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Desde esa noche nada fue igual en nuestra estadía laboral. Ya ha pasado un año y siete meses desde que estamos aquí y se ha forjado fuertemente como una etapa de introspección y eso ha conciliado el sentirme muy amado por Francisca. Si bien ambos cumplimos con nuestros deberes cotidianos y las promociones de nuestros libros estaban terminando, para nosotros ha comenzado algo diferente. Todavía cada uno conserva su pieza, aunque es difícil que resistamos no dormir con el otro e invadirnos nocturnamente en una guerra de amor, abrazos y otras cosas prohibidas que estamos descubriendo que el otro hace. No quiero caer en comparaciones, puesto que es muy difícil hacerlo por las diferencias lógicas que existe entre mi relación anterior y Francisca, pero me hace sentir muy bien, aunque me he visto muy sorprendido por estar conociendo a una persona completamente diferente a quien pensé que existía. Esa noche cuando me confesó todo el tiempo que sentía algo por mí, no lo creí inmediatamente, pero me dijo algo que no me esperaba. El personaje de Antonio quien aparece en su libro Amante Escritora, está inspirado en mí. Terminé de creerle, no porque me diera ese argumento, sino porque una de las reglas que tenemos los escritores, es no revelar la veracidad de nuestras historias y lo hizo, fue suficiente para terminar de convencerme. Sobre su libro, claro que lo había leído, pero jamás me detuve a pensar que podría ser yo a quien le solía escribir, aunque sin duda, al decirme eso y darle una nueva leída a la traducción que estaban trabajando, todo encajó rápidamente y la verdad que eso solo provocaba ternura en mí, puesto que si bien yo le había escrito muchas veces historias a Cristina y a otras personas, jamás alguien me había dedicado unas palabras como lo hizo y eso para un escritor es tremendo. Provocó que captara mi atención inmediatamente y repensara el momento que estaba viviendo. Desde que sucedió todo con Cristina, viajar a trabajar se volvió la excusa perfecta para olvidar y centrar mis preocupaciones en otros asuntos. La distancia ayuda demasiado a que esto pueda suceder, pero desde ese noche en que fuimos a la junta de «Friday Night Karaoke» todo fue diferente y pienso que las cosas suceden por algo. Yo nunca había asistido, pero la constante insistencia de Michael esa noche tuvo resultado y también un poco de maquinación de Francisca hicieron el complemento perfecto para darme una oportunidad. Generalmente utilizo esas palabras en mis novelas o la gente la usa en su cotidianidad, pero solo lo digo para reconocer la idea que estoy manteniendo, porque no tengo claro cuál es la «Finalidad de esta oportunidad» pero quiero vivir, disfrutar, compartir y vivir el momento. He hechos cosas malas y me siento muy arrepentido, creo haber pedido todas las disculpas necesarias y ahora me falta perdonarme. Tal vez por esta razón, es que estoy disfrutando mucho estar con Francisca, porque aunque no se lo he dicho, me está ayudando a que pueda superar mi problemática etapa anterior. Sobre ella... me gustan muchas cosas... por ejemplo, su sonrisa en la mañana, su preocupación constante por cómo me siento y cuanto empeño coloca en hacerme sentir bien, lo estoy valorando en demasía. Si bien no se lo he manifestado porque quiero ser cauto y no quiero dejarme llevar por las efímeras emociones del corazón, quiero hablarlo y compartirle lo que estoy sintiendo y lo que me sucede. Es justo para ambos y quiero que aclaremos todos los puntos que tenemos, quiero conocerla y que conozca los puntos de vista que tengo referente a nosotros. Así que para no interrumpir el Friday Night de esta semana, es que la invité a comer a Per Se en una jornada de Thursday Night. Este restaurant destaca por la cocina mediterránea, pero por sobre todo por abarcar los sabores del mundo. Ese día hice reservaciones en una mesa especial en donde el requisito para sentarse ahí era la formalidad y el momento lo ameritaba. Por lo mismo, es que quise cumplir un sueño y me vestí con un traje blanco de franela, camisa de seda y corbata dorada tal como lo hizo el personaje de Fitzgerald, Jay Gatsby en su primer encuentro que tiene con Daisy en la casa de Nick Carraway. Esperé unos minutos y para entretenerme, pedí un poco de espumante para amenizar el momento, cuando la vi venir con un vestido azul pegado al cuerpo, su cabellera pelirroja y su mirada seria fija en mí, no puedo dejar de reconocer que en ese momento tuve deseos de que nos fuéramos inmediatamente para encerrarnos en alguna de nuestras habitaciones solo para compartirnos mutuamente, pero todo eso se arruinó, cuando al llegar a mi lado, solo se burló por mi atuendo y me hizo el señalamiento de que aún no era Halloween y que si hubiese sido por venir disfrazado de personaje literario, le hubiese avisado, ya que ella habría venido Hermione Granger. Aunque se burló y yo solo soporté sus bromas, no pudo dejar de reconocer que me veía espectacular y la formalidad del lugar permitía todo eso. Así que sin más, nos sentamos, pedimos algo para beber y siempre tomaba la iniciativa y me dijo de inmediato:
— Martín ya te conozco un tanto y presiento que toda esta formalidad es porque ocurre o me quieres decir algo ¿Estoy en lo cierto? – Siempre me ha costado ser directo y cuando quiero decir algo, siempre me doy un poco de vueltas para hacerle saber a las personas lo que siento, pero Francisca tenía eso de dar siempre con las palabras precisas que en definitiva, me hacía todo más fácil lo que quería expresar.
— Siempre tan Hermione Granger para tus cosas.
— Always attentive Martín.
— Mira ya que me haces ir al grano, quiero hablar contigo de un par de situaciones que me han pasado en el último tiempo. Ahí fue cuando le expliqué todo lo que me había ocurrido desde que estábamos aquí, además, le di las gracias por todo lo lindo que estaba provocando en mí, que hace mucho tiempo que no me sentía tan vivo y que deseaba enormemente saber lo que pensaba de mí y al fin de cuentas los que pretendía de «Nosotros».
— Martín te doy las gracias por toda la sinceridad que me dices y te entiendo completamente ¿Por qué te complicas tanto? – Esa no era la respuesta que esperaba, yo creía que me diría ¿Sabes? yo pienso lo mismo que tú o que me diría, tienes razón, etcétera. — No sabemos qué pasará mañana, no sabemos si seguiremos vivos, si el mundo se acabará. Tú sabes lo que siento y te he abierto mi corazón de la forma más honesta que una mujer puede decirle a un hombre, entiendo que el tiempo pasa, que hay heridas dentro de ti que se encuentran en proceso de cicatrizar. Solo me quiero quedar con que te quieres dar una oportunidad y lo único que espero es ser tu principal opción. – Se lo tomaba de manera más sencilla, tenía toda la razón en lo que me estaba diciendo y eso me hacía quererla mucho más, eso me permitió disfrutar todo de esa noche, nuestras conversaciones absurdas, las salidas de protocolo que teníamos en ese lugar tan formal, el de llegar a nuestro hotel y besarnos tanto que las horas pasaron sin darnos cuentas de que la mañana llegó y nuestros deseos no se pudieron apaciguar en ningún momento, no queríamos separarnos y no es solo eso, no podíamos, nos necesitábamos y nuestros cuerpos no se podían apartar porque estábamos sintiendo un esbozo de lo que podría ser el amor real. Ese amor que no se compra en ningún lado y que se logra con la sinceridad del alma, ese amor que no esperaba nada más del otro que solo compartir su tiempo, sus pensamientos, su primer beso de la mañana y el último de la noche si nuestro calor nos permitía dormir. Lo dije anteriormente, no puedo definir lo que siento, pero vivo cada instante como si fuera el último, porque Francisca ha vuelto a encender la fogata de mi corazón y solo a su lado quiero cantar todas las canciones que el fuego me permita hacer para ella. Sin embargo, no sé qué nos depara el tiempo, pero hemos decidido tomar las cosas con calma, no acelerarnos en buscarle un nombre a lo que somos. Lo único que ambos pretendemos hasta el momento... es el de conocerlos, acompañarnos y compartir nuestro día a día. Es una muy linda mujer, no solo lo digo por su aspecto físico, sino que su corazón es muy dulce y percibo que aunque yo no tengo claridad de lo que siento, percibo que se está entregado por entero. Eso no me molesta, al contrario hace que me sienta muy bien, pero temo hacerle daño como ya se lo hice alguna vez a Cristina. Aunque en todos los meses que han transcurrido, me he dado la instrucción en que no debo pensar en ella, ha sido imposible, siempre ha estado en mi mente. Si contara la cantidad de veces que me hecho la pregunta de dónde está, qué está haciendo en el preciso momento que la imagino, podría decir que el número asciende a millones, pero las heridas han ido sanando, o mejor dicho cicatrizando, pero no lo puedo comprobar, puesto que el estar a una distancia tan grande como estamos y de no verla y saber de ella, puede que me haya facilitado las cosas, tarde o temprano tendré que volver a Chile y daré cuenta de que si todo lo que he dicho ha funcionado y no termino en problemas e intentando que vuelva conmigo. Sin embargo, me ha sido difícil no preguntarles a mis amigos o a Rodrigo si han sabido algo, pero desde que pisé Estados Unidos, les pedí encarecidamente que no me hablaran del tema, aunque se los preguntase y yo al menos, he cumplido la parte que me corresponde de mi promesa. Como he redundado tanto, solo me dedicaré a vivir el momento y a completar el trabajo final que nos queda para ver si en Chile puedo rearmar el puzle que tiene piezas extraviadas que no sé cómo voy a armar nuevamente.
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¿Será Muy Tarde?
Teen FictionCuando el corazón queda en la mesa, es porque ya no queda palabra, gesto o símbolo de amor que haga que uno vuelva a tomarlo en su mano para continuar hacia delante. El tiempo que llevan juntos no es excusa para disculparse por los errores que se co...