Desde Edo hasta Sengoku

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Sesshomaru llegó puntual cinco noches después. Para demostrar su nueva alianza con Kagome la invitó a visitar su prisión subterránea donde todavía estaba siendo torturada aquella sirvienta una semana atrás. En un país youkai como Sengoku, la estricta división de hombres y mujeres se podía torcer un poco, y en ese caso, como muestra de confianza, Sesshomaru le entregó su medallón de oro. Él le dijo muy claramente que si se encontraba en problemas, sólo con usar su medallón podía usar todo su poder político, desde ordenar a los soldados imperiales, hasta matar a alguien sin miedo a represalias.

Esto dejó a la chica en shock, como ella era alguien de Edo, su autoridad y poder se limitaban a las de un invitado, pero con ese medallón era lo mismo que ella fuera la princesa heredera de Sesshomaru, aún así ella no entendió por qué hacía eso. Uh demostró ser mucho más hábil que su mejor guardia oculto. Sango y Miroku no podían nota que estaba ahí.

Muy temprano en la mañana Sango y el grupo de sirvientas entraron con el desayuno y utensilios de baño para Kagome, al ver a la chica bien dormida y sin ningún deseo de despertarse se detuvo en la entrada, también observó la lámpara de aceite encendida. Esa chica tenía mucho que explicar. Usando su autoridad  como sobrina de la emperatriz y primera señorita de la residencia del Duque Taiji ordenó a las sirvientas:—¡Dejarle dormir! Al menor ruido entrar y servir a su Alteza.

 Usando su autoridad  como sobrina de la emperatriz y primera señorita de la residencia del Duque Taiji ordenó a las sirvientas:—¡Dejarle dormir! Al menor ruido entrar y servir a su Alteza

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Esa tarde Sango fue convocada junto a Miroku por mandato de Kagome, al entrar a la habitación vieron una hermosa escena. La chica estaba sentada frente a una mesa de pino con varios pergaminos extendidos.

Ambos se arrodillaron ante ella y saludaron

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Ambos se arrodillaron ante ella y saludaron. Kagome sólo rodó los ojos.

—A veces me asombro de ustedes, pensé que las reverencias las habíamos dejado para extraños.

—Al ver un hada descender del cielo es normal que los mortales se arrodillen, pienso que esto es lo mismo que vio el primer emperador al encontrarse con el dios de la montaña.—Respondió Miroku.

Sango asintió enérgicamente. Kagome dejó los papeles a un lado y miró a sus dos guardias ocultos.

—Bankotsu viene en camino. Ustedes regresarán a Edo, deberán casarse, y disfrutar el invierno juntos. Está princesa regresará en año nuevo.

—¡Bankotsu Hotsuki! ¿El informe menciona que únicamente nos reemplace él?—. Preguntó Sango preocupada.

Bankotsu era el mejor oficial de todo Edo, y estaba bajo el cuidado de Kagome. Pertenecía a su ejército personal de las perlas negras, era su vice comandante. Cuando Sango mencionó si venía acompañado recordó que otro de sus generales se unía y era Akitoki Houyo. Sintió que este nuevo cambio le traería dolores de cabeza.

—Akitoki lo acompaña...

Sango se sorprendió y Miroku también. Ambos se dieron una mirada de confabulación y luego él asintió.

—Kagome, ¿Estarás bien? —Preguntó Sango.

—Son mis guardias personales, no me harán daño...

—Su Alteza sabe a que me refiero...—. Sango conocía los intereses de ambos hombres, después de todo estaban en una posición por encima de muchos y por debajo de pocos.

Las cuatro grandes familias de Edo se originaron de las cuatro hermanas del antepasado. Cada hermana tenía cuatro bendiciones por tal razón cuando el imperio fue instaurado se les concedió el título de Ducados a sus residencias, al ser todas mujeres el apellido Higurashi se extinguió, pero sus bendiciones permanecen constantes.

Miroku Houshi, Sango Taiji, Bankotsu Hotsuki y Akitoki Houyo son los miembros más destacados de cada familia en esta generación y todos están en el ejército personal de Kagome. Suikotsu, hermano mayor de Bankotsu es el Guardia personal de Kikyo y su lealtad está con ella. En cambio Yakotsu es el Guardia personal de Souta.

—Ellos tienen un deber con Edo antes que conmigo, ellos no causarán problemas—. Ella recordó algo—. ¡Uh!

El Guardia oculto de Sesshomaru apareció de la nada, Sango y Miroku se colocaron en guardia.

Kagome, calmando los aires les relató la visita de Sesshomaru y les mostró el medallón. Después la sala de hundió en silencio. Uh permaneció arrodillado todo el tiempo. Todos lo notaron, entonces Kagome se atrevió a preguntar.

—¿Has trasmitido mis movimientos a Sesshomaru?

—Este sirviente no se atreve si no es una orden de la maestra.

La chica sólo fruncio el ceño, creyendo oír mal.

—¿A que maestro sirves?

—Este sirviente pertenece a su Alteza la segunda princesa de Edo.—Respondió el youkai.—Sus órdenes, maestra.

—¿Que hay de Sesshomaru? —interrogó la chica—, ¿No es tu maestro?

—El Príncipe Heredero confió a su Alteza mis capacidades, este sirviente es ahora de su Alteza Kagome, Uh, sólo actuará bajo sus órdenes. El deber de este sirviente es protegerla y matenerla a salvo.

—¿Por qué Sesshomaru entregaría su brazo izquierdo a un simple aliado?—. Preguntó al youkai nuevamente. Sango y Miroku guardaban silencio.

—Porque usted es importante para el maestro.—Respondió lentamente, estaría en problemas si hablaba de más, pero era la primera vez en quinientos años que su amo se separaba de él. Eso daba a entender la importancia de su maestra para su amo.

—¡No lo creo! Alteza, no confíe en él, el príncipe heredero quiere vigilarnos.—Gritó Sango levantándose.

—Este sirviente únicamente obedece a la maestra, si ustedes se cruzan en mi camino no dudaré en cortar sus manos—, sus ojos brillaron con peligro—. Sus habilidades son deficientes, no se comparan a las de la maestra.

Ser regañados por un youkai desconocido hirió los sentimientos de Sango y Miroku. Ellos que se esforzaron al máximo para estar al lado de su amiga. Pero era cierto que al ser humanos había un límite.

—Regresa a tu lugar, Uh. Que Miroku o Sango sean de esa forma no importa, está princesa sabe defenderse y hay otras áreas donde ellos predominan sobre ti, su nacimiento es noble, son herederos de sus clanes y pueden apoyarme en la política.

Los jóvenes se arrodillaron ante la chica. Kagome los tenía en su corazón y eso era suficiente. Pero no podía despreciar a Uh, cuyo origen ignoraba.

Uh vigiló desde las sombras, hoy se dio cuenta que la advertencia que le dio su amo fue real, le dijo muy claramente "Kagome no puede ser subestimada"

Emperador TaishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora