Hoy no fue el mejor entrenamiento para Stevie. Durante la cena, que por suerte hoy compartí con su grupo, vi que tenía un hematoma en la cara y varios arañazos en rostro y brazos que intentaba ocultarme fracasando en el intento. Por lo que comí todo lo rápido que pude y salí del comedor pasando por delante de la mesa de Stevie para que pudiese notarlo.
Una vez fuera, fui al sitio donde nos escondimos la primera vez y esperé a que Stevie llegase. Desde aquella vez en la que lo llevé a un lugar solitario cerca del comedor, nos hemos visto todas las noches después de cenar para desearnos buenas noches y poder pasar algo de tiempo juntos. Por lo que no me extrañé que, tres minutos después de salir del comedor, Stevie apareció en nuestro lugar.
–¿Cómo te ha ido el día? –comento a la vez que paso mis manos por su cuello dándole un abrazo.
–Podría haber ido mejor –dice sin ganas –pero estoy bien como puedes ver.
–Precisamente por poder verte te pregunto, ¿sabes que tienes una enfermera a tu disposición verdad? –me separo un poco mientras tomo su rostro en mis manos –ven, voy a echarte un poco de pomada en los arañazos para evitar que se infecten y luego ya te librero de la gran condena que es estar a mi lado –digo esto último para distraerlo mientras lo guío hasta la enfermería.
–Sé lo que estás haciendo, no voy a negarme a que me cures, tampoco me voy a sentir menos por el hecho de que tengas que hacerlo, sé que soy más pequeño y débil que los demás. Pero, en caso de que estés siendo sincera, quiero que sepas que no es ninguna condena estar a tu lado –dice dándome un breve beso.
Cuando llegamos a la enfermería veo como inspecciona el lugar hasta que lo obligo, en un tono que no deja lugar a réplicas, a sentarse en una de las camillas.
–Si señora –comenta divertido mientras hace lo que le digo y mira como busco lo necesario para curarle.
–Bien, como podrás ver me tomo mi trabajo muy en serio, y más cuando se trata de alguien a quien quiero –digo contenta y me siento mientras le curo.
–Realmente haces que todo valga la pena Elizabeth Ann Carson.
–Al contrario, ese eres tu –digo terminando de curarle –deberías volver, mañana os espera uno de los días más duros –resopla sin importarle que yo le escuche –pero sé que vas a poder con todo, además, me pasaré a verte.
–¿Cómo? –me mira contento
–No puedo decírtelo, pero ahora deberías irte a descansar –me levanto de la silla y me acerco más a él.
–Sí, debería –dice mirándome para después besarme.
Esa noche recuerdo que soñé con Steve.
–¿Te apetece dar un paseo Eliza? –me pregunta una Peggy divertida. Creo que estoy soñando, porque no la había visto tan contenta y eso que desde hace días nuestra amistad ha ido en aumento.
–Por supuesto –digo montándome en la parte de atrás del coche donde ella y el soldado Walker se encuentran.
–¿Cómo va el proyecto? ¿Erskine ya lo tiene todo terminado? –comenta mientras el coche hace su recorrido por los alrededores de la base.
–No aun no, hace días que ya no nos necesita, por eso las enfermeras pasamos la mayor parte del tiempo en la enfermería y no con el doctor, tengo entendido que está en la última fase, que es probar las máquinas de Stark fabricó.
–Esperemos que terminen pronto –dice dando por finalizada la conversación.
Al cabo de unos minutos llegamos a uno de los puntos más alejados de la base y nos paramos cerca de una bandera.
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El primer amor del Capitán América (Steve Rogers) [Libro I]
RomanceAño 1918. Nace Steven Grant Rogers, mejor conocido como Capitán América. El hombre que se sacrificó en 1945 hundiendo el avión bajo el hielo para evitar la devastación de Nueva York. Todos conocen esa historia, pero muy pocos saben de su gran amor:...