Capítulo 7

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"No quiero ir a trabajar".

Toya suspiró con tristeza, acurrucándose en su cama. "No quiero volver a ver a Hodaka".

Pero si lo estaba haciendo mal, la gente se entrometería en sus razones. La manera más fácil de liberarse de ver a Hodaka otra vez sería renunciar a su trabajo.

Se sentía tan miserable.

La primera vez, las circunstancias lo habían abrumado, pero las que siguieron después de esa tuvo la oportunidad de negarse. Sin embargo había desafiado a Hodaka repetidas veces, y cada vez que perdía, le entregaba su cuerpo. Había sucedido en muchas ocaciones que estaba avergonzado de contarlas. Era casi como si fuera a ver a Hodaka únicamente para tener sexo.

En todo caso, sólo conseguiría veinte páginas del manuscrito cada vez que le ganara. Tendría que retar al jugador profesional decenas de partidas a fin de obtener un libro completo.

—Maldita sea.

Los recuerdos que prefería dejarlos enterados seguían saliendo a la superficie, y Toya se quejó con pena. Alguna vez había tenido orgullo y autoestima como un hombre. Sentía como si todo lo que hubiera construido en su vida se había puesto patas arriba.

Finalmente podía admitir la verdad en las palabras de Yoshimi: Hodaka era inmoral. Era una despreciable excusa de hombre. Todo lo que hacia era mentir. Había atraído a Toya para hacer tales cosas con sus trucos. Las historias que creaba eran increíbles, y aún así no lo podía perdonar.

"Pero estoy tan enredado con él porque estaba dispuesto a usar cualquier medio, por más indignante que fuera, para conseguir un manuscrito".

Sus pensamientos se enredaban unos con otros por lo que comenzó a sentirse de mal en peor. "Todavía no he utilizado ninguna de mis licencias remuneradas, así que me tomaré el día libre".

Una vez que llamará a la empresa para avisarles que no iba a ir, Toya escarbó de nuevo en la cama.

Sólo cuando leía los libros y ensayos de Hodaka, creía en realidad que era una persona distante pero noble. No obstante, el verdadero Kai Hodaka era un ser humano horrible, un hombre completamente imposible. Era arrogante y no pensaba en los demás como personas. Trataba a Toya como un juguete.

¿Por qué había estado tan interesado en Toya cuándo lo tenía todo?

¿Por qué tenía que ser él?

¿Quería destrozarlo y rehacerlo en una persona completamente nueva?

Habían tantas cosas que Toya desconocía antes de conocer a Hodaka. Por ejemplo, el hecho de que su cuerpo tuviera un órgano que se embriagara por el roce de Hodaka haciéndole llorar. O el hecho de que la racionalidad de Toya podría no haber existido frente a las habilidades de Hodaka.

Perdido en estos absurdos pensamientos, cayó en los brazos de Morfeo. Sus defensas debían estar bajas, tembló a causa de un escalofrío, el primer signo de que había cogido un resfriado. Mejoraría si durmiera. No tenía la energía para levantarse a tomar algún medicamento. En su lugar, se dejó llevar a las profundidades de los sueños sin tomarlo.

Tiempo después, creyó escuchar sonar el teléfono sin cesar, pero decidió ignorarlo.

A medida que el sueño lo envolvía una vez más, el timbre sonó. Miró el reloj. Pasaban de las tres de la tarde. Si era una entrega o un recaudador, podía tratar con ello después. Nadie que conociera vendría a verle, mucho menos por la hora. Decidió fingir que no estaba allí, pero el timbre continuaba sonando con insistencia. Toya salió a trompicones de la cama en sus pijamas y se tambaleó como zombi hasta la puerta.

The Guilty | El culpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora