Belleza y rosas

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Amaneció al fin, era el momento que llevaba esperando. Poder ver a mi querido Sebastian sin tener que ocultarme.
Me levante mas temprano que otros días, la emoción me hacía sentir mariposas en el estómago y no podia evitar sonreir.

Papá seguía dormido, era comprensible pues apenas y mi madre luna se estaba ocultando, para no despertarlo con mis arranques se alegría salí con todo el cuidado que pude y empecé a entrenar un poco para relajarme además de que evitaría distintas situaciones.
El tiempo paso, las personas de la aldea se comenzaban a levantar de uno por uno, al verme sonreía y me dedicaban unas acogedoras sonrisas.

-- Buenos días princesa --decían todos en cuanto me miraban.

-- Te has levantado muy temprano Selene --dijo Max, un niño que siempre a dicho que me protegerá de grande.

-- ¿Qué tal Max?, veo que tambien te has levantado temprano --comente con una sonrisa en el rostro.

-- ¡Si!, ayudare a mamá a cazar algo para el desayuno --sus pequeños ojos color miel destacaban con intensidad, sus mejillas coloradas y su pelo color miel hacían notar mas su brillo.

-- Bueno, ve entonces --toque suavemente su frente-- no quieres hacer esperar a tu mamá.

-- Tienes razón, ¡hasta luego, Selene! --corría directo a su mamá mientras movía la mano en señal de adiós-- ¡espero que todo te salga bien hoy!.

Sus gritos se escuchaban cada vez mas lejos, no respondí pero en su logar movía la mano tan alto como pude.

-- Buenos días, hija --habló papá detrás de mi.

Su voz se escuchaba adormilada aun, acababa de despertar pero su mente seguía estando en la cama.
Era gracioso, pues siempre cometía cada cosas que lograba sacarme una carcajada como caer encima de alguien, disculparse con algunos objetos por haber tropezado con ellos.

Amo las mañanas aquí. Son tranquilas ademas armoniosas, perfecto para alguien como yo.

-- Buenos días papá --respondí-- ¿cómo te encuentras?.

-- Bien --me respondió mientras se estiraba un poco-- ¿y tú, hija? Me imagino que no dormiste hasta tarde.

-- No te equivocas papá, apenas y pude pegar los ojos. Me siento muy emocionada, en mi pecho así como en mi estomago siento mariposas raras.

-- Descuida, solo son parte de la emoción, suele suceder seguido cuando en verdad esperas algo con toda la felicidad que pueda haber en tu ser.

-- Es raro, no estoy acostumbrada a sentir esto --toqué mi estomago con la mano izquierda, papá al verle me dio un pequeño golpe en la frente con el dedo anular.

-- Tranquila --su voz era firme pero amable-- todo saldrá bien deja de lado eso, pues no es importante.

-- Si papá --logró hacer que mi animo subiera mucho mas.

-- Deberías empezar a alistarle, ¿no? --dijo señalando el sol, ya estaba muy alto-- vas a llegar tarde sino te apuras.

-- Oh es cierto, gracias por avisarme papá --di un pequeño beso en su mejilla para luego salir corriendo a la cabaña.

Una vez estando ahí busque mi ropa, zapatos y una capa nueva que papá me dio después de haber roto la anterior.
Salí rápido al baño para tomar una ducha el agua a estas horas es fría, a mi parecer estaba perfecta.
Podía ver como la luz del sol hacía que mi pálida piel brillará un poco, mis cabellos parecían largos hilos de plata.

Cuando termine fui a mi habitación, me puse un vestido negro el cual tenía pequeños diseños de orquídeas plateadas, cepille un poco mi pelo, me puse la capa, los zapatos y salí.

-- Que bien te ves, hija --papá me miro al salir.

-- Gracias papá --estaba lista, debía bajar al reino rápido o sino llegaría tarde.

Cuando termine de despedirme empecé a caminar en dirección a la salida de la aldea. Mis ánimos estaban tan altos que no sabia como bajarlos un poco al menos.

De pronto corría y de pronto caminaba en la hermosa espesura que el bosque proporcionaba a todo aquel que se dignará en pasar por ahí.
Cada vez estaba mas cerca de la salida del bosque, se podía ver fácilmente la gran torre de mármol blanco que el castillo poseía.

Cubrí mi cabeza con la capa antes de llegar a la entrada principal del reino, donde dos guardias hablaban de temas irrelevantes. Decidí entrar por ahí, al menos, esta vez.

Una vez que pase la entrada sin problema alguno me fui directo a la entrada externa del castillo, donde se supone, todos los participantes nos vamos a reunir y a esperar que nos den las indicaciones. 
Muchas personas estaban esperando, hombres y mujeres por igual, bastantes personas parecían tener rasgos distintos y unicis, suponía que eran de reinos lejanos a este. Quizás vendrían a la prueba de medicina, pues ademas venían con libros los cuales tenían en la portada plantas.

Estaba sorprendida de la gran diversidad que aquí había, hermosas personas de pieles morenas, pálidas y un tanto bronceadas, extraños cabellos ondulados, lacios pero también crespos. Todos de colores diferentes: rubios, negros, rojizos o cafecés.

Sin embargo lo que mas amaba era ver los ojos de todos, imaginar los mundos que existían dentro de sus cabezas así como adoraba ver el brillo que poseían.

"Son hermosos perfectos ya su vez, asombrosos".

Pensaba siempre al observarlos.

-- Buenas tardes, damas y caballeros --dijerón en la puerta al abrirla, era Harry-- antes de entrar serán separados en grupos. 

Todos escuchaban con cuidado cada palabra que el hombre decía.
Yo era una de esas personas, no podía darme el lujo de fallar y no quedar en la prueba final.

-- El primer grupo consistirá de todos aquellos que vengan a la prueba de medico real. Quienes vengan a esto, acompañen al guardia que se encuentra de mi lado derecho --dicho esto el guardia levanto la mano, para que así todos pudieran verlo con facilidad.

Varias personas empezaron a caminar detrás del guardía, el cual los llevaba al salón del ala norte.

-- Bien, ahora los participantes a guardias del reino deben acompañar al guardia de mi izquierda para que puedan llevarlos al patio del ala Este para la prueba de fisico, combate e inteligencia.

Tal y como había pasado antes, diferentes personas caminaban sin temor alguno a la prueba.
Era interesante la expresión que llegaban a tener, pues si mirabas con cuidado podías notar unas pequeñas gotas de miedo, revueltos con la adrenalina del momento.

-- Imagino que los que están aquí es para la prueba de guardia principal.
Si es así, vengan conmigo.

Entramos al palacio, era precioso en su totalidad. Los jardines eran tan grandes y a su vez exóticos, nada parecido al bosque donde crecí.
Todo era blanco con detalles de oro, plata y pequeñas joyas que decoraban.

Estaba tan acostumbrada a la aldea que ahora, ver todo esto, me parecía inlogico, irrelevante y a su vez, totalmente innecesario.

Se podían ver a las sirvientas caminar de un lado a otro, limpiando cada extremo y rincón del gran palacio, dejándolo brilloso, impecable y espléndido.

-- Hemos llegado al jardín principal.

Esta parte... no a cambiado nada, sigue estando aquella gran pared llena de rosas color blancas y carmesí las cuales llegan en esa trágica torre.
El salón del ala Norte, no creí que estaría todo tal como aquel día.

-- Mis amadas rosas --susurre, nadie lo escucho, me alegro.

Cuando nací el rey y la reina las sembraron como un regalo por haber sobrevivido, era común que en el nacimiento de cada heredero los reyes plantarán algo que en el día de mañana los representara.
En mi caso, plantaron rosas del color de mis ojos, así como mi de mi extraña piel y cabello.

-- Dentro de poco, veremos al príncipe. Estén atentos para recibirlo --dijo Harry a los guardias.

Dentro de poco nos veremos, Sebastian. Y entonces, nunca te dejare ir de nuevo, ahora en adelante tratare de protegerte.

La GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora