La peor salida del armario

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Escribo desde un lugar que me trae paz, con los sonidos de la naturaleza de fondo y las risas de los niños. Pero el ambiente no concuerda con cómo me siento.
Anoche, la noche del 25 de diciembre de 2021, salí del armario trans con mi madre. Lo había intentado ya unas tres veces, pero no había sido claro porque no tenía seguras muchas cosas. Ayer, sin embargo, le conté la verdad.
Le dije que, aunque no me sentía 100% un hombre, sí que me veía a mí mismo como a un chico, con un género intermedio entre hombre y neutro (lo que viene siendo demichico). Le dije que me gustaría que me tratasen en masculino, y también le dije que quisiera cambiar el nombre con el que se referían a mí.
Su reacción fue la siguiente: se enfadó porque consideró que le estaba exigiendo demasiado.
Que ella no iba a dejar de tratarme en femenino y por mi nombre de nacimiento, porque, si yo no hacía un cambio físico, no podría verme nunca como lo que yo pretendía ser. Que por qué era tan importante para mí. Que aquello era muy fuerte para ella y no podía pedírselo. Porque, claro, yo le estaba generando un problema a ella, en lugar de pensar que era ella la que me estaba haciendo daño a mí.
Le dije que olvidase la conversación y me fui a la cama. Esta mañana, cuando me he despertado, me ha abrazado y me ha dicho que me quiere.
Mamá, ¿me quieres realmente? ¿O solo quieres a la persona que crees que soy?
Pensaba que serías más razonable, que las historias de personas trans que salen del armario y sus padres se lo toman mal no se repetirían contigo. Pero me equivocaba. No me has echado de casa, pero sí me has hecho un daño irreparable.
Ahora no podré evitar mirarme al espejo y saber que tú no ves en mí lo que veo yo.
Que jamás seré algo más que tu hija.
Que soy tu muñeca, a la que aceptas siempre y cuando se acople a lo que tú esperas de ella.
Mamá, te escribo esto porque no puedo decirte a la cara que la disforia me está matando. Y aunque te dije ayer que esta era una de las causas fundamentales de mi depresión, te parece que cambiar tu mentalidad retrógrada es demasiado esfuerzo. Y dicen que todo se hace por los hijos.
Esta conversación quedará olvidada. Yo no volveré a sacar el tema, y tú seguirás fingiendo que esto nunca ocurrió. Espero que llegue el día en que recapacites y me digas que por fin me aceptas como soy. Hasta entonces, seguiré esperando a que repares el cristal que rompiste ayer.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2021 ⏰

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