Capítulo 24

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Después de comer, dejar que Lífsero durmiera un rato, volver a comer, y guardar comida para el camino; por fin nos pusimos a andar. Eran ya las cuatro de la tarde aunque el cielo dijera lo contrario. Era ya el tercer día de la prueba, ya era jueves y el sábado se acercaba cada vez más. Nos quedaban aún dos días para ganar o perder. Este día se fue muy rápido y nos quedaba poco tiempo. No había que perderlo pues con los días encima, cualquier otra estrella podía encontrar el botón. Aún quedaban cinco estrellas con las que podíamos competir y tenían las mismas probabilidades de ganar que nosotros.

— Será mejor que caminemos ya —dije.

— Tal vez esta noche no durmamos cómodos —agregó Cetta.

— Tal vez ni siquiera durmamos —corrigió Lífsero—. Pero eso nos puede dar oportunidad de seguir adelante, e incluso ganar.

Como si eso fuera un logro, Lífsero se ganó un punto extra. Dejándola en cuarenta y seis, sólo a dos puntos de mí.

Comenzamos a caminar. Los flagos que estábamos usando ese día eran los mismos que el del día anterior. Teníamos todavía cuatro. Por eso no nos detuvimos por más. Pasamos por caminos largos y caminos cortos. Unos se cerraban por los tres lados y otros sólo tenían una salida. Los flagos por fin hicieron su trabajo: Llegamos a varios cruces donde ya habíamos pasado, y nos dimos cuenta gracias a ellos. Estaba distraído mirando la menos porque me dio curiosidad de saber qué bestias nos podríamos encontrar, y lo que vi no me gustó.

— Am... —tartamudeé— tal vez querrán ver esto

Hice que mis amigos miraran la menos:

MERTRA:

Carácter: Feroz.

Estatura: 1.90 m

Peso: 500 keos.

Ataque: Agresivo.

Alimentación: Carne.

Tipo: Nocturno.

— Ha sido de noche desde que llagamos al laberinto —dijo Den— Ya pudo haber atacado.

— No en el horario —contradijo Lífsero—. Ser nocturno significa que duerme en las horas del día, lo que significa que puede atacar en unas tres horas.

— Es muy grande —sugirió Sonos—. Lo veremos si nos quiere atacar, ¿no?

— Es nocturno —respondí— sabe usar el sigilo...

— Preocupémonos de eso después, ¿sí? —habló Cetta—. Ahora hay que caminar.

Seguimos caminando. Yo sí me preocupé. Era una bestia enorme. No era como un Vídex, pero tampoco era pequeño como un Gaxtro. Era peludo y lo suficientemente grande. Se transportaba en dos patas, y al ser carnívoro tenía garras y colmillos. Tenía el cuerpo de una estrella, como nosotros, pero también era una extraña combinación con un vídex en color negro.

Estuvimos caminando por un largo rato. Cuando se dio la noche comenzamos a caminar con más sigilo, ya había estado caminando de noche, pero no sabía que una bestia hibrida podía atacarme. Y mis amigos también lo sintieron, pues era claro que intentaban no hacer ruido al caminar, y miraban a todas partes cuando escuchaban un ruido. Probablemente Proteo y Kano se estaban burlando de nosotros en este momento. Caminamos por horas sin dar con nada. Cuando Proteo dijo que era un gran laberinto no estaba mintiendo. O era tan grande que era difícil encontrar algo, o era tan elaborado que te perdías con facilidad. Lo dejaron claro, "tiene tantos lugares donde perderse, que no pude contarlos".

Cuando llegaron las diez de la noche estaba cayéndome de sueño. Mis ojos se cerraban y mis pies se arrastraban en el suelo. No tenía energía ni siquiera para levantarlos. Habían pasado cinco horas y no habíamos encontrado ningún campo de frutas, no habíamos encontrado más comida que la que llevábamos, no habíamos encontrado ninguna señal de vida. Hasta un minuto después:

Los Combates de Astéri [La Trilogía de las Estrellas 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora