Epilogo.

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Mire a través del cristal que iba del techo al suelo, cristales que eran las paredes de mi habitación, ahora iluminada solo por las luces en la noche de la ciudad de San Diego. Recargue mi brazo izquierdo en el cristal, acercándome más, observando la belleza de las luces, como ella lo haría. Ella. Apreté en un puño el celular que contenía en la otra mano, me detuve cuando empezó a crujir, ya había perdido muchos así durante estos años. Mi vida había tomado un nuevo rumbo, ahora era parte de un equipo de especial agentes del FBI, aunque ya estaba trabajando con ellos asignándome la misión en cubierto de atrapar a Haimrad Sáenz, ya hacia algunos de años en que era un investigador en cubierto para la organización debido a mis conexiones y a la imagen que todos conocían: 'un integrante de la alianza de asesinos'. Y Ed trabajaba conmigo bajo la misma imagen. Dos años habían pasado del caso Sáenz. Dos años habían pasado desde que ella entro y salió de mi vida tan rápido y tormentoso como un huracán. Baje la mirada hacia el celular, lo único que ella había dejado en la camilla del hospital había sido una memoria SD con tan solo un video, uno que veía cada vez que me sentía solo, vacío y sin sentido. Esta noche no era la excepción, encendí el celular y lo desbloquee buscando el archivo, respire profundamente y le di play.

La mire acomodarse en la cama, sentándose recargada en el respaldo miro a la puerta y después movió a sus ojos hacia la ventana, capturando estos toda la luz, mostrando sus ojos grises, se veía hermosa, como si estuviera en una sesión fotográfica. Miraba a la ventana como si estuviese esperando una respuesta, luego sonrió tímidamente, solo sosteniendo el teléfono frente a ella. Tomo aire y comenzó a hablar.

-Dicen que nunca sabes que tienes hasta que lo pierdes –hizo una pausa– yo no sabía cómo sentirme cuando me aleje de ti, ya que nunca te tuve –sus labios se presionaron entre sí. Miro al frente con ojos cristalizados. – Fuimos tu y yo en la misma oración por dos años, los mejores de mi vida sin duda alguna. Pero un día te escuche hablar con tu padre, pensabas que yo estaba dormida arriba en tu habitación, así que él te pregunto si realmente estabas enamorado de mí, respondiste que eso creías. Yo no lo creía Alex, yo lo sabía, yo estaba segura de ello, pensé que tú también lo estabas. Evitaste de alguna manera el tema y pasaron al tema de la familia Bell, ¿recuerdas a Andy Bell? Aquel hombre que mataba aunque no le pagaran, porque eso es lo que amaba hacer, terminar con la vida de otras personas. Le dijiste a tu padre que no comprendías como su esposa seguía con él, y que si fueras tú en esa posición correrías en dirección opuesta, además de que tú no querías convertirte en algo así, que era una gran carga para ti matar a alguien, por eso tu padre dejo de darte casos de ejecución. ¿Creíste que no lo sabía? Que no miraba el dolor en ti, que no veía como cerrabas los ojos por un segundo después de hacerlo, segundo en el que elevabas una plegaria por ellos y por ti... yo lo hacía, lo hacía todo el tiempo. ¡Mierda! Incluso tu padre estaba al tanto de que yo sabía eso de ti –una sonrisa irónica se formó en sus labios– él y yo peleábamos todo el tiempo, lo hicimos durante meses antes de que me fuera a tus espaldas, fue por eso que cada vez que él estaba en la ciudad, yo tenía algo más que hacer. Él notó lo que tú te negabas a ver, que yo amaba asesinar. Las palabras de tu padre fueron: ¿crees que no puedo ver el brillo en tus ojos cada vez que disparas, cada vez que la sangre de alguien más se derrama y cae al suelo? Tu amas esto, tú vives por esto, y sé que conoces a mi hijo como para saber que el desprecia todo esto, que desprecia todo lo que representas –su pequeña risa fue punzante. – Y ¡vaya! No podría estar más de acuerdo con tu padre. Debiste amarme mucho, o creer que lo hacías para no ver lo que yo era, alguien que mataba para poder respirar, y lo hacía porque era lo único que conocía, y esto es lo que soy ahora, soy todas esas personas que eh matado, soy todas esas marcas y cicatrices que eh dejado, todas esas vidas que eh arrebatado jugando a ser Dios. Y ¡maldición! Sigo disfrutándolo. Tu padre no quería eso para ti, yo tampoco lo quería. No podrías ser tú, no podrías amar ni ser amado como tu deberías, no quería ser la culpable de eso, por eso me fui. Te amo demasiado como para apartarme de ti, porque sé que te aferraras a mí y sé que yo dejaría que lo hicieras, pero no sería justo para ninguno de los dos, no estaría bien. Me lleve mi mierda lejos de ti, no la necesitabas –se detuvo para limpiarse las lágrimas, sollozo un par de veces y tomo aire. Yo lo hice junto con ella. –Estoy rota, y tú no puedes confiar en los que están rotos. Mírame ¿realmente soy la persona con la que quieres estar? Por qué desearía serlo, por ti, pero no puedo, no ahora...

Lo pause, como cada vez que llegaba a esa parte. Tal ella tenía razón y no éramos el uno para el otro y todo lo que teníamos era una ilusión, porque era lo único que conocíamos. Aun así, no dejaba de ver el video, para supongo que para traerme de vuelta a la tierra, o tal vez solo para mirarla una vez más.

-... tal vez nunca. Justo cuando pensaba rendirme apareció Oliver –su sincera sonrisa se formó, volviéndola aún más hermosa –compartíamos esto, nos entendíamos, se sentía bien, nos empujábamos al límite del otro y cuando estábamos a punto de hacer algo realmente estúpido, huíamos de todo, estábamos en esto juntos. Le gustabas al muy bastardo ¿sabes? –Reí junto con ella– él sabía que siempre serias una parte muy importante en mi vida y no le importo, me tomo a mí y a todo mi equipaje, yo le regrese el favor. Prométeme que harás eso por alguien, que la harás temblar y ella a ti, ama y déjate ser amado como lo mereces, que nada te detenga, que yo no te detenga... no es como si no te faltaran corazones que robar, cosa sexy –sus ojos y gestos revolotearon y reímos–¡Joder! Sigo sin poder mover las malditas cejas como tú o como Ed. Dile a Ed que lamento dejarlo, y no poder cumplir mi promesa, sé que entenderá mis motivos, y que no se meta en problemas, quiero darle algunos billetes para ver su culo en tanga –sus ojos se giraron a lo lejos, asintió mordiéndose el labio –tengo que irme, pero aun lo siento ¿sabes?...esa extraña... conexión que fluye entre nosotros. No creo que exista algo más impresionante que eso... pero tendré que aprender a vivir sin ello.

Se limpió las lágrimas con la manga de su camisa y acabo el video. Pase minutos mirando la pantalla en negro del celular, tantas preguntas, tan respuestas. Lleve mí frente a mi brazo sobre el cristal, cerrando los ojos, recordando cómo se sentía tenerla cerca, haciéndome olvidar todo, envolviéndome con su cuerpo y con su risa, envolviéndome de la calidez de estar en casa.
Tal vez había sido eso lo que nos había cegado.

-Alex ¿está todo bien? –pregunto una dulce voz adormilada detrás de mí. Lamente no traer una camisa puesta para secar mi propio llanto, así que solo pase mi mano libre por mi rostro recordándome que esto era mi vida ahora. Me voltee hacia la chica rubia en mi cama quien solo sostenía una sábana entre sus dedos para cubrirse, lance el celular hacia el otro lado de la habitación cayendo en un sofá, gatee hacia ella y me coloque junto a ella. Sus grandes oscuros ojos se clavaron en los míos cuando ella me tomo del cuello. – ¿Sucede algo?

-No, todo está bien ahora –me beso y acomodo en mi pecho, pase un brazo por su estrecha cintura y la acerque más a mí. Con ella se sentía bien, ella era dulce, linda y dedicada; me hacia sonreír y preguntarme como había sido tan afortunado de conocerla. Le quería y ella me respondía. La miraba y me daba un motivo más para continuar, sin mencionar que tenía un cuerpo de infierno, ella no me dejaría caer y yo le regresaría el favor.

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¡Gracias por haber estado aqui! Ha sido un largo camino... espero y esten listas para el siguiente...

Trust in the Broken Ones (Serie Broken Pieces #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora