Parte 1. Sueños de confusión
Inhale profundamente y mis ojos se abrieron, esto no podía ser posible.
¿Cómo? ¿Qué? ¿Por qué? ¡¿Qué?! ¡Joder!
Lleve una de mis manos a mi frente, mientras trataba de comprender lo que estaba sucediendo y calmaba mi respiración. Yo no pertenecía aquí, yo ya había pasado por esto, como es que... ¿Cómo es que estaba aquí? Justo aquí. Ni en lo que había pasado anteriormente, ni derramando sangre. Solo... justo aquí.
-Hey hermosa, ¿estás bien? –pregunto del otro lado con el ceño fruncido.
-Yo...no sé –respondí sinceramente observando a mi alrededor. No puedo creerlo ¿todo lo demás no había sucedido?...
-Tu mirada se fue desde hace minutos y apenas regresaste ¿está todo bien? ¿En qué pensabas, hermosa?
-No sé, no lo entiendo. Es realmente confuso...–respondí mientras negaba con la cabeza intentando poner todas mis ideas en orden, toda mi cabeza en orden, todo mi ser en orden, toda mi mierda en orden.
-Entender cómo fue que las sabanas y nuestras piernas quedaron enredadas tan inusualmente y desenredarnos esta mañana... eso sí que fue confuso –dijo mientras sonreía ampliamente y se rascaba la cabeza como si siguiera intentando averiguar una complicada ecuación científica.
-¡Cállate! –sentí mis mejillas sonrojarse. Me estire sobre la mesa para golpearle el hombro.
-Dudo que nos entiendan aquí, y si así lo fuera, no temo decir que fue de las mejores noches de mi vida y sé que también fue de las tuyas –movió las cejas con sonrisa perversa. Solo me reí, no podía negarlo.
Si me encontraba aquí y todo lo demás no había sucedido, entonces podía respirar y olvidar el cómo mi mente había conjugado tantos sucesos solo para reírse de mí. Cerré mis ojos y decidí respirar. Olía malditamente bien aquí, a pesar de que estábamos sentados afuera se podía olfatear los granos de café recién molido, rollos de canela mezclándose con el aire del exterior lleno de olores silvestres y puros, si a eso le sumas el aroma que provenía del hombre sentado frente a mi... realmente te inventabas una manera de encapsular todo y guardarlo por siempre, tal vez ponerle un nombre y venderlo a las almas desafortunadas del mundo entero... No, esto era solamente mío.
El lugar en el que nos encontrábamos era una cafetería de color menta viejo, con sillas y mesas de jardín tipo clásico, como todo el tema de la cafetería, muy al estilo de los años 20. Con personas realmente amables que te atendían con una sonrisa, y aunque fuera él quien hablara por mí, sabía que lo eran.
Él. Mirándome solo ahí, frente a mí, con una mano en la mesa, esperando para que yo la tome, y la otra descansando en su rodilla sobre sus jeans oscuros, usando una sudadera con gorro, botas y su típica sonrisa de te tengo. El sol de la mañana se filtraba sobre nosotros, y joder, la luz de Italia nunca haría parecer a ningún hombre tan atractivo como al que tenía frente a mí. Las personas iban y venían a nuestro alrededor, moviéndose a su ritmo, haciendo lo que tenían que hacer, murmurando cosas en italiano de las que entendía 4 o 5 por que él me las había enseñado, sin duda eran miserables personas ya que no veían la maravillosa imagen que yo estaba viendo.-Te miras hermosa, amor –susurro lo suficientemente alto solo para que yo lo escuchara.
-Tu no estas nada mal, Ollie –conteste después de echarle un vistazo a mi vestido corto floreado y botines.
-Lo sé –sonrió engreídamente.
-Te amo, Ollie –susurre. Mis ojos se llenaron de lágrimas, se movió en un suspiro tomando mi mano.
-Lo sé, nena, lo sé –afirmo mientras frotaba mis nudillos con su pulgar cariñosamente.
-Tuve este maldito extraño sueño en el que...
Me calle. Ahora su pulgar jugaba con un anillo en mi dedo anular, un anillo donde el aro no se unía, que se conectaba solo al otro extremo por una resplandeciente roca, uno que tenía diseños tribales.
-Tu... –titubee– tu no me diste este anillo en Italia –murmure mientras llevaba mi mano libre a mi boca y una lagrima chocaba contra esta.
-No, no lo hice –respondió sin dejar de mirar el anillo al igual que yo. –Debí de hacerlo. Debí de hacerlo– repitió y suspiro levantando su mirada haciendo que lo hiciera yo también.
-¿Por qué estamos aquí?
-Aquí fue donde comenzó el tú y yo –se encogió de hombros y sonrió dulcemente. Tiro de mí, haciendo que rodeara la mesa y me sentara en su regazo. Rodeo con un brazo mi cintura y me pego a él, su olor me invadió aún más. –Cuando te traje aquí nunca pensé que terminaríamos en la misma cama esa misma noche, pensé que me harías trabajar duro por ello al igual como ya lo habías hecho antes cuando te conocí y me dejaste entrar a tu vida, pero cuando tome tu mano después de bajarnos del avión y la apretaste... sonreíste como si al fin pudieras sostener al mundo en tus manos, me sostenías a mí, nos sostenías a nosotros. Sabía que me estaba enamorado de ti, pero esa sonrisa hizo que no hubiera ninguna duda, de que realmente te amaba –tomo mi mejilla y me miro profundamente. –Te amo, Luce. Yo realmente, realmente lo hago.
-¿Por qué me estás diciendo todo esto, Ollie? –pregunte ingenuamente mientras me perdía en sus hermosos ojos.
-Porque aquí fue donde debí de decírtelo –y me beso. Mordió mi labio haciendo que gimiera, aprovecho para que su lengua conectara con la mía, mis manos despeinaban su cabello y me sentó a horcajadas sobre él. Sabía que esto no era real ¿Cómo podría serlo? Así que no me moleste en nuestro alrededor, y lo disfrutamos por lo que parecieron horas.
-¿Por qué esto se siente como una despedida? –Murmure sobre sus labios sin abrir los ojos– ¿No nos quedaremos así por siempre?
-Me temo que no preciosa –hecho mi cabello hacia atrás y me regocije en su caricia. Se detuvo para besar mis parpados. –Ábrelos.
-Si lo hago temo que todo se ira, no quiero que se vaya.
-No lo hará, amor mío, no lo dejare... -creí en su promesa y abrí los ojos. Solo éramos nosotros dos, sin ninguna otra persona alrededor, como si todos hubieran abandonado la zona, como si nunca hubieran existido... y así era.
-¿Qué sucedió, amor? ¿Qué es lo que hacemos aquí? –le cuestione a lo que solo se encogió de hombros.
-Tenías graves heridas, Carson realmente clavo esa navaja profundo –y sus dedos se colocaron en el lugar donde había estado la navaja sobre el vestido y... ¡oh por dios!... El hueco realmente está ahí –estuviste desangrándote por un largo tiempo. Después que Sáenz te hirió, fue como hacerle dos hoyos a un vaso de agua –rio suavemente colocando su otra mano en el hueco más pequeño del otro lado.
-Sáenz me dijo que tu... tu, tu...oh Dios... ¿estás?... ¿estamos? –dije agitadamente. Ideas saliendo de mi boca desesperadamente. Sonrió de lado.
-Él te mintió ¿crees que él podría matarme... a mí? ¡Por favor!
-Bastardo ingles engreído –reí ante su ego. Lo bese con una sonrisa en su boca.
-Tu 'bastardo ingles engreído' –musito entre besos. –Tienes luz dentro de ti, tienes vida, aunque no lo creas, y eres lo más maravilloso que me puedo ocurrir en esta vida u otra ¿lo entiendes? –coloco sus manos en mis mejillas con expresión seria haciendo que le prestara total atención. Asentí. –Bien. Ahora tendremos que regresar a donde realmente pertenecemos. Aunque no dejo de pensar en lo que susurraste mientras estábamos en el hotel en Ibiza, que no sería lo mismo si me perdieras.
-¿No pertenecemos aquí? ¿No estamos...? –pregunte sin incluir la otra palabra.
-No quiero arruinártelo, pero no, no pertenecemos aquí –mi ceño se frunció, aun no comprendía nada. Sonrió, pero la sonrisa no alcanzo sus ojos. –... ¿Te quedarías un rato más conmigo?
Asentí repetidamente y me abrace a él. Mis brazos rodearon su cuello y los suyos se aferraron a mi torso. Mis ojos dolían por las lágrimas que se negaban a salir, y simplemente no sé por qué no lo hacían, era como si supieran algo que yo no. El corazón me dolía, estaba a punto de salir de mi pecho... escuche a Oliver decir 'Te amo' y tararear la canción que me había cantado cuando me propuso matrimonio... mi corazón se detuvo.
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Trust in the Broken Ones (Serie Broken Pieces #1)
RomancePero aún tenía esta sensación, de que todo acabaría rápido. No quería parpadear, no podía permitírmelo, lo perdería como la última vez. Volvería a romper mi propio corazón y todo perdería contraste. Volvería a suceder porque yo lo permití, lo dejarí...