Capítulo 7

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— Es hora —dije.

Salí de casa con mis maletas hechas metidas es una caja constrictora para evitar cargar pesado. Con una gran disposición a irme en ese momento. Estaba ansioso, más que por el secreto, era que de verdad quería ir a La Tierra.

Nuestros padres se despidieron muy poco para ser padres normales, nos dieron besos y abrazos y luego nos dejaron ir.

Salimos juntos como siempre y llegamos juntos como siempre.

Estábamos afuera de la escuela esperando la calide que nos llevaría a La Planta. El fin de semana sólo hicimos cosas como ver películas, salir a molestar a más estrellas, como si fuéramos estrellas bebés, comiendo en lugares extraños, viviendo unas aventuras... cosas que las demás estrellas haría si estuviesen a punto de ser encerradas por mes y medio en un lugar aislado y que nadie conoce.

— Lo sabemos, amiguito —dijo Cetta—. Estamos viendo la calide.

Ahí estaban, eran dos. Eran iguales al resto de las calides, pero eran aún más grandes. Tenían el espacio suficiente para todas las estrellas, sus asistentes, y también para Proteo y Kano.

— Bien estrellas ahora suban todos —Dijo Kano—. Nos iremos en este momento. Tomen a sus asistente y llévenlo cerca. Ellos saben qué hacer en cualquier caso. Si tienen algún problema durante el viaje consúltenlo con ellos. Hay un baño dentro de la calide, si lo necesitan, sólo úsenlo, y no digan que lo harán.

Sí. Yo apoyaba eso.

— Hay dos, como ya vieron. Así que de Rojo a Marrón, en el primero. Y de Rosa a Morado, en el segundo. Sus asistentes irán con ustedes. Yo iré en el número uno, su director en el número dos. Ahora suban.

Flia, Lored y Luna, que de nuevo aparecieron de la nada se posaron frente a nosotros. Lored tomó a Cetta por el cuello y se lo llevó a la estrella dos. Nosotros nos fuimos al primero.

Subimos a la calide.

Lífsero y yo nos sentamos en el primer espacio. Luna y Flia en el segundo. Cerca de nosotros. Ellas platicaban muy bien, así que casi se les olvidó que venían con nosotros. Y lo mismo nos pasó a Lífsero y a mí, como siempre que estamos solos los dos.

Todos subieron. Algunos se veían muy emocionados, otros no. tal vez no querían venir.

Cuando todos estaban listos, Kano subió.

— Bien estrellas —dijo—. Ahora espero que estén todos listos, porque el viaje da comienzo. Recuerden que no pueden ver la ubicación de La Planta. Así que la compuerta del techo se polarizará. Eso será para que nadie vea a donde nos dirigimos ni en qué momento damos vuelta o vamos derecho. Es secreto.

En el momento en que lo dijo, la compuerta se polarizó. Se volvió tan negro que nada se veía adentro en la estrella. Un clic sonó, y luego se encendió una luz blanca. Era para poder ver por dentro. Ver por fuera, al parecer, está prohibido.

Se tomaban muy en serio lo de secreto.

— Oye —me llamó Lífsero— ¿no crees que es gracioso que sea el director de una escuela el que quiere hacer algo diferente al mundo?

— De hecho sí —respondí— ni siquiera el presidente lo sabe, al parecer, o por lo menos, nosotros no sabemos que él lo sabe. Y si lo sabe, ¿lo sabrán ellos? ¿Lo sabríamos nosotros? ¿Deberíamos saberlo...?

— Ya basta —interrumpió ella— demasiadas sabidurías por hoy.

— ¿Sabidurías?

Noté como se sonrojaba.

Los Combates de Astéri [La Trilogía de las Estrellas 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora