Capitulo 16. Confesiones y Desayunos

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Al final, John acepto mi decisión. No porque fuera lo correcto, no porque conocía a Alex y a Ed, sino porque era mi decisión; y él sabía que cuando yo me proponía algo, no habría nada que me detuviera.  Era una de las razones por las que era la mejor en esto.

Entonces, tenía a estos tres hombres, cada uno representando una parte de mí, mirándome,  esperando a que les diera indicaciones para actuar, ordenes de las cuales rezaba para que no fallaran...

-Daniel, rastrea el teléfono de Oliver. Estoy segura de que el dispositivo que le instale hace meses podrá deshabilitar cualquier inhibidor de señal, también consígueme la localización de Haimrad, puede que no sea la misma a la del celular, él cabron puede llegar a ser inteligente –Daniel asintió y se volteo a su control de mando, que consistía en computadoras y grandes pantallas ancladas a las paredes.

-Tío John, investiga con cada una de tus fuentes, todas las propiedades de Sáenz, incluyendo los movimientos que ha hecho en cada una de estas.

-De acuerdo –contesto encendiendo una laptop y comenzando a hacer llamadas telefónicas.

-Oliver, –suspire- sé que puedo hacer esto sola, ir y matar a todos los que estén en mi camino, pero realmente preferiría que tu estuvieras ahí, cubriéndome la espalda.

-¿Mi teléfono tenía un rastreador? –Oliver entrecerró los ojos hacia mí. Acababa de confesarle que lo necesitaba, que dejaba mi orgullo de lado diciendo esa oración y ¿eso era lo único que había escuchado?

-Si –conteste desviando la mirada, de reojo vi cómo se acercaba a mí con una sonrisa y me atrapo entre sus brazos.

-Mírame –fue más una orden que una petición; y yo la seguí. –Te seguiría al fin del mundo, no me importa que a quien rescatemos, sea la persona a la que has amado por tantos años... y que aun ames –mire de nuevo a la nada, ese era un golpe bajo – No, mírame –su voz fue más dura esta vez- Pero yo te amo a ti, y no desperdiciaría ningún momento si puedo estar a tu lado, ya sea bajo fuego o bajo las sabanas de Italia, quiero hacerte feliz, y estaré contigo, en cada momento de tu vida.

-Eres demasiado bueno para mí –conseguí decir derramando unas cuantas lágrimas que él se molestó en secar con sus pulgares.

-Lo sé –me acerco más a él y beso mi frente, me sostuve a su estrecha cintura. Era arrogante, era comprensivo, era astuto... era mío.

-¿Puedes venir conmigo un segundo? –seguí a mi tío a la cocina después de la cena, se recargo contra el lavaplatos y yo me subí a uno de los estantes, frente a él.

-Sigues siendo la niña que siempre se sentaba en las encimeras –rio mientras me señalaba. Me encogí de hombros.

-Siempre seré una niña para ti ¿no?

-Lo serás –concordó conmigo asintiendo –Una niña que aprendió  jugar póquer a los nueve años –mi mandíbula cayó al suelo.

-¿Iván te lo conto?

-Por supuesto que no, él sabía que tenía prohibido enseñarte, pero aun así lo hizo por que eras muy insistente y te quería.

-¿Lo supiste todo este tiempo?

-Claro, siempre te vigile –sonreí, él siempre estaba cuidándome.

-¿Qué querías hablar conmigo?

-Ese chico, Harman –hizo su típica pausa, lo hacía para que le pusieran la total atención.

-Uh-huh.

-Me agrada. –Bueno, no me esperaba eso.-¿Qué? ¿Estás bromeando o algo?

-No es enserio, escuche lo que te dijo –rio de nuevo ante mi incredulidad- Se requiere mucho coraje para hacer algo así por alguien. Admiro eso, más si lo hace por ti, Loxy. Se nota que te quiere, ¿tú lo quieres a él?

Trust in the Broken Ones (Serie Broken Pieces #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora