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A pesar de tener los ojos cerrados y una almohada aplastando mi cabeza, escucho el sonido de la alarma a mi lado indicando que es hora de levantarme para el instituto. Suelto un quejido por lo bajo cuando siento a Al cojín sobre mi cabeza ser arrebatado, permitiendo a los radiantes rayos del sol penetrar mi campo de visión, haciéndome cerrar los ojos con molestia.

SeokJin, quien parece muy divertido, suelta una risa y comienza a pegarme juguetonamente con la almohada en la espalda.- Son las siete de la mañana y tú aquí acostado, dormilón. -Me dice, y yo me quejo en voz baja, de nuevo.

Con pocas fuerzas, me impulso desde donde estoy para terminar boca arriba sobre mi cama, y me paso una mano por el rostro, intentando despertarme. SeokJin suelta una ligera risa al verme antes de acercarse a la puerta.- Te dejaré solo para que te cambies. No tardes demasiado. -Advierte al final, porque me conoce y sabe que durante la mañana me muevo a paso de tortuga.

Asiento restándole importancia y espero a salga del cuarto para levantarme de la cama. Me tambaleo hasta el armario donde recojo el típico uniforme de instituto; una camisa blanca con una corbata negra, unos pantalones -jeans, en mi caso- que la academia deja a tu disposición, y unas zapatillas Adidas que tengo desde el año pasado.

Por más que hago todo lo que puedo por apurarme, tardo demasiado. Mi metabolismo es lento durante la mañana y parece ser que no puedo hacer nada por cambiarlo. Es algo así como un Internet Explorer versión cuerpo de Min YoonGi.

Hago una mueca en cuanto me miro en el espejo, observando mi apariencia devastada y soñolienta. No entiendo cómo pueden existir personas que durante la mañana se vean geniales, porque en lo personal, no soy una de esas. Tengo cara de vómito de sapo.

Tomo mi mochila desde los tirantes y la cuelgo en mi hombro, para al fin poder salir de mi habitación y comenzar a bajar las escaleras. En el comedor se encuentra SeokJin, mi amigo de toda la vida, quien ya había terminado de desayunar, por lo que se ve. En cuanto me oye bajar, se voltea con un bote de cereales y leche en mano el cual me ofrece.

-Deberías comer antes de ir a la escuela. -Me dice, tendiéndome un plato, pero lo rechazo. Me acerco hasta la puerta de salida, donde tomo mis llaves, las cuales tintinean en cuanto chocan entre ellas. Él refunfuña.- La última vez que saliste sin desayunar te desmayaste.

-No pasará esta vez. Vamos. -Le hago una seña con la mano para que me acompañe a la salida. Se apresura a dejar el bote de cereales sobre la mesada sin volver a insistirme y se cuelga vagamente su mochila sobre su hombro, corriendo para alcanzarme.

Juntos salimos de mi casa y cerramos la puerta detrás de nosotros. Durante la mañana mi familia se encuentran en el trabajo, pues mi padre es un contador y mi madre una común mesera de un sitio de comida rápida, en el cual suele pasar la mayoría de tiempo por ser uno de esos lugares que están abiertos las veinticuatro horas del día. Por ésto es que cada mañana me despierto con la irritante presencia de mi mejor amigo, quien con los años se ha vuelto una especie de hermano para mí.

Cruzamos la avenida corriendo, sin mirar si autos estaban pasando. Debemos apurarnos si queremos llegar a tiempo para el primer período. Por supuesto que el culpable de que estemos llegando tarde soy yo y mi lentitud, que siempre causa problemas. SeokJin mira su reloj de mano con exasperación.- Tenemos diez minutos para llegar. -Me dice. Apuro el paso.

-Si correrías más rápido, verás que llegaremos en menos de dos minutos. -Le digo, molesto, puesto que él siempre ha sido muy lento en todo aquello que implique moverse. Se parece a mí, a diferencia que ésto solo sucede en las mañanas, ya que me considero bastante bueno en un deporte; baloncesto. Y bueno, para eso tengo que moverme.

Hanahaki | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora