De corazón negro

24 2 0
                                    

Kagome no era alguien rencorosa, pero le gustaba evitar problemas y si podía eliminar un problema de raíz era mucho mejor. La corte imperial de Edo estaba dividida entre ella y su hermana mayor, al nacer su hermano las aguas se calmaron pero eso no evitó que hubieran quienes quisieran deshacerse de ella.

Había un par de cosas que Kagome no podía tolerar, la primera era crear problemas para su padre y Edo, la otra era tratar de hacerle daño a sus amigos. Cuando se es de la realeza los enemigos sobran y pueden ser hasta de la propia familia.

El lugar donde se hospedaba era exclusivo de la nobleza, la residencia era grande y tenía varios patios. Uno de los patios daba una buena vista de la ciudad y su altura era perfecta para salir sin ser descubierto, este también era el punto más vigilado.

Shippo se acercó a la habitación de Kagome con un gato negro.

—Su Alteza Kagome, este gato ha estado queriendo entrar desde ayer, es extraño porque tiene un ligero olor a youkai pero es un gato normal.

Kagome le dedicó una mirada y al instante se puso molesta.

—Es un gato leopardo, el ministro de guerra de Sengoku es Oyakata Nekotora, su hijo e hija mayor son la élite de Sesshomaru Taisho.

El gato maulló y apareció en su lomo una pequeña montura con compartimientos, el kitsune revisó ambas y de una sacó un trozo de papel con un mensaje. El gato volvió a maullar y la montura desapareció, así que saltó de los brazos de Shippo, se paseó entre las piernas la chica como un gato normal y luego desapareció.

Shippo le dio el papel a Kagome, podía adivinar su contenido. Con darle un pequeño vistazo se lo regresó a Shippo y le dijo: —Quémalo.

El fuego de zorro azul hizo cenizas el papel, ella se puso de pié. Detrás de una pantalla se cambió a ropas de color negro, muy diferente del rojo que siempre vestía.

—¿A dónde vamos, su Alteza?—Preguntó al verla caminando a la ventana.

Si Kagome quería salir escondida no utilizaría el balcón, punto más vigilado por su gente. En cambio la ventana que daba a los patios interiores estaba casi desierta.

—Tengo una misión para ti—se acercó a Shippo y susurró algo a su oído, luego sacó un pergamino de su manga y lo pegó en la ropa del kitsune

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Tengo una misión para ti—se acercó a Shippo y susurró algo a su oído, luego sacó un pergamino de su manga y lo pegó en la ropa del kitsune.

—Este sirviente cumplirá con todo lo que usted encomendó, su Alteza.

La chica asintió y de un salto desapareció por la ventana.

La chica asintió y de un salto desapareció por la ventana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Emperador TaishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora