Me encanta que la gente no me reconozca por la calle. Es uno de los placeres de la vida.
Cuando paseo por un sitio que hacía tiempo que no visitaba, es habitual encontrarme a personas con las que solía relacionarme. Algunas han cambiado: han crecido, se han teñido el pelo, o, sin más, sus facciones se han vuelto más definidas y angulosas. La mayoría, sin embargo, están como siempre. Y una parte de mí se alegra, porque significa que, mientras que ellos no han cambiado nada, yo sí lo he hecho.
Casi siempre que me cruzo a una de estas personas la saludo, pero hay veces que prefiero no hacerlo. Sobre todo si, como sospecho, no se han dado cuenta de que la persona que pasa por su lado no es la niña a la que creían conocer. Tengo un pasado con motes. Uno bastante anodino y que no verías como el historial de un súper héroe de televisión. Creer que me he alejado lo suficiente de esa identidad como para que no me reconozcan basta para alegrarme el día.
Pero no siempre ocurre. Las raíces, nos guste o no, forman parte de nosotros. Por mucho que ahora me haga llamar por otro nombre, ese será el que me perseguirá en la partida de nacimiento, en los anuarios, en cualquier mínimo recuerdo que tenga de mi infancia. No me sienta mal. Me hace ver lo lejos que he llegado. Es una especie de placer oscuro, como circular a doscientos por hora en sentido contrario a lo que se espera de uno mismo.
Soy yo, soy la persona a la que conociste, y la persona a la que verás sonreír si algún día llegas a verme. Puedo cambiar todo de mí, pero al fin y al cabo seguiré siendo yo.
Porque siempre he sido este yo.
ESTÁS LEYENDO
Cxnfesixnes
Non-Fiction"Diario" de una persona no binaria. Si entras aquí puede que te sientas identificade o que salgas escaldade con mis rayadas. O ambas cosas. Y no, esto no es ficción. nº 2 en #genderfluid (11/12/2021) nº 2 en #nobinarie (11/12/2021) nº 1 en #nobinari...