Aliados

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—Este Príncipe quiere ser tu aliado.

El mundo para Kagome giró una vez más. Está era una oferta tentadora, pues los años de experiencia de Sesshomaru, sumado a su profunda red de información y las habilidades de sus youkais era algo que ella no tenía pero anhelaba. Además las pistas de Jidai se perdieron la última vez por su gente. Pero eso no evitaba que pensara en lo que ocurrió la otra vez.

—¿Por qué el Príncipe Heredero me propone ser aliados? Después de...

Ella no continuó la frase y él entendió todo. Pero justamente ahí residía toda la causa. Él tenía curiosidad y para saciar esa curiosidad era necesario mantenerla cerca.

—Este príncipe será tu aliado mientras Jidai tenga motivos ocultos.

A Kagome se le hincho una vena de enojo. Pues Sesshomaru estaba contestando con evasivas. Él notó que ella no estaba conforme.

—Este príncipe descubrió a quien quiso embriagarse, fue alguien de New Moon Palace.

El New Moon Palace era del noveno príncipe y su consorte Kikyo. Cuando Kagome escuchó eso su rostro se oscureció. Podía acusar de muchas cosas al youkai frente a ella, incluso de tener métodos crueles, pero hasta ahora su palabra no había caído en vano. Mentir para ganar favor no iba con el youkai. El ya era el Príncipe heredero de un gran país, tenía talento, recursos y capacidad para ser un emperador, él no le iba mentir.

—Todavía debo descansar un poco, el príncipe heredero va a disculparme...

Kagome se levantó y caminó hasta la cama donde corrió las cortinas, ella quería hundirse en la oscuridad. Sesshomaru supo que la noticia afectó a Kagome. Después de todo, su medio hermano era muy idiota para actuar, su padre le había dado más cara a Kagome que a su hijo y nuera. La emperatriz los ignoró de forma magnánima y fueron relegados por los demás príncipes y princesas del tributo.

— Si la segunda princesa duda de este Príncipe, la invito a venir a mi residencia a visitar a dicha sirvienta, la he mantenido viva para este propósito—. Dijo Sesshomaru, al no obtener respuestas se incomodó. Corrió la cortina de la cama y descubrió a Kagome en posición fetal con la cara bañada en lágrimas. Un pergamino sellaba el olor y el sonido.

—Kagome...

Sesshomaru recordaba la actitud de Kagome con su hermana. La chica tenía diez años cuando la conoció por primera vez y a parte de los saludos formales nunca interactuaron tanto como ahora. Él entendía, las había visto juntas, parecían hermanas muy unidas.

Por su mente pasó la primera vez que vio a Kagome. Estaba tratando de descubrir los secretos de la Shikon no Tama y fue descubierto en ese jardín invernal por una niña que le mostró el camino, ella entendió que era uno de los honorables invitados de Sengoku y no paró de hablar hasta que se despidieron.

 Estaba tratando de descubrir los secretos de la Shikon no Tama y fue descubierto en ese jardín invernal por una niña que le mostró el camino, ella entendió que era uno de los honorables invitados de Sengoku y no paró de hablar hasta que se despid...

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Le sorprendió que una pequeña niña tuviera la habilidad de descubrirlo. Kagome nunca ha dejado de sorprenderlo, incluso ahora, incluso después de muchos años cuando se humilló por su hermana y después la volvió a ver practicando con la espada en un traje de sacerdotisa, no parecía quedar con ella.

La chica en la cama continuó llorando pero en sus ojos había un rastro de determinación. Posiblemente ella ya sabía lo que tenía que hacer, pero no quería hacerlo. Cerró las cortinas y se fue a sentar a un banco largo con algunos cojines, se abrazó a su espada y cerró los ojos. Sus sentidos estaban alerta, un pequeño descanso no le caería mal.

Muy entrada la noche vio a la chica levantarse, tomó agua de una jarra y bebió un poco, su ojos están hinchados y sus mejillas rojas.

—¿El Príncipe heredero ha matado a alguno de sus hermanos?—preguntó de pronto.

—Un par de hermanos que tramaron para su beneficio, ellos y su madre concubina fueron desmembradas y dadas de comer a los lobos salvajes. —Parecía pensar un poco antes de agregar:— La madre imperial dejó vivas a algunas princesas, pero a la fecha muchas de ellas murieron o fueron una pieza importante de intercambio... La lucha por el trono siempre ha sido sangrienta.

Kagome lo vio con un poco de pesar. Después de todo esas luchas por el trono ocurrían porque un emperador tenía hijos de distintas mujeres y todas querían la posición más elevada. Sin embargo su familia suponía era distinta. Los Higurashi no tomaban concubinas y todos los hijos compartían la misma sangre, el mayor debía heredar el trono, esa era la costumbre.

La familia imperial Higurashi tenían cuando mucho de uno a tres hijos, se decía que después de los tres hijos una bendición menos caía sobre ellos y morían demasiado jóvenes. Su padre estaba preocupado de que su siguiente hijo fuera una niña, pero al nacer Souta todo mejoró. Kikyo se casó al año y se mudó al New Moon Palace con InuYasha. Entre Souta y ella existía una complicidad de hermanos que no tuvo con Kikyo, una complicidad que siempre deseó tener.

—¿De verdad debo matarla?—preguntó con ojos de cachorro tierno al borde de las lágrimas. —¡No quiero hacerlo! Cuando tomé este camino, no esperaba encontrarme este destino, pensé que Kikyo era lista y se mantendría al margen de la lucha por el trono.

Gruesas gotas de lágrimas cayeron por sus ojos, la complejidad de sus sentimientos fue vista por Sesshomaru, aunque conocía a Kagome de mucho tiempo no pudo leer entre líneas sus frases. Ella había estado años en las fronteras de todo Edo ejerciendo su autoridad y desplegando su poder para refrenar ya sean youkais o humanos rebeldes. Había sentenciado a muerte a humanos y exterminado youkais con su espada. No le temblaba la mano para aquellos desviados al mal, pero ante su hermana dudaba de su propio camino.

—Si me pides que la elimine, este Príncipe no dejará un sólo cabello atrás, somos aliados ahora. Cualquiera que te moleste, también me molestará y este Príncipe no mirará dos veces para quitarlos de tu vista.

Kagome dejó de llorar. —Agradeciendo al Príncipe Heredero por su gracia, esta princesa estará a tu cuidado.

—Este príncipe se llama Sesshomaru, a partir de hoy, a parte de la familia imperial, la segunda princesa puede llamarme por mi nombre.

Kagome abrió bien sus ojos, ella le había estado llamando por su nombre como ofensa, no esperaba que él le ofreciera una indulgencia. Para corresponder a la alianza respondió.

—Está princesa acepta y solicita ser llamada por su nombre por su alteza, Sesshomaru.

El youkai vio que pronto iba a amanecer por lo que se acercó a Kagome y le dijo: —Todavía debes entrevistar a la sirvienta.

Luego sacó la cabeza por la ventana y llamó en voz casi inaudible pero con autoridad.

—¡Uh!

—Sí, maestro.—Dijo apareciendo un youkai de ropas negras de las que solo asomaban sus ojos de color amarillo reptiliano.

—Estarás al servicio de Kagome, si ella desea comunicarse conmigo sabes que hacer.— Luego se giró a Kagome.—Uh es mi guardia oculto desde hace cientos de años, él y su mellizo Ah comparten telepatía, posee excelentes habilidades, úsalo como te plazca.

—...—Kagome no respondió, aunque Uh era un youkai de gran habilidad esa telepatía le molestaba. Sesshomaru con sólo preguntar a An podía saber todos los movimientos de Kagome.

Luego entregó un medallón de oro en su mano. Kagome se sorprendió al verlo.—Este príncipe se marcha por un tiempo. Espérame en cinco noches, vamos a hablar.

Dicho eso saltó por la ventana y desapareció. Uh regresó a las sombras y ella se tiró en la cama. Hoy nada la podía separar de su cama, ni siquiera un rayo. Había perdido mucha sangre y estaba algo pálida, la siesta le sirvió de mucho pero aún se sentía somnoliento.

Emperador TaishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora