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Harry.

Miré mi atuendo por segunda vez antes de salir del camerino y acomodé el cuello de la camisa a la vez que trataba de tranquilizar un poco mis nervios. Y, en el momento en que iba a girar para tomar mi chaqueta brillante, observé como ingresaba una persona nueva al lugar. Inmediatamente solté una sonrisa, dejando de lado la prenda. Ella caminó con sus manos detrás de la espalda y se unió a mi sonrisa antes de acortar la distancia.

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

—Mucho mejor ahora que apareces.

Abril apoyó una de sus manos en mi hombro, logrando alcanzar mis labios y, cuando traté de intensificar el beso, ella se separó volviendo su mano detrás de la espalda.

Enarqué una ceja.

—¿Qué llevas ahí?

Amplió su sonrisa.

—¿Recuerdas de lo que hablábamos ayer?

Hice un pico con mis labios, tratando de recordar lo que habíamos hablado.

—Conversamos muchas cosas...

—Bueno... —volvió a posar una mano en mi hombro, esta vez sacando una pelusa imaginaria—. Una de esas conversas fue acerca de los calendarios de adviento —comenzó hacerme recordar—. Y, me dijiste que nunca habías recibido uno.

—Amm... no.

Dejé mi mano descansar en su cintura sin comprender a lo que deseaba llegar. Sin embargo, Abril sacó lo que llevaba detrás oculto, mostrándome un calendario de adviento. Pronto lo tuve entre mis manos observándolo con una sonrisa y, ella, apuntó a cada número mientras yo prestaba atención.

—Cada número, tiene una carta escrita junto con un pequeño regalo. ¿Quieres abrir el primero? —interrogó ansiosa.

Solté una risa.

—¿Lo hiciste tú?

Asintió con una sonrisa.

Sostuve el calendario y me senté en el futón, sintiendo como ella copiaba mi acto y miraba con atención. 

—¡Ábrelo!

Reí.

—Bien, bien...

Picoteé con mi dedo el número uno, tratando de no arruinar toda la caja, ya que tenía claro que la iba a guardar como un recuerdo. Cuando logré abrir el primer casillero, tomé con mis dedos la carta y el pequeño regalo como había mencionado con anterioridad. 

Lo que me impresionó, es que fuera un anillo que habíamos visto hace días atrás, cuando estábamos de compras y había comentado lo precioso que era.

—Abril —nombré con cautela—. Gracias... 

Coloqué el anillo en mi dedo descubierto, lo miré unos segundos y luego besé su mejilla, tomándola desprevenida. Sabía lo que había costado y, me sentía algo mal por hacerle gastar dinero en este tipo de cosas, aún así, se lo agradecí. Abril nunca aceptaba un no cuando le gustaba regalar cosas. 

—Lee la carta —pidió.

La desdoblé con calma absoluta, mirando de vez en cuando el anillo que ahora reposaba en uno de mis dedos. 

''En cualquier lugar, por recóndito que sea, en cualquier escondite del mundo

 en el que me encuentre, siempre te tendré en mi corazón''.

Observé su rostro algo sonrojado. 

—No importa el lugar o mundo en donde esté Harry. Me di cuenta que siempre te voy a querer... donde sea que esté, siempre —dijo en un tono bajo. 

Vidas cruzadas  [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora