¿Qué hacemos?

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Después de una agotadora jornada de trabajo Ben se dirigía a su habitación matrimonial, aquella que compartía con Mal, arrastrando sus pies, el cansancio lo estaba matando.

Últimamente el trabajo se había acumulado de una forma bastante rápida, tanto así que ya ni podía salir de su despacho a tomar aire.

Al llegar a su alcoba soltó su corbata y los primeros botones de la camisa para seguidamente abrir la puerta, encontrándose con algo, mejor dicho, alguien que reconocería hasta con los ojos cerrados.

- ¿Mal? – preguntó Ben a la vez que se adentraba y cerraba la puerta a sus espaldas.

La mencionada se giró quedando cara a cara con su amado.

- Mal, ¡volviste! – declaró emocionado el rey acercándose a su reina.

- Sí, volví. – afirmó Mal sonriendo, peinando aquellos mechones rebeldes que caían sobre el rostro de Ben–. Me alegra verte otra vez.

- Ay, Mal... No sabes cuánto te extrañé. – dijo Benjamin llevando una de sus manos a la nuca de la chica para atraerla más a sí mismo, igual que el día en que le pidió matrimonio–. Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo.

- Y yo a ti. – mencionó su esposa besando sus labios.

- ¿Estás bien? – cuestionó Florian separándose un poco de su compañera, examinándola de arriba a abajo–. ¿No te pasó nada en la Isla? – interrogó esta vez comenzando a preocuparse.

- Hey, hey! – llamó Mal riendo–. Estoy bien.

- ¿Segura? – volvió a interpelar el hijo de Bella y la Bestia–. Si alguien te hizo algo no temas en decirme y mando a guar...

- Segura, estoy perfecta. – interrumpió Igna–. Tranquilo.

Luego de esa confirmación Ben abrazó por la cintura alzando y girando a su chica, provocando risas en esta.

- Ben, bájame. – pidió riendo.

Cumpliendo con esa petición Ben bajó a Mal, aunque siguió sin dejarla tranquila. El tiempo que había pasado lejos de ella era demasiado y el rey necesitaba de alguna forma demostrarle a Mal que era todo para él, que la amaba tanto que con simples palabras era imposible de explicar, al igual que no podía explicar con palabras cuánto la había extrañado.

- Ben, me haces cosquillas. – declaró Mal riendo por las acciones de su chico, quien estaba repartiendo pequeños besos por todo su rostro.

- No sabes cuánto te eché de menos, te extrañé mucho. – habló el rey acunando el rostro de la hija de Maléfica.

- ¿Solo mucho? – demandó la susodicha alzando una ceja.

- No, solo mucho no. Te extrañé muchísimo, demasiado. – afirmó el monarca besando a Mal.

Aquel beso era lo que ambos necesitaban hace semanas, un beso tierno en el que se demostraban todo lo que se habían extrañado y todo su amor.

- ¿Ben? – escuchó él a lo lejos–. ¡Ben!

Despertó. Benjamin despertó a causa de los llamados de su amiga, volviendo a la cruda realidad.

- Fue solo un sueño... – murmuró el rey percatándose de que se encontraba en su oficina y que se había quedado dormido trabajando.

- ¿Sabías que tienes el sueño pesado? – preguntó Evie, quien se encontraba con él–. Por más que te movía o hablaba no despertabas.

- ¿Qué haces acá? – preguntó aún confundido–. ¿No deberías estar con M...? – el rey despertó completamente recordando todo lo ocurrido en ese día–. ¡¿Y Mal?! ¡¿Cómo está Mal?! ¡¿Regresó?!

La Hermana de CarlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora