Corazón

409 42 31
                                        

Eran tan hermosa, cada vez que movía sus alas me traía un poco de paz. Pero no la suficiente para calmar mi cuerpo y alma que estaban en llamas.

Deje de caminar y la oscuridad se hizo presente, los fuertes brazos de mi padre me cubrían con ternura... no quería lastimarlo sin embargo, todo el amor que le tengo no es suficiente para detenerme.

- De verdad lo siento papá -susurre.

Tome sus brazos y con fuerza lancé a papá lejos de mi, hice que un campo de luz lo protegiera. Estaba atrapado y no podría detenerme nuevamente.

- ¡Joven princesa! -gritó un joven, no distinguia de quien era esa voz- tiene que detenerse, ¡esta no es usted!.

- Deberías alejarte de ella, sino quieres que te mate y robe tu magia, muchacho -la voz burlona de Milo me hizo enfurecer todavía mas.

Di la vuelta, estire mi mano derecha y un pequeño circulo de niebla plateada salio disparado a donde se encontraba, perforando su estomago. Tal y como él lo dijo, empecé a robar su magia. Un hilo de luz salía de su herida, era delgada, pero fuerte, con solo hacer un movimiento la luz venía hacía mi.

Detestaba robar magia, era algo enfermo pues no solo era la magia, también era su esencia y pensamientos. Pocos magos podían hacerlo sin adquirir la personalidad de la otra persona, yo era uno de ellos, sin embargo, la maldad de Milo era grande y poderosa. Se sentía como si agua hirviendo entrara por mis venas, me dolía ademas se sentía agobiante. Pero no dejaría de hacerlo pues no solo a mi me dolía, también a Milo, su expresión era de dolor.

Mire a mi padre, al joven que no reconocía y al resto de las personas que me miraban con miedo, asombro y puede que, respeto.

Miraba sus rostros, pero no sabía quienes eran, solo podía reconocer a papá. Supe que los demás eran de la aldea, pues podía ver la magia lunar brillando en su interior, cada luz era distinta y única al igual que ellos.

Entonces solté a Milo cuando vi la poca magia que le quedaba. Se estaba tratando de curar la herida, pero le tomaría tiempo, así que lo ignore.

- Quien intente detenerme, pagara con su vida. No lo digo como compañera o hija -seguí caminado- lo digo como diosa lunar. Su mujer lunar.

Al escuchar esas palabras todos se quedaron inmóviles, mis ojos brillaban y una onda de luz había salido de mi cuerpo. Poniendo de rodillas a todos, excepto a Milo y a mi padre, quien seguía dentro del escudo.

Ignore por completo la existencia de Milo, ya no me daría problemas. Mientras caminaba todos los animales así como los árboles me abrían paso a la salida del bosque.

Aunque debo admitir que me descuide demasiado, pues Milo se levantó de alguna manera y creo la misma niebla negra de antes, cuando la lanzo esta atravesó mi pecho, otra vez se escucho como mi cuerpo se destrozaba poco a poco.

Papá junto toda la magia que pudo y rompió el escudo en donde lo tenía, mientras el resto trataba de romper el hechizo bajo el que estaban para permanecer quietos.

- ¡No toques a mi hija, Milo! -papá lanzo un óvalo con el que Milo retrocedió.

- Vaya, Damien. No te había visto en ese estado desde aquella noche en la que mi querida princesa llego a la aldea de la luna.

Seguía caminado a pesar de que la sangre corría por mi cuerpo y del cansancio que tenía, necesitaba llegar y hacerle entender a todos todo lo que tuve que pasar.

Papá libero a todos, al poco tiempo me encerraron dentro de un ovalo parecido en el que lo había metido y me atraparon con unas cuerdas de luz lunar. Agarraron mis manos y pies con ellas.

Milo había desaparecido, la noche había caído pero la herida que le había echo no desaparecía. Cuando nadie le presto atención escapo.

Poco después todos cantaron aquella canción capaz de tranquilizarme cuando estoy en ese estado. Mientras intentaba liberarme soltaba ondas de luz que golpeaban el escudo que me rodeaba, cuando logre romperlo estaba tan cansada. Ya no quería nada, sentía un dolor intenso en el pecho y mi sangre caía con mas rapidez dando vida donde cayera, sin embargo yo solo... quería llorar.

Caí al pasto después de un rato. El viento soplo con fuerza, pasaba entre los árboles y creaba diferentes sonidos, todos me traían paz y tranquilidad.

Cuando estaba mas tranquila hicieron desaparecer las cuerdas que me detenían.
Pude ver a papá acercándose.

- ¿Qué tal, mi niña? -habló suavemente mientras se sentaba y me acomodaba en sus piernas.

- Perdón, papá.

- ¿Por qué te disculpas?

- Creí que era mas fuerte que antes -mis ojos ardían, las lagrimas se asomaban pero yo, me resistía a la idea de dejar caer alguna.

Papá solo me dio una tierna sonrisa acompañada de un leve suspiro.

- Hija, eres mas fuerte que antes. Es solo que... el corazón que posees esta debatiendo constantemente, tu lado humano y aquel lado de diosa, siempre estarán en guerra. Yo realmente no se... -noté un poco de tristeza en su voz- no se como ayudarte, no tengo idea de que lado debería ganar.

- Descuida, papá -intenté levantarme pero una vez de pie, una repentina tos me invadió- si sigo derramando mas sangre voy a crear un nuevo bosque.

Intente decir las cosas en tono de burla, no quería que notara mi dolor y cansancio.

- Deberías descansar, vamos a casa, hija.

- No quiero. No puedo dejar que los niños me vean en este estado.

- Entonces vamos, para que la madre luna nos ayude.

- Tampoco quiero eso.

- Princesa, por favor. Considere esto dos veces -una voz masculina nos interrumpió.

- Vaya, sigues aquí -no recordaba al joven que había estado acompañandome últimamente- te ignore bastante tiempo debido a que nadie en la aldea parecía importarle tu presencia -con dolor cree mi hermosa espada y apunte hacía él.

- ¡No hagas eso, hija!

- ¡Princesa! -escuche el grito del resto.

- ¿Puedes decirme de donde has salido? Eres muy agradable.

- Tranquila, princesa. No haré nada, ya lo has notado, soy hijo de la luna también.

- Si, la magia que tienes en tu interior es lunar, lo note desde hace mucho.

Me sentí un poco mareada, pero quería aclarar quien era.
Era mayor que yo, posiblemente de dieciocho o diecinueve años.
Tez morena pero con unos ojos de color café brillantes.

Pertenecía a los nuestros, sin embargo sus rasgos eran de las aldeas del sur del continente.

- Entonces, ¿hablará joven?


¡Hola gente!
¿Cómo andan? Espero que bien.
Regrese después de mucho tiempo. Deben estar un poco molestos, jajaja. Y pues se entiende. Les pido disculpas. ❤
Pero también agradezco a todos los que aun me siguen. ❤❤❤❤





La GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora