Capitulo 21. Missing Pieces

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El dolor estaba ahí, pero tenía que controlarlo así que respire varias veces calmándome, había pasado peores, saldría de esta como siempre lo hacía. Tome una bocanada de aire y tire de la navaja al mismo tiempo, joder, como dolía –solo respira, solo respira–y como empezaban los mareos. Abrí el cierre de mi blusa mirando la herida, no era lo suficiente grande pero era profunda, así que sangraría por un rato. Corte un pedazo de tela de camisa de Carson y lo use como para detener el flujo de sangre.
-Loxy, estamos aquí ¿sabes dónde está Christa?
-Sí, la muy imbécil está en una de las habitaciones de enfrente, si es que no se movió de donde la deje –respondí mientras subía el cierre y me volteaba hacia ellos. Alex sostenía a un hombre a quien habían sacado la mierda de el a golpes, sin risueños ojos marrón, con un cuerpo lleno de motas verdes-rojizas-negras, sin la mueca que siempre te hacia sonreír. ¡Maldición! Ese no puede ser Ed.
-O'Brien abre tus preciosos ojos –susurre mientras quitaba mechones de su negro cabello con mis manos– vamos bebé, sé que puedes –y comenzó a despabilarse. – Si, así, vamos nene, un poco más y lo alcanzas...
-Eso me recuerda a una noche en mi departamento –mirándome por completo. Alex rodo los ojos.
-Te dejare morir aquí, idiota –le respondió Alex, a lo que se me escapo una pequeña carcajada, error, reír aumentaba mi dolor.
-Vámonos, eh dejado a Oliver solo por mucho tiempo. Tómate esto Ed y larguémonos –le dije alcanzándole la última píldora, que le causo reacción al mismo tiempo que se la tomo.
-¿Vino contigo? –pregunto mientras le lanzaba un cargador nuevo a Alex y le entregaba a Ed un arma que estaba en el suelo.
-¿Con quién más? –sonreí levantando los hombros. Presione en un puño mi mano izquierda sintiendo el frio metal del anillo y mi propia sangre, desenfunde el cuchillo en el que momentos antes nos había reflejado a Oliver y a mí, el anillo y el cuchillo, ambos en el mismo estado, metal empapado de sangre. Avanzamos a través del pasillo que había cruzado antes, Ed se posiciono al pie de las escaleras cuidando a quien pudiera bajar, me recargue en la pared que separaba un par de puertas y Alex me miro pidiendo indicaciones, señale la habitación en la que había dejado a Christa con un: toda tuya. El dolor, el líquido empezando a gotear, un nuevo mareo... Ejercí un poco de presión en la herida, presionando mi mandíbula y llevando mis ojos al cielo, Ed miro a mí con el ceño fruncido, abrió los labios pero de ellos no salió ningún sonido.
-Todo está bien Chris, Hawái y piñas coladas después ¿recuerdas? –le dijo Alex mientras ella se aferraba con su vida a él. Me lanzo el arma y fue cuando Christa levanto su mirada a mí, aterrada y asombrada, se abrazó más de Alex y se ocultó en su pecho susurrándole algo.
-¿Qué le hiciste, Loxy? –pregunto extrañado. Sonreí olvidando mi propio dolor, ya que era lo único que me quedaba.
-Nada.
-¡Hey, cuidado! –grito Ed apartándose de las escaleras, de estas bajaban tres artefactos los cuales solo se abrieron dejando salir un gas. Todos empezamos a toser y a cubrirnos pero no serviría de nada, ¿A dónde más podríamos ir, si esto era un sótano? A ningún lado. Entonces Christa desplomo en los brazos de Alex.
-Chris, Chris... -bajo al suelo junto con ella y le hablo palmeando sus mejillas.
-Solo está dormida, Alex –el gas era una sustancia a base de cloroformo. Mire hacia Ed quien se encontraba un poco tambaleante y abriendo y cerrando los ojos repetidamente. Corrí para sostenerlo cuando cerró los ojos, antes de que cayera.
-¡Eres un jodido cobarde! ¡Que puta broma! Mira que hacer esto...– grite a quien quiera que estuviera arriba, sosteniendo en mi regazo a Ed, mire a Alex, quien hacía lo mismo con Christa, pero él ya estaba dormido también con su espalda recargada en el marco de la puerta de donde estaba ella. Mis parpados eran pesados y mi visión se estaba borrando, al menos el dolor también se adormecía – ¡Una puta broma! ¿Sabes? ¡Maldito cobarde! –grite por última vez mientras me desplomaba por igual. ¿Quién rayos estaba arriba? ¿Qué había pasado arriba? ¿Dónde estaba Oliver?

 

Abrí los ojos en el momento en el que licor toco mi rostro, y me levante trayendo de vuelta al dolor conmigo. Escupí lo que había entrado en mi boca y por la nariz, jadeante, empecé a llevar la mano izquierda al costado herido, pero me detuve, eso demostraría debilidad. Mire a mí alrededor, otra vez rodeados aunque con menos gente, el lugar ciertamente estaba destruido, lleno de casquillos y escombros, estábamos en el vestíbulo, y no había ningún rastro de Oliver, solo de Haimrad paseándose junto a todos nosotros bebiendo de su botella de vodka, ya todos estaban despiertos, al parecer yo era la única dormida hace unos momentos, todos los ojos estaban en mí.
-Gatita preciosa, hasta que me iluminas con tus hermosos ojos –me señalo. Debía admitir que a pesar de todo, el hijo de puta era guapo, con ojos pequeños y enigmáticos, cabello castaño y rebelde y un jodido cuerpo que haría babear a cualquier mujer, rodé los ojos... seguía siendo un imbécil. ¿Pero por qué los demás tenían un arma justo en la nuca y yo no?
-¿Qué es lo que haces Haimrad? –me incorpore sentándome en mis talones, sentía el costado realmente húmedo.
-Wow, creo que creo que escucharte decir mi nombre me dio una erección –a lo que sus colegas rieron– pues bien cariño, veraz, como ya no tengo a Carson pistándome los talones para matarte, solo queda el que te folle, pero creo que tendré que amordazarte debido a que tienes una boca intrépida –paso un pulgar por sus labios– aunque me encanta, de todos modos pensaba hacerlo.  
-Eres...-comenzó a hablar Alex pero golpearon con el cañón haciéndole saber dónde se encontraba.
-¿Decía Señor Ivashkov? –se burló Sáenz. Las venas en el cuello de Alex se marcaron, pero no dijo nada– Si, eso pensé.
-¿Qué quieres entonces? Si me vas a matar ¡hazlo ya! si me vas a follar ¡hazlo ya! –la desesperación salía mi boca, yo no contaba con el tiempo para juegos y la sangre ya estaba corriendo de mi cintura a los pantalones tocando el piso, y no sabía nada de Oliver.
-Sigues sin andarte con rodeos, eso fue lo que me atrajo a ti desde el día en que me salvaste, no dudaste en clavar un cuchillo entre sus ojos, ni en pelear con el que supongo que era su amante, ni pelear contra mis guardaespaldas ¡Dios! ¿Acaso sabes lo que esa grandeza significa para mí? Has asesinado a tantos, eres una maldita chica bastante magnifica, tengo que reconocerlo.
-Uh-huh –el siguió hablando pero yo deje de escuchar, mis puños se clavaron en el piso debajo de mí, un vacío dolor se creaba dentro de mí y tenía unas ganas terribles de vomitar. Tenía que encontrar una salida rápida.
-...Claro que si tú decides estar junto a mí, serme leal, yo lo seré para ti, y quien sabe, tal vez ellos sobrevivan también –señalo a los tres que se encontraban hincados, atados de manos con alguien apuntándoles a la cabeza, ellos seis y luego a ese más en el centro frente a mí. Estaba muy cansada. Solo quería una salida.
-Si.
-¿Si que, Señorita Valentine?
-Yo te seré leal –susurre sin mirar al frente, mantuve mi cabeza baja y mi cabello sirvió como velo cubriendo mis lágrimas. Los que estaban en el piso junto conmigo tomaron una bocanada de aire.
-¿Serás qué? –No respondí– ¡Dilo!
-¡Yo te seré leal! –Grite con tormento – Yo te seré leal, solo deja que se vayan. Solo deja que se vayan...
-¡No! Tú no tienes que hacerlo ¡No! –grito Alex.
-¡Luce, por supuesto que no, esto no te corresponde! –forcejeo Ed sin resultado.
-¡Loxy, no! –rogo con un susurro el chico que había conocido cuando era una niña, el que había instalado un Las Vegas en mi patio trasero, al que había amado toda mi vida.
-Vamos, que se larguen de aquí.
-Lo que digas, gatita, lo que digas –dijo con voz emocionada y se plantó delante de mí, acaricio mi cuello con una mano que dirigió luego a mi barbilla para hacer que lo mirara, colocando también la otra mano en mi rostro controlándome por completo. Se agacho y me beso vorazmente, casi contando mis dientes con su lengua. Cuando termino mordió mi labio y para después succionarlo, su lengua hizo un recorrido de mi boca, a mi mandíbula terminándolo en mi sien. –Aun sabes a vodka, a vodka y sal ¿no es esa una perfecta combinación? –Miro a sus hombres– Déjenlos ir, ya tengo lo que quiero.
-Solo una cosa más, Haimrad –hable mientras soltaban a Christa y esta se frotaba las muñecas.
-¿Qué, preciosa? –sonrió mientras colocaba me colocaba un mechón de cabello detrás de una oreja. Soltaron a Ed pero se veía hecho trizas.
-¿Dónde está Oliver?
-¿No te lo eh dicho ya? –su sonrisa se amplió mientras yo negaba– Esta muerto. 

Trust in the Broken Ones (Serie Broken Pieces #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora