol con gruesas ramas llenas de algún tipo de fruto maduro. "¡Rhaegar!" La oyó gritar mientras ella agitaba la cabeza con exasperación afectuosa. "¡Jon! Vosotros dos, bajad de ahí ahora mismo."
"Oh, pero nosotros sólo..."
"Sin peros". Su tono era firme, pero una sonrisa seguía adornando sus labios.
Hubo un crujido y unos cuantos golpes, y dos niños pequeños treparon hasta la rama más baja, y luego saltaron al suelo. Ambos corrieron hacia ella, riendo, y ella levantó a cada uno por turnos para besarles la mejilla. Ninguno de ellos tenía los rasgos de un Targaryen de sangre, pero a pesar de ello pensaban claramente en ella como su madre, y ella parecía estar dispuesta a corresponder al cariño.

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Lealtad // [danyxarya]
Fiksi PenggemarRESUMEN: Después del final de la guerra en la cual se unieron los Siete Reinos, uno de los Hombres sin rostro debe traicionar al Dios de muchas caras para salvar a la Reina dragon que los unio a todos. para empezar esta historia no es mia (yo no la...