El Príncipe Cautivo (Destiel)

"La Prueba de Posesión"

Advertencia: Lemon.

Capítulo 2: La Prueba de Posesión.

Lucifer tenía toda la razón del mundo si pensaba que Dean tenía la influencia necesaria para preferir el honor antes que la muerte. Igual tenía que arriesgarse, si hubiera otra forma lo haría, ya que la vida de su familia era muy importante para él.

—¡Pero debo hablar esto con mi hermano! —exclamó Sam.

—Lo sé —aseguró Lucifer.

—¿Y entonces?

Hubo un pequeño silencio donde Lucifer pensó.

—Antes de ir con tu hermano, me darás una prueba de buena voluntad.

—¿Cómo? ¿De qué hablas? —le preguntó Sam.

—Te dejaré ir y hablarás a solas con tu hermano, e incluso, te dejaré que hables con tu familia. Te pongas de acuerdo y todo, pero el precio será tu virtud.

—¡Qué! ¡Estás loco! —chilló Sam.

—Es el precio. Si tengo tu virtud, me aseguro, que no cometerás suicidio honroso junto a tu familia.

—Daré mi palabra de que no lo haré. Eso debe bastar, soy un príncipe.

—... que está desesperado.

—¡Y tú piensas aprovecharte de mi desesperación! —gritó Sam fuera de sí.

—Pues, claro, soy el Diablo y estás haciendo un trato conmigo. No lo haré por menos.

—Mi virtud solo la entrego a mi esposo o esposa. A nadie más —sonó terminante.

—Seré tu prometido y tu esposo de todas formas. El cuándo me entregarás tu virtud es irrelevante, porque lo harás tarde o temprano.

Otra vez estaba en lo cierto. Ese Diablo tendría su virtud sí o sí, no había salida al respecto salvo la muerte y esta debía posponerla para hablar con su familia. En enojo de todo el asunto cambió, bruscamente, a admiración por la forma de manipular que tenía ese rey malévolo.

—Está bien, pero no tocaré la cama de mis padres.

Lucifer quedó con el sarcasmo en su boca, ya que iba a seguir con su cantaleta real.

—¿En serio? —preguntó Lucifer casi sin poder creerlo.

—En serio, pero yo también necesito una prueba de buena fe, de que cumplirás el trato y no retirarás mi oferta después de tener mi virtud.

—Naturalmente ¿Qué deseas?

—La mejor atención médica para mi padre hasta que se recupere...

—¡Hecho! —concilió Lucifer.

—... y...

—¿No serás tú el aprovechado?

—¡Y!... —alzó la voz para callarlo—. Yo dictaré la forma de entregar mi virtud. Te pasas de mis reglas, solo un milímetro, y no hay trato.

Lucifer lo quedó mirando con seriedad. Parecía un concurso de miradas desafiantes.

—Bien, bien, estoy de acuerdo con tus términos, que para el registro, los encuentro exagerados. Pero tú lo vales, así que trato hecho.

Sam se movió nervioso en su puesto.

—Así que, ¿dónde quieres hacerlo? —preguntó Lucifer, restregándose las manos.

—Primero, la atención médica a mi padre.