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Memorias

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Memorias. Creí que las había perdido a todas, pero no fue así. Una vez, escuché a una persona en un programa decir que las memorias nos forman como personas. Son las experiencias y lo adquirido mediante ellas lo que nos transforman en lo que somos hoy en día. Eso me hizo preguntarme, ¿quién soy? ¿Quién fui, antes de perder esas memorias? Quizás era un chico estudioso, o un amante de las películas. ¿Cuál sería mi color favorito? ¿El mismo que el de ahora, o no habrá cambiado?

-Te volviste a perder -me dice JungKook, pasándome la mano frente a la cara. Me gustaría decirle que nunca me fui, que siempre estuve aquí, pero no lo hago.

-Estaba pensando.

-¿En qué? -le da un sorbo a su Coca-Cola. Tiene su mirada fija en mi rostro, y no la separa en ningún momento.

Hago un ademán con la mano, para restarle importancia. -No lo entenderías.

-Pruébame.

Las calles de nuestro vecindario están en silencio, quizás demasiado. Sin embargo, el paisaje nocturno del cielo estrellado es lo suficientemente ruidoso como para llenar mi cabeza; mis ojos aparecian los cráteres de la luna, y los cabellos rosados que vuelan por el viento. Esta noche, JungKook se ve hermoso. Quizás siempre lo hizo, pero esta noche, esta bendita noche, su rostro tiene algún tipo de magia que me deja hipnotizado. Lo veo esbozar una leve sonrisa.

-Estaba pensando en quién soy.

Ladea su cabeza, y su ceño se frunce. Por un segundo considero la idea de dejar de hablar o cambiar de tema, pero no lo hago.

-Estaba pensando en quién fui, antes de perder mis memorias. Hay mucho de mi pasado que desconozco, muchos momentos borrados, y eso me hace preguntarme quién habré sido en ese momento. Qué habrá sido de mí en esas situaciones, qué habré dicho, o con quién habré estado -la mirada se le oscurece. Ahora, parece ser que él se ha perdido en sus pensamientos-, a veces siento que estoy a punto de recordar algo, pero se me va. Sucede todo el tiempo. Y más cuando estoy contigo.

-¿Conmigo? -sus ojos me miran sorprendidos y, por extraño que parezca, asustados.

-Sí. Más contigo.

Rompe el contacto visual. Últimamente hace mucho eso. No puede mantener su mirada sobre la mía por demasiado tiempo; escapa de mis ojos, y no busca un refugio en ellos, sino que los ahuyenta. Me hace sentir mal. Me apena hacerle tanto daño a JungKook, más que nada porque no tengo idea del porqué.

-Supongo que tengo bastante influencia en tu vida -dice él, con una sonrisa triste. Me gustaría poder estar un día sobre sus pies, para saber qué pasa por su cabeza en estos momentos. Quizás algo importante, algo que me ayude a saber quién soy. Entonces, antes de que el ambiente se llene de silencio de nuevo, me dispongo a hablar.

-JungKook, el otro día hice una investigación, y descubrí algo... -comienzo a decir, acercando mi cuerpo al suyo. Pero aún si intento acercarme, él siempre está un paso delante mío. Siempre lejos-, descubrí que tú ibas a la misma secundaria que yo, y no solo eso, sino que teníamos bastantes clases en común.

Se queda en silencio. La mano que sostiene un botella medio vacía de Coca-Cola le tiembla fuertemente, y reconozco sus intentos por detener los temblores. Está asustado, nervioso. Este es el mayor acercamiento que tenemos desde que comenzamos a hablar hace casi tres meses atrás, a pesar de que en mi cabeza me he imaginado a mí mismo en esta situación decenas de veces.

-Así que si realmente tú y yo no nos conocimos, si no tuvimos ningún tipo de conexión y no fuimos más que unos desconocidos esperando por una señal para conectarse, mírame a los ojos, y dímelo -sus ojos se levantan tímidamente hacia los míos-, no evadas mi mirada, ni rompas el contacto. Dímelo mientras me miras. Dímelo ahora.

Pero se queda en silencio. No dice "sí", ni dice "no". Nada sale de su boca. Está mudo en su sitio, con sus ojos en mi rostro, muy cerca de los míos. En cierto momento, se levanta y parece que está a punto de abandonar la habitación, pero no lo hace.

-Si hago algo, ¿me prometes que no vas a olvidarte de mí? -susurra él. Mis labios se sellan en una fina línea.

-Lo prometo.

Y en ese momento, sus manos me rodean las mejillas y sus labios se juntan con los míos, de la forma en la que nunca se animó a juntar nuestros ojos. Su respiracion calma guía a la mía en esta noche nocturna, y algo se remueve en mi interior: es mi estómago. Me cosquillea. Mi corazón comienza a latir de una forma tan extraña que me asusta, pero al mismo tiempo quiero que siga. Entonces, algo me invade por completo. Una sensación. No, es algo más. A los segundos me doy cuenta de que es un recuerdo.

Me aferro más a la sensación de sus labios con los míos, y me aseguro de que no termine. En un momento, creo sentir algo frío empapándome las mejillas. Son lágrimas. JungKook está llorando.

Un recuerdo hace presencia en mi cabeza. Soy yo, unos años atrás. Estoy llorando como nunca, como si acabaran de darme la peor noticia de mi vida. Frente a mí, un chico con el cabello rosado me está haciendo preguntas, que hacen eco en mi interior. Todo mi interior está revuelto, las emociones intensas me abruman y no me permiten pensar correctamente, así que suelto lo primero que llega a mi cabeza, la verdad de lo que siento: "Eres tú, JungKook", susurro, antes de que más lágrimas sigan cayendo.

Otro recuerdo hace el amago de venir. Mis manos se entrelazan con las de JungKook cuando siento que está por alejarse de mí, y me acerco. Él sigue llorando, puedo sentir los cortos espasmos que su cuerpo suelta. Le acaricio las palmas de las manos con los dedos, como para decirle que se tranquilice.

Estoy en una sala, parece una enfermería. JungKook está frente a mí, y se está secando el cuerpo cubierto de químicos con una toalla. No puedo sacar los ojos de su persona, hay algo que me lo impide. De repente, un chico entra en la habitación. Lo conozco, o eso siento. Tiene una sonrisa cuadrada y los ojos más sinceros que vi en mi vida. Se llama TaeHyung. Luego, me viene otro recuerdo. Su funeral.

Me siento más ligero, y luego más pesado. Los recuerdos vienen y van, las memorias salen y entran. Todo lo que creí conocer de mí y todo lo que me faltaba por conocer se está aclarando en mi cabeza; lo cierto es que no cambié demasiado, pero hay algo en lo que no me reconozco por completo. Los ojos. Benditos sean los ojos, y el miedo que me invadía cada vez que debía hacer contacto visual. Quizás es por eso que nunca noté que JungKook tenía unos ojos realmente lindos. Tardé demasiado en descubrirlo.

Finalmente, JungKook se separa de mí. Todo su cuerpo tiembla, pero al menos sus ojos están mirando a los míos. Me muestra una tímida sonrisa, quizás para ocultar el hecho de que todo su interior está completamente aterrado.

-Esa es mi respuesta a tu pregunta.

Sus ojos inspeccionan los míos, aterrados. Yo me limito a observarlos, sin pronunciar palabra todavía. Lo veo tragar saliva.

-¿Sí sabes quién soy, YoonGi? -Pregunta él, y yo suelto una risa ronca.

-Ah, Jeon JungKook -sus ojos comienzan a inundarse de lágrimas y me estrecha entre sus brazos con fuerza, y yo ni siquiera hago algo para impedirlo-, te recuerdo mejor que nunca.

La luna brilla con intensidad. El amanecer se está acercando, pero incluso si los primeros rayos del sol comienzan a hacer presencia en el cielo raso, ella no se va. Supongo que eso es porque, incluso cuando la noche se acaba, la luna no abandona el cielo. Y quizás eso sucedió conmigo. Nunca me fui, solo estaba ahí, esperando que se acercara el anochecer. Ahora, Luna y Sol se encuentran en mi cielo. Danzan entre rayos y estrellas, entre constelaciones y planetas. Quizás tengan que abandonar el cielo en unos segundos, pero está bien, porque ese era el reencuentro que necesitaban. Necesitaban saber que estaban ahí para la otra.

Y en las afueras del edificio, los últimos pétalos de una flor de cerezo caen.

Hanahaki | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora