Capítulo 10

33 4 4
                                    

Dentro del baúl habían papeles con bocetos de ropa y de artículos de defensa, Frehya no se quedó con las ganas y sacó todas las hojas para poder ver mejor los diseños.

Apreció cada trace que tenían los bocetos de esas hojas viejas, cada vez que extendía uno, se desprendía un olor a papel seco o viejo. Para algunos ese olor podía ser desagradable y para otros uno exquisito, como en el caso de Frehya. Le fascinaba como olían los libros y papeles viejos. Ya que por fin terminó de observar cada boceto de todas las hojas que estaban en el baúl. Las apartó a una esquina, para seguir conociendo dicho lugar en el que estaba pisando.

Se aseguró de averiguar y observar cada detalle del  "escondite" que había descubierto. Tenía una tela vieja como techo, tejida de un material resistente, pero contaba con unos pequeños orificios, echos por los traviesos pájaros. En la parte del centro, donde se ubicaba el grueso tronco del árbol que sujetaba la madera (el piso o base del escondite) a la izquierda había como una especie de base para cama, hecha de palma.

Pero entonces, eso significaba qué años atrás alguien había estado en ese lugar, pero Frehya no encontró ninguna señal, ni pista de algún humano. Ni una sola prenda de ropa o alguna artesanía, solo estaba ese viejo baúl y la base de palma. Frehya siguió analizando el lugar junto con su amigo Bly. Pues quería saber si existía alguna otra prueba de que ese lugar fuera seguro.


—Bly silba muy sorprendido—.


—¡Bly! ¿Qué encontraste?—Se acercó con la piel erizada—.

En cuanto se acercó a Bly, ambos quedaron completamente sorprendidos de lo que sus ojos habían descubierto.
Sobre el tronco estaba tallado como una especie de mapa, con varios símbolos extraños y ¡Personas!

Frehya no lo podía creer, en verdad alguien había estado allí donde ella. Y mejor aún dejó muestra de su vida y del pasado del pueblo. En el tronco estaba trazado el área del campamento y las barreras, al rededor habían personas pero rodeadas de símbolos extraños, que Frehya no logró descifrar, a excepción de uno que era una nube con gotas de lluvia, junto con la marea del océano o corriente de rio (aparentaba varios). Con ese símbolo, Frehya supuso que se trataba del elemento líquido, que es el agua. Pero la cuestión fue ¿Qué rayos estaba pensando la persona que había grabado eso en el tronco? ¿Acaso era él o la encargado de la distribución del agua?
Demasiado confuso, pero en parte no podía ser el encargado, porque actualmente no había uno y también habían otros símbolos extraños, acompañados cada uno de una persona. Quizás los símbolos no eran extraños, pero no sé podían distinguir del todo. 

A Frehya le dio demasiada inquietud, quería saber todo acerca de esos símbolos y sobre todo ¿Quiénes eran esas personas? Y muchas otras preguntas, pero esas no las podía consultar o preguntar. Como por ejemplo, no iba a decir absolutamente nada sobre el nuevo escondite que había descubierto, en verdad se veía muy antiguo y de hecho lo estaba. Tomando en cuenta que podría ser su segunda habitación, en donde tendría cosas que su madre no podía ver, como sus inicios de la fabricación de sus propias armas de defensa. Su madre no lo aceptaría y no solo ella, igual su padre, pero él aún no regresaba de su viaje. 

Frehya observó y memorizó todo lo que debía de traer por viajes, para adaptar su nuevo escondite. Ya que lo tenía todo planeado regresó inmediatamente a su carpa. 

Su buen amigo, le siguió hasta que ella había llegado al campamento. Frehya buscó entre sus prendas de ropa, una mochila que su madre le había elaborado, cuando era apenas una niña. La sacudió para comenzar a introducir cobijas, sabanas y telas viejas que no utilizaba, también escogió una de las navajas que tenía, para poder cortar o por si lo necesitaba, para algún caso especial.
Una vez ya guardando todo lo que podía llevarse, se alistó para volver a salir. Pero algo le tomó por sorpresa.

Corazón AventureroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora