París
–... Solo hay que seguir tres sencillas reglas. Nada de nombres, nada de preguntas personales y nada de relaciones personales. No es tan difícil ¿Verdad? – Dijo el profesor.
Reí por lo bajo, seria cosa difícil. Giré la cabeza y miré al resto del grupo.Ahí estaban Moscú y Denver, padre e hijo, el padre era un minero de toda la vida, pero un día pensó que podría utilizar su trabajo para conseguir algo más de dinero y robó en varios sitios. El hijo, un chaval de la calle; como yo, que pronto se metió en las drogas, peleas callejeras...
Tokio y Río, la parejita feliz, como yo les llamaba, ellos habían roto la tercera regla del profesor. Ella una mujer muy impulsiva y de sangre caliente, una bomba de relojeria en toda regla. Él un as de la informática, nos iba a servir de mucho.
Nairobi, la reina de la falsificación, falsifica billetes. Lleva falsificándoles desde la adolescencia, sabe muy bien lo que hace. Además es una mujer de diez, de eso no tengo duda.
Helsinki y Oslo, los gigantes serbios, nunca viene mal tener dos soldados en tu plan ¿no?
Berlín, el hombre que el profesor había puesto al mando, un ladrón de guante blanco, se había recorrido todo Europa robando bancos.
Y luego quedaba yo, París, la chica de la calle, la que sería la relaciones públicas de los atracadores, mantendría la calma entre los rehenes, bueno intentaría mantenerla todo lo posible sin olvidar mi condición de atracadora y la suya de rehén.
El profesor nos dio otro discursito de los suyos sobre que íbamos a conseguir mucho dinero. Nos dijo que gracias a ese robo no íbamos a volver a trabajar, ni nosotros, ni nuestros hijos, ni nuestros nietos. Sonreí emocionada, iba a formar parte del atraco del siglo.
– Profesor. – Le llamó Tokio.
– Dime señorita Tokio. – Contestó él.
– Muy bonito el discurso y tal... Pero... ¿Qué vamos a robar? – Dijo ella riendo levemente. El profesor camino con paso firme, le seguimos con la mirada y miró orgulloso una maqueta muy bien hecha.
– La fábrica nacional de moneda y timbre. – Dijo él sonriendo. Me mordí el labio feliz, si todo salía según lo planeado en menos de seis meses estaría en una isla desierta y paradisiaca disfrutando de todo el dinero.
Salimos de la clase.
– Buenas, París. – Me dijo Denver pasando su brazo por mi cuello.
– Hola, Denver. – Dije quitando su brazo.
– ¿Sabes? Tú y yo no somos tan diferentes. – Dijo él riendo, tenía una risa de maniático, la verdad.
– Lo se. – Dije sonriendole.
Tras esto, Helsinki hizo la comida y fuimos a comer.– Estaba pensando en una cosa, sobre París. – Dijo Berlín soltando el cubierto en mitad de la comida.
– Dime. – Dije dejando el botellín de cerveza sobre la mesa.
– Que todos sabemos sobre que ha hecho "mal" en su vida cada uno... Pero de ti nadie sabe nada... – Dijo dando golpecitos con el dedo a su botellín a la mitad de su capacidad
– Iba a discotecas, me ligaba a ciertas personas, luego cuando me llevaba a su casa le daba un golpe en la cabeza y robaba. – Dije tranquila.
– Vamos... Eras como una puta mala ¿no? – Dijo el hombre que me acababa de preguntar.
– No, amigo, no. Nunca me acosté con nadie, ni siquiera un beso, simplemente provocaba bailando, y cuando ya lo tenía seducido le pedía que me llevara a su casa y ahí empezaba mi trabajo. – Dije tranquila.
– O sea que trabajabas igual que la famosa Diana. – Dijo Tokio bebiendo de su botellín.
Miré al profesor y el me sonrió.– Es que yo soy Diana, cariño. – Dije riendo.
– Pero... ¿No dijo el profesor que nada de nombres personales? – Preguntó preocupado Moscú mirando al profesor.
– Es que Diana no es mi nombre real. Diana es mi álter - ego. – Dije mirando a Denver a sus ojos azul mar que tanto me gustaban.
– Joder, reina, te lo has montado de putisima madre. – Dijo el chico al que yo estaba mirando, me límite a sonreír
– Pues sí, nadie tiene una foto tuya, no hay ninguna descripción clara sobre tí... Te lo has montado de cine de verdad, a tus pies señorita París. – Me dijo divertido Río.
– Para hacer lo que tú haces, cariño, hay que tener varias cosas. Primero, ser muy lista. Segundo, tener la mente fría. Tercero, ser la puta ama. Olé tu coño, París. ¡Un brindis por esta reina! – Enumeró Nairobi. Articulé un "gracias" con la boca y brindé con mis compañeros. Tras toda mi vida, ese día, supe que por fin había encontrado mi sitio.
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París ♠Denver LCDP♠
Hayran Kurgu♠ Dicen que París que es la ciudad del amor pero París es de todo menos amor. Eso te hace creer París, que es amor. París es destrucción, París es guerra, París no desencadena ni trae nada bueno... ♠ París seducía a las personas y luego robaba de su...