23
El paso del tiempo solo provocó que se viera mucho más linda de lo que era. Llevaba un peinado diferente y se veía radiante. Mientras lo pensaba, también me daba una lata pensar que era porque ya no estaba conmigo, pero las mujeres siempre que terminan una relación tienen la capacidad para volverse bellas y siempre lo había sido, ahora solo se veía mejor que antes. Cuando la vi llegar me puse de pie y le extendí mi mano para saludarme y se rió y me dijo «No seas tonto» se acercó y me abrazó fuertemente. Su abrazo hizo que todas mis feromonas se revolucionaran y mi corazón palpitara rápidamente. Mi sorpresa fue que venía acompañada de Simba, así que inferí que era lo había pensado, me lo venía a devolver, pero nuestra conversación inició después de que nos sentamos en la mesa de siempre y pedimos lo de siempre:
— Te noto cambiado Martín ¿Cómo estás? – Era como hablar con otra persona.
— Bien yo estoy muy bien, tú eres la que está muy cambiada Cristina.
— Puede ser, estoy haciendo otro tipo de cosas.
— ¿Cosas? – La miraba curiosamente esperando una respuesta de su parte.
— Ejercicio, menos trabajo, dedicándome a la maternidad. – Cómo no podía creerlo ¿Sería mamá?
— ¿Serás mamá? – Le pregunté muy intrigado.
— Ya lo soy Martín, tú mismo me diste un hijo. – No estaba entendiendo nada.
— No te estoy entendiendo nada Cristina, puedes explicarte. – Ya me estaba incomodando demasiado con lo que estábamos hablando.
— Por lo que veo no comprendes, Simba es mi bebé. Me ha servido mucho tenerlo cerca. Es demasiado tierno.
— Ahora entiendo todo ¿Yo pensé que me lo venías a devolver?
— ¿Estás loco? Antes muerte que entregártelo. – La única opción que tenía en mente para que se reuniera conmigo se había desvanecido y ya me estaba entrando el colapso mental que por más que intenté, no pude evitar.
— Está bien y cuéntame cómo anda todo.
— Te lo contaré Martín, habrá tiempo, pero antes quiero que sepas porque te escribí.
— La verdad me gustaría mucho saberlo. – Solo complementé algo mientras disimuladamente buscaba la carta que había preparado que aún no sabía si la utilizaría.
— Desde la última vez que nos vimos han pasado casi dos años. En ese tiempo he pensado muchas cosas y me he dado tiempo. Esto me ha servido para conocerme, perdonarme, reconciliar mis genios y poder darle una segunda mirada a todo lo que pasó. Cuando te entregué la carta, te dije lo que realmente sentía, que te amaba y que deseaba que siguieras adelante sin mí, que no te detuvieras que yo tampoco lo iba hacer, pero desde que supe que estabas de regreso, tenía que decirte una vez más lo que siento... - Estaba tan nervioso, antes de escucharla le pregunté...
— Tú sabes que estuve en Estados Unidos trabajando...
— Sí – Escueta y precisa respuesta.
— ¿Además sabes con quien me fui?
— Te fuiste con Francisca Sonetto.
— ¿Entonces? – Esperaba un grito algo así, pero no la tranquilidad con que me lo decía.
— Entonces nada Martín, eso ya pasó, yo misma te dije que forjarás tu camino y entiendo que te fuiste a trabajar, desconozco si pasó algo entre ustedes y la verdad no quiero saberlo ¿Me puedes dejar terminar?
— Está bien.
— Martín en todo el tiempo que ha pasado, nunca he dejado de quererte, pensé mucho en ti, pero no podía encontrar la forma de vencer mi soberbia para llamarte o escribirte, no podía, en estos últimos meses he decidido que debo hablar con la verdad y yo quiero creer que podemos estar juntos nuevamente. Sé que todo no terminó bien, ambos cometimos errores, pero sé que tú me amas y yo también lo hago y quiero que lo volvamos a intentar, que volvamos hacer todo lo que nos gustaba, que volvamos a ese Martín y Cristina que se conocieron en ese paradero y que juntos se entregaron por primera vez, que han vivido momentos de tristeza, de alegrías y lo más importante de perderse y reencontrarse nuevamente. Martín, no me mires con esa cara que no sé qué quiere decir, pero démonos una oportunidad de volver a estar juntos. Mira lo que estoy haciendo, algo que jamás pensé que haría, tú me conoces y sabes muy bien que esto no se me da fácil, pero lo que siento ha vencido todo orgullo que me impide mentirte y no decirte que aun te amo y que no quiero perderte por ningún motivo. – No respondí, me quedé callado, me sentí abrumado, solo atiné a guardar la carta, beberme el último sorbo de café y decirle a Cristina que nos fuéramos de ahí algún otro lugar y que ahí podríamos seguir conversando acerca de lo que me decía.
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¿Será Muy Tarde?
Teen FictionCuando el corazón queda en la mesa, es porque ya no queda palabra, gesto o símbolo de amor que haga que uno vuelva a tomarlo en su mano para continuar hacia delante. El tiempo que llevan juntos no es excusa para disculparse por los errores que se co...