El reflejo que vio en la ventana del automóvil lucía increíblemente débil. Toya lo fulminó con la mirada.
El cielo amenazaba con llover, y eso lo deprimió aún más. Los vagones anexos debían de estar vacíos por la hora, pero Toya no se quería mover más de lo que necesitaba; se paró al lado de la puerta.
Después de la desagradable conversación matutina con Hodaka, dejó a toda prisa la habitación. Su cuerpo estaba exhausto, como un montón de trapos, pero no podía quedarse más tiempo allí. Cuando fue a casa, se metió en la cama y durmió por varias horas, pero su agotamiento no se fue.
Tenía proyectos en el trabajo que necesitaba terminar. Los impresores irían por ellos mañana por la noche, así que quería pasar todo el día trabajándolos. Pero el pensar en ir a trabajar lo abatía de modo anormal. Era obvio que estaba cansado, pero no era únicamente por el esfuerzo físico. Su orgullo había sido herido profundamente.
"No lo puedo creer."
No sólo era el hecho de que Hodaka, a quien Toya admiraba muchísimo, haya actuado de esa forma, o que haya hecho que le gustará. Fue el hecho de que Toya respondiera y haya tenido un orgasmo tras otro.
"No... tampoco es eso."
Hodaka había menospreciado el respeto que Toya tenía por él. Quizás era infantil reprochar algo así, pero amaba sus historias, y siempre albergó respeto y admiración por Kai Hodaka, el hombre que las había creado.
¿Cómo lucía su rostro cuando Hodaka, a quien adoraba, lo sostenía?
Toya tenía muy pocos deseos sexuales cuando se las arreglaba por sí mismo. Ni siquiera había ido a buscar a Miwa con tanta pasión. Cuando pensaba en su vida después del matrimonio y de los hijos, estaba seguro que simplemente renunciaría al sexo.
"Pero anoche, yo..."
No, ya no. No quería ver a Hodaka nunca más. ¿Cómo podría trabajar con una persona que le había hecho tales cosas? Tampoco quería ir a la oficina... sólo quería escapar de todo.
De improvisto, su celular comenzó a vibrar dentro de su bolsillo. Lo sacó. Presionó el botón que lo dirigió a sus mensajes de texto, y el nombre de Miwa destelló bajo sus ojos.
"Traté de mandarte un mensaje ayer, pero creo que no lo recibiste. ¿Estás bien?" decía el mensaje. Un dolor penetrante se apoderó de su corazón. Había olvidado enviarle su mensaje diario. Nunca tuvo la oportunidad de hacerlo.
¿Había traicionado a Miwa?
No, después de todo no fue algo malo. Lo había hecho por el trabajo: Miwa era a la única que amaba. Se comportó como infiel, pero no la había traicionado.
Trató de justificarse usando su cuerpo para el trabajo. Se sentía como una violación a sus principios, pero si no lo hacía, sabía que se lo recriminaría por el resto de su vida. Si no lo consideraba como un accidente, no imaginaba como seguiría adelante.
Mientras más se sumergía en esos sentimientos encontrados, mecánicamente apretó el paso en la estación del tren y pasó por el comprobador de billetes. El cielo gris oscuro reflejaba el ánimo de Toya. Una brisa otoñal sopló más allá de él, y gotas de lluvia mojaron su piel.
—¡Buenos días, Toya! —le gritó Yoshimi, y Toya de inmediato alzó su cabeza. Ella era una de las primeras en llegar. Ya habían unas cuantas personas de redacción en sus escritorios. Varios memorandos le esperaban.
—Buenas.
Yoshimi tenía la mirada fija en él, entonces inclinó levemente su cabeza. El gesto aterrorizó a Toya, como si ella pudiera ver las marcas que Hodaka le había hecho por todo su cuerpo.
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The Guilty | El culpable
Художественная проза-Te deseo más y más -susurró el hombre, tan cerca que su aliento rozaba el oído de Toya. Su voz era fascinante y engañosa, lo suficientemente dulce para embriagar. Toya Sakurai siempre había querido tener en sus manos los libros de Kai Hokada antes...