Capítulo 17

39 6 0
                                    

17

Para ser justos, estar aquí no ha sido tan malo como pensé que sería. Sin duda, es una parte de mi trabajo que jamás había hecho. Además, que no somos conocidos como en Chile, podemos estar todo el tiempo que queramos haciendo tonteras y nadie nos juzgará. Aparte que New York tiene lugares espectaculares para visitar y deambular. Mi lugar preferido para estar aquí es el Central Park. Es un parque inmenso, maravilloso, la gente no tiene tapujos y vive con tranquilidad. Aquí nadie anda pensando que lo asaltarán a cada momento, uno puede conversar tranquilamente con cualquier persona y nadie cree que el otro tiene malas intenciones. Es por eso, que en los momentos libres que tengo, camino por el parque para buscar ideas para mi nuevo libro que ya va tomando forma. Me ronda la idea de hacer un libro de un ángel que se enamora de una humana, hasta ahí suena muy parecido a lo que hizo Meg Ryan y Nicolas Cage en Un Ángel Enamorado, pero la trama de esta historia es diferente, porque a este ángel lo engaña esa humana e intenta por todas las formas hacer que Dios escuche sus plegarias y quiere volver al lugar divino de donde pertenece. No sé si es tan buena idea, pero me encuentro en proceso de madurarla. Por otra parte, estoy mejorando mi inglés, yo sabía hablar, pero estar todos los días comunicándome con gente que solo habla ese idioma, no es sencillo como parece, aunque en todos lados hay latinos y chilenos para compartir momentos de fraternidad, por eso, es que me he sentido menos aislado del mundo. Igual trato de cuidar mis emociones e impulsividades, estoy seguro que muchas personas para recordar momentos importantes o conversaciones recurren a sus celulares, constantemente he estado mirando las conversaciones que teníamos con Cristina y me trae muchos recuerdos lindos. He revivido situaciones que antes había pasado por alto o conversaciones sexuales que nos enviábamos durante el día que nos hacían animarnos y apalear las horas del días hasta que nos encontráramos desnudos durante la noche. Pero siempre la embarro, sin querer pasé a llevar en el Whatsapp el botón de llamadas y odio esa aplicación, siempre me pasa, se aprieta y al otro le aparece de inmediato, no es como los teléfonos antiguos que cuando uno marca existe un intertanto para gente arrepentida como yo. Instantáneamente lo apagué creyendo estúpidamente que no se daría cuenta y a pesar de que me esforcé en mantenerlo un rato así, tarde o temprano tuve que encenderlo y ahí estaba su mensaje preguntándome si yo la había llamado. Me puse de todos colores. Todos los días me acordaba y pensaba cómo se daría nuestro encuentro, porque sin duda nos volveríamos a ver, pero no estaba preparado psicológicamente para responder, así que más tonto todavía dije la verdad «No te llamé, pasé a llevar la opción de llamado» y rápidamente como si tuviera el teléfono en la mano me respondió «Evita pasar a llevar el teléfono nuevamente» Gracias. Lo escueto de su mensaje no dejaba mucho para la interpretación. Debía cuidar más ese aspecto y recordar lo que decía María José: «Cuando quieras psicopatear a alguien, desconecta el internet». Independientemente de las torpezas por las que yo mismo me he pisado la cola, me pasa algo extraño. Aquí existe una chilena con la que trabajo todos los días que he luchado todo el tiempo que llevo aquí para evitar tener la mayor cantidad de conversaciones posibles, solo me he dirigido cuando se trata de temas laborales, pero el edificio de True You es inmenso y aquí no somos famosos escritores, sino que solo dos personas que tienen dos oficinas y cada uno trabaja con un traductor durante el día haciendo revisiones de lo que él está haciendo con nuestros libros. Es por esto, que día tras día, sin quererlo y por inercia, he ido conversado un poco más con Francisca. Me sorprende su facilidad de hacer como que nada pasó entre nosotros, prácticamente llevamos una relación de dos personas que solo son compañeros que se están conociendo y tienen algunas cosas en común. Bueno, yo diría que bastantes cosas en común. María José nos acompañó los primeros tres meses que llevamos aquí, pero al cuarto mes tuvo que volver a Chile, más que mal nuestras carreras se manejan ahí y no aquí, aunque de todos modos, fue la que nos presentó a todo el mundo y por sobre todo a las personas con las cuales nos relacionaríamos. Francisca es encantadora y es muy inteligente, me atrevería a decir que habla por kilómetros mucho mejor inglés del que hablo y se ha relacionado mucho mejor con todo el mundo aquí. Por este motivo, que no me llamó la atención que fuera invitada incontables veces a salir por los tipos que trabajan aquí y hasta donde me he enterado, ha rechazado todas las invitaciones, bueno eso lo sé, porque me lo contó Michael Levesque quien trabaja conmigo en la traducción de Jamás Volverás a Estar o debería decir en inglés You'll never be. Podríamos decir que Michael es lo más cercano a un amigo que tengo y solemos conversar. El habla muy bien el español y eso es producto de que vivió hasta los 13 años en España, sus padres estaban ahí por cuestiones de trabajo, después cuando volvieron, él estudio una licenciatura en letras y lo demás es historia a lo que refiere a su aspecto profesional. Muchas veces me ha invitado a tomar unas cervezas con los compañeros del trabajo, que parece que es un ritual en el que todos los viernes se reúnen para hablar de los jefes y de todo lo que ocurre en la oficina. Yo no sabía que resultaba tan enigmático para todos, aunque tenían razones de sobra para hacerlo, porque aparte de Michael, evitaba hablar con otras personas, es por eso, que el rumor corrió rápido en la oficina de que yo iría ese viernes por la noche a compartir con los coworkers mi semana laboral. Yo me enteré porque mientras trabajábamos, Francisca tocó la puerta y me pidió si podíamos hablar. Yo accedí sin problemas y miró a Michael recalcando que es a solas e inmediatamente él salió con la excusa de que iría por café y rosquillas.

— ¿No estabas haciendo nada muy importante? – Francisca preguntó un poco preocupada mientras tomaba asiento.— No, lo de siempre ¿Cuándo crees que terminarás la traducción? — Es probable que si hacemos el trabajo pulcramente... en cinco meses. — A nosotros con Michael nos queda casi el mismo tiempo.— Aunque no debes celebrar Martín, después viene el tiempo de espera de la edición y promoción y bien sabes que eso es mucho tiempo y la verdad que engorroso. — Tienes razón Francisca ¿Qué ocurre?— ¿A qué te refieres con qué ocurre? – Me miró extrañada.— Si viniste es pare decirme algo. – Le respondí también mirándola extrañada.— La verdad es una tontera, perdón no te quito el tiempo. – Ella se sonrojó y comenzó a levantarse de su asiento.— Pero ya estás aquí, dime que sucede.— Sé que en el tiempo que hemos llevado aquí no nos hemos comunicado mucho y a veces es bueno conversar con una cara familiar, pero la verdad venía para molestarte porque supe que irás al famoso «Friday Night».— No puedo creer como los rumores corren tan rápido.— Para que veas como se difunden las noticias.— Debe haber sido Michael, es el único que sabía que iría.— Bueno Martín comprende a nuestros compañeritos, eres todo un enigma, además, que vienes con muchos pergaminos desde Chile.— Francisca, esa eres tú, yo creo que eres mejor escritora que yo.— Estoy de acuerdo contigo en eso último. - Eso distendió y rompió las tensiones entre nosotros. — No sabía que fueras tan molestosa y que solo vinieras a eso.— La verdad que vengo por un motivo similar, pero te quiero decir algo.— En los «Friday Night» hacen competencias de karaoke entre parejas y me gustaría que tú esta noche mi acompañaras en mi debut.— ¿Tu debut? – Pregunté de forma extrañada.— Primera vez que voy y seré sincera, no me quiero perder el momento en que todas las mujeres que tienes loquitas de la oficina traten de acercarse.— Mentira Francisca, reconoce que solo eres tú la que me quieres seducir. – Típico de mí, nunca controlaba mis palabras y hablaba sin pensar. En ese momento incómodo, es que olvidé el paso del tiempo, pero lo recordé al instante como si estuviera haciendo el Ice Bucket Challenge. Puede ser Martín, pero eso se verá después... - Fue demasiado embarazoso, pero me hizo mucha gracia su invitación y la verdad que pasarla un rato bien y distraerse del trabajo creo que no le haría mal a nadie. Por otra parte, el chismoso de Michael me salvó porque llegó con café para cuatro e invitamos a Patrice Anne, quien era la traductora de Francisca y los cuatro conversamos amenamente de lo que nos esperaba y se hacía en el «Friday Night».

¿Será Muy Tarde?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora