— ¿Qué hace sola una chica tan linda? — Bel sintió como unos fuertes brazos se enredaron en torno a su cintura y la jalaron hacia atrás. Se volvió dispuesta a encarar al atrevido que había tenido el poco tacto de cogerla de esa forma, pero sus intenciones se vieron interrumpidas cuando se encontró con unos ojos azules capaces de hipnotizar a cualquiera.Sonrió como una tonta, y el chico le devolvió la sonrisa, solo que esta fue sensual e insinuante. La jaló a la pista de baile y Bel aprovechó para colgarse de su cuello y acariciar el siempre deseado cabello rubio, tan suave como la seda. Le pareció que soñaba, pues sus pies casi flotaban en el aire mientras él la hacía moverse de un lado a otro sin apartarla de su imponente cuerpo.
Estaba complacida. De todas las chicas borrachas que se encontraban allí, él la había elegido a ella. No importaba mucho si él no era consciente de lo que hacía, no importaba tampoco si ella estaba completamente sobria y no sabía seguir muy bien el ritmo demandante que él dirigía. No importaba porque allí estaban ellos dos, creando un cuadro de lo más inverosímil.
En algún momento, justo cuando la mirada de él se volvía más oscura y seductora, fue arrastrada lejos de la pista. En medio del silencio de una noche calurosa y pegajosa, el chico acunó el rostro de Bel entre sus manos firmes y le plantó un beso lleno de una fogosidad que sabía a alcohol y a gloria, consiguiendo que ella sintiera las fibras musculares como de hule. Al poco rato el chico interrumpió el beso, la devolvió a la pista y se perdió entre la multitud enardecida por el ritmo sofocante del tecno.
Bel no volvió a verlo en toda la noche. Pero, lo cierto era que no le importó si no volvía a verlo nunca más, después de todo había conseguido lo que ni en sueños habría imaginado... Un glorioso y húmedo beso. Su primer beso.
...
— Christopher Sanders me besó en la fiesta de año nuevo — soltó Bel ya cansada de que la compararan con una célibe monja de claustro. Dejándose llevar por la morbosa sensación de suficiencia agregó casi con júbilo — Y durante las vacaciones, nos vimos un par de veces también.
— ¡¿Que tú y Sanders que?!
— ¡No griten chicas! — masculló Bel, logrando que sus tres amigas bajaran la voz, pues conversaban en un apartado rincón de la biblioteca de la escuela.
Las tres chicas miraron a Bel mientras sus cabezas asimilaban lo que acababan de oír.
¿Bel Wilson y Christopher Sanders se habían besado?
Es decir, Bel no era precisamente el tipo de chica que conseguiría un beso de un chico como Christopher "Chris" Sanders, menos si el chico en cuestión era el capitán del equipo de futbol y el portador del físico más asombroso conocido por la humanidad.
En realidad, las chicas como Bel ni siquiera se admiraban del físico de un tipo como Chris Sanders porque pasaban más tiempo naufragando en un mar de letras, formulas numéricas y símbolos químicos.
— ¿Y por qué ya no se hablan? — preguntó una de ellas, de nombre Leyla, con timidez y suspicacia. Hacía tres meses que las clases habían comenzado, pero en todas aquellas veces en que Bel se había topado con Chris, él casi no había reparado en ella. Como si no existiera...
Bel no supo que responder. Por un momento se arrepintió de haber inventado toda esa mentira porque la suspicacia con la que la miraron sus amigas confirmó lo obvio: Una nerd no podía simplemente usar tacones y conquistar al mejor deportista de la escuela.
— No es como si se viera muy bien que Christopher Sanders me hablara, ¿verdad? — se defendió. La expresión triste de su rostro otorgó credibilidad a sus palabras. Nadie podría refutar lo evidente, ¿no?
Chris y Bel vivían en realidades diametralmente opuestas.
— Solo no se lo cuenten a nadie — agregó de modo casi suplicante — Si se los dije fue porque no quiero que piensen que únicamente me dedico a los libros.
Las chicas se apresuraron a asentir con la cabeza.
Bel confió en que su secreto permanecería oculto para siempre. Ella no conservaba la utópica esperanza de que Chris Sanders recordara aquella noche de borrachera. Muchos menos que se acordase de lo que había ocurrido poco antes de que las luces se encendieran y el dueño de casa comenzara a espantar a los invitados como si se tratasen de moscas.
Era un recuerdo que solo Bel conservaría hasta que el tiempo le hiciera olvidarlo a ella también. O tal vez no. Tal vez lo recordaría para siempre.
...
La vida de Bel era normal. La rutina la tranquilizaba, un buen libro al hacia visitar los albores de la vida sin moverse de la tranquilidad de su casa. ¿Por qué querría cambiar eso?
Era una chica de decisiete años, asistía a un instituto que era mixto solo durante los ratos libres y sus tres mejores amigas tenían las hormonas completamente alborotadas. Nada fuera de lo común. Una vida ordinaria y anónima que nunca le había significado desgastes innecesarios ni desilusiones de ningún tipo.
En esa vida tranquila, el evento de año nuevo en que el chico más popular de la escuela la había besado encajaba mejor como un simple recuerdo que ella de vez en cuando traería a su mente y sonreiría como una tonta. Un simple recuerdo de un beso fogoso. Un recuerdo que no debía significar nada en su vida.
Entonces, ¿por qué se le había ocurrido contárselo a sus amigas? No era que desconfiara de ellas, era solo que la idea de que el mismísimo Christopher Sanders pudiera enterarse de que andaba inventándose historias románticas con él como protagonista le ponía la piel de gallina.
¿Cuánto la humillaría si se enteraba?
...
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PORQUE SÍ
Teen FictionEl mundo acababa de volverse loco. Christopher Sanders, el chico más popular de la escuela, estaba de pronto muy interesado en la solitaria y estudiosa Bel Wilson. Y ella no comprendía la razón. - ¿Por qué lo haces? - Porque sí. No, Christopher S...