"Forjado en la derrota"

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Advertencia: Lemon.

Capítulo 11: Forjado en la derrota.

Pasarían algunos años antes de que Dean pudiera corresponder a los sentimientos de Castiel. No había problemas al respecto, este tenía mucha paciencia y se fue ganando al chico con sus miradas, su paciencia, su cariño. Dean no podía resistir la mirada de amor del que era objeto. Sentía derretir su corazón sin poder respirar.

Dean solo dejaba que las cosas fluyeran, ya no se preocupaba por eso. No se preocupaba por nada. En momentos de desesperación, donde no había nada qué hacer, lo mejor era dejarse llevar por la corriente, si esta era buena, agradable y noble.

Desde ese instante, las cosas comenzaron a mejorar en todo sentido. La reconstrucción avanzó y las nuevas políticas comerciales, implementadas por los monarcas sobre el mercado, dieron frutos. Las contribuciones, como los tributos al imperio eran justas y ningún comerciante se alteró por eso. Así el reino prosperó, e incluso, personas extranjeras venían a visitarlos y finalmente, se quedaban a vivir.

Pasaron unos meses y recibieron noticias de Sam. Estaba embarazado, al parecer, muy feliz. A Dean no le interesó mucho, pero sus padres estaban muy felices con la noticia de ser abuelos.

—Quizás pueda venir a vernos para conocer a nuestro nieto —dijo Mary con ilusión.

Dean se hacía el tonto cuando comenzaban sus padres con añoranzas de abuelos. Si Sam quería venir a visitarlos con su hijo, pues sería bienvenido. Solo que no le vinieran a pedir hijos a él también, se sentiría bastante ofendido por eso. Someterse a ese tratamiento con brebajes extraños, ni hablar. No quería ni pensar en tenerlos y todos alrededor lo sabían, así que no sacaban el tema.

Castiel se pondría baboso de contento si pasaba lo siguiente, pero comprendía que no debía presionar a Dean con algo como eso. Dean sería su conquista por años y estaba bien, porque preferiría esta oportunidad con él, que ninguna. Hacerle el amor por las noches era su droga y no podía dejarla tan fácil, ya que era un adicto a su esposo. Además, su amor sería correspondido algún día, de eso estaba seguro. La forma como lo miraba a veces y como respondía a sus caricias en la cama, le aseguraban esa verdad. Era su amor correspondido, sino lo era ahora ya, lo sería en un futuro cercano. Dean por su parte, estaba absorto con su trabajo de gobernante. Nunca pensó como príncipe, que ese trabajo fuera tan difícil y exhausto.

El reino creció y prosperó. La felicidad del pueblo era evidente, e incluso, la de sus gobernantes. De muchos rincones del imperio venían a este pequeño reino a disfrutar de sus pasteles y miel, porque Castiel se salió con la suya, puso una granja apícola para las abejas del reino y estas eran muy fructíferas. La fama estaba llegando a muchos lugares y el comercio prosperaba. Hasta que una petición especial, llegó del centro del Imperio Novak: un pastel de aniversario de bodas, quien lo pedía era nada más, ni nada menos, que el consorte imperial del reino del sur.

—Tu hermano pidió un pastel para su segundo aniversario de bodas —le dijo Castiel.

—Ya me enteré —respondió Dean.

—Nosotros también podríamos celebrar ese día.

—Como lo celebramos el año pasado estuvo bien.

—Solo hicimos un brindis en la cena.

—Hubo un pastel también.

—Podríamos hace una fiesta.

—Eso no va a pasar.

—¿Por qué no? Nunca tuvimos una fiesta para nosotros. Creo que es buen momento de tenerla.

El Príncipe Cautivo (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora