DaiKage: Parte 2

4.6K 420 53
                                    

Narra Daichi...

No podía creer que enserio hubiera pasado, Suga y yo éramos el uno para el otro. Dos años de noviazgo. DOS. ¿Y DE REPENTE VENIA ÉL A DECIR QUE YA NO QUERIA ESTAR CONMIGO? Que, porque yo era demasiado celoso y posesivo. ¡YO! ¿YO CELOSO Y POSESIVO? Era absurdo, yo solo lo estaba cuidando, pero si él enserio no quería estar a mi lado, pues bien, ambos podíamos seguir con nuestras vidas sin problemas. Ya encontraría yo un omega que si me quisiera y no le molestara mi forma de cuidarlo.

Creo que lo peor que paso ese día fue que nuestra pelea, además de ser en el gimnasio frente a todo nuestro equipo, había asustado a nuestros otros dos omegas, porque si bien Kags había venido a detenernos, se lo veía aterrado, y Yamaguchi había estado escondido, temblando, detrás de Enoshita. Ya vería yo hoy si me disculpaba con ellos, no esta bien asustar a los miembros más susceptibles del equipo.

Con ese pensamiento en mente, termine mi desayuno y me encamine al colegio. Hoy, como es sábado, tenemos entrenamiento matutino, después un espacio de algunas horas para ir a almorzar a nuestras casas y pasar el rato, y después el entrenamiento de la tarde.

Decir que llegue temprano es poco, llegue una hora antes, pero eso me daba tiempo de sacar mi frustración con las pelotas sin que nadie me viera.

No sé por cuanto tiempo estuve haciendo saques, pero cuando me di cuenta, tenia a un Kags tímido, mirándome desde la puerta sin entrar.

-Buenos días, Kags. -Lo salude, y él me miro.

-Buenos días. -Me dijo. - ¿Puedo pasar? –

-Claro que puedes. -Asentí, y tomando una pelota le pregunté. - ¿Quieres colocar para mí? –

Eso hizo que su cara se iluminara, y asintiendo se acerco para tomar su posición en la cancha, y que comenzáramos a practicar.

Un rato después nos detuvimos, ambos nos sentamos en el suelo, y mientras tomábamos agua, revise mi teléfono, notando que tenia un mensaje del entrenador Ukai, diciendo que el entrenamiento se cancelaba porque él tenia un asunto urgente que atender.

-El mensaje llego demasiado tarde. -Comente para mí mismo, sonriendo.

-Eso parece. -Asintió Kags, mirando su teléfono, que tenía el mismo mensaje.

-Bueno será mejor que recojamos todo, y nos vayamos a descansar. -Dije, y me levante, con Kags siguiéndome.

Después de ordenar todo, ambos nos fuimos a cambiar, y por nuestras cosas.

-Bueno, me voy. Nos vemos Daichi-san. -Escuche que me dijo Kags. Yo asentí, y él salió de la sala del club. 

Un segundo después, recordé que aun le debía una disculpa, así que, terminando de vestirme, salí a ver si lo alcanzaba.

Apenas llegué a la entrada de la escuela, sentí un aroma muy fuerte de miedo, y lo seguí hasta un callejón. No sé, si exactamente había reconocido el olor, y por eso lo había seguido, pero cuando vi a dos alfas, acorralando a mi pequeño cuervo de primer año contra una pared, una alarma salto en mi cabeza, y lo siguiente que supe, es que estaba entre ellos y Kags, gruñendo y expandiendo mi aroma posesivo.

Los alfas retrocedieron gruñéndome, y después se fueron. Entonces, yo me di la vuelta para ver a mi kohai, y me dieron ganas de golpear algo, cuando noté que él estaba sentado en el piso, temblando, y sollozando, asustado.

Muy despacio, me arrodillé frente a él y lo envolví con mis brazos, atrayéndolo hacia mi pecho, mientras expandía un aroma tranquilizante a su alrededor. Poco a poco, mi pequeño se fue calmando, hasta que dejo de temblar, y yo apenas podía escuchar unos sollozos. Lentamente, separe mi cuerpo de él, y acaricie su mejilla, quitando algunas lágrimas.

-Tranquilo, todo esta bien. No voy a dejar que te hagan daño. -Le dije suavemente, mientras trazaba círculos en su espalda con mi mano.

-Daichi-san... -Me llamo con la voz quebrada, y yo lo mire. -Quiero ir a casa... –

No estoy seguro de si fue por su aspecto, o quizás por la forma tan lastimera en que dijo eso, pero yo volví a abrazarlo, y después de un minuto, lo ayude a levantarse, tomando su bolso y colgándolo en mi hombro.

-Esta bien. Vamos, te llevare a casa. -Le dije, y tomándolo de la mano, comencé a caminar.


3 Historias de Kageyama OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora