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Dos Horas Antes.

Sentía un horripilante dolor de cabeza, que le rogaba porque no abriera los ojos, claro, como siempre, él nunca le hacia caso a su cuerpo y sus necesidades, así que con algo de esfuerzo y mucha voluntad, abrió los ojos.

Lo primero que vio fue, unos llamativos ojos color verde y una respingada nariz llena de pecas, que por cierto estaban invadiendo su espacio personal, asustado brinco en su lugar, retrocediendo al instante.

-¡Q-Q-Que Demonios Haces! -grito exaltado-

-¿Uhg? ¿Cuido de tí? -dijo alzando una de sus rojizas cejas- ¡que detective para más malagradecido! -cruzó sus brazos indignada- no se que de bueno le ve Atsushi a esa agencia-

-¡¿Que?! Espera -suspiro- haré como que no escuche eso niña -

-¡N-N-Niña! ¿a quien le dices niña, ve viejo? -gruño, poniéndose de pie, enojada-

Kunikida simplemente la ignoró y desde su posición, en una cama, comenzó a observar su entorno, si no recordaba mal estuvo ahí.

¿O quizás no?, bueno en estos momentos tenías a sus memorias de paseó, así que no lo recordaba bien.

-¿... Solo estoy yo? -pregunto al no ver por ningún lado a Atsushi-

-Si, solo a ti te encontré ahí ¿habia alguien más? -

Él rubio la vio largamente, no metía, sus ojos estaban limpios, demasiado para una ex-ayudante de The Guild.

-¿Q-Que? -tartamudeo, ¿se habría dado cuenta? no podía, él era Beta-

-¿Podrias volver a dejarme en el lugar que me contrastes? -

-Con gusto lo haría -rodo los ojos- si pudieras mantenerte en pie claro está-

Y ante esa obviedad, fue que al fin bajo la mirada hacia su pie, pie que estaba envuelto en una muy mala venda cabe destacar.

-¿No te distes cuenta? -

El rubio solo nego.

-Quédate hasta que puedas asentar el pie yo... estaré en la otra habitación -aclaró-

Con eso dicho, la Omega, Lucy Moud Montgomery, se dirigió a otra puerta, necesitaba salir de ahí.

-... Gracias -susurro él de lentes-

Ella solo asintió con una pequeña sonrisa antes de girar la manija.

Sería una noche larga, una para ella y su estro (Celo), que por culpa del Beta no pudo parar, no si quería atenderlo primero.

Suspiro.

No volvería a olvidar tomar los Supresores.

Otro Lugar, Misma Hora.

Que el tuviera un gigantesco gato (Tigre) por dentro no quería decir que, literalmente, él fuera uno.

Aun así cuando callo al agua caliente no pudo no brincar despavorido al instante.

-¡Que! Q-Que -murmuro asustado saliendo rápidamente-

Corrió en busca de la salida, más una pálida espalda, casi enfermiza diría, se atravesó en su cometido, llevándose al individuo con él al suelo.

-D-Duele -murmuro sobandose la parte baja de su espalda-

Con su mano libre apretó algo ¿duro? o ¿blando?.

-Que demonios -escucho a su costado-

Esa voz.

Mierda.

Accidente -AkuAtsu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora