La gran emperatriz Irasue sentía un dolor en su pecho al imaginar a su único hijo caer en las redes de una humana. Fue humillante perder ante aquella mera humana el cariño de Touga y ahora, otra humana le quitaba a su hijo.
—¡Maldita Izayoi!—, masculló con enojo. Volvió a leer el informe en su mano y no podía creerlo. Hizo crujir la madera de su trono.
—Su señoría, era una pequeña competencia de habilidades—, dijo un guardia de sombra a su lado.
—Tonterías—. Reflexionó un poco—. Has estado a mi lado desde que entré al palacio, sabes que he criado a este hijo con todo lo mejor y heredó lo mejor de mi familia, incluso se parece a mí... Al parecer la manzana no cae lejos del árbol y heredó de su padre esos extraños sentimientos por los humanos.
El guardia reflexionó antes de contestar: —¿Su Señoría piensa que el príncipe heredero está interesado en la segunda princesa de Edo?
—Una madre conoce a su hijo, ha estado a mi lado por cuatrocientos años y lleva doscientos haciendo su gusto, pero su interacción con las mujeres es nula, no lo tienta la belleza, ni la riqueza, incluso las habilidades banales, pero esa chica, ya fue humillada por InuYasha, en público, ¿Quién querría desposarla así?
El gurdia enmudeció de asombro. Sesshomaru llevó a la chica a su piso personal en el Edificio de la piedra lunar. Eso nunca había pasado, ni siquiera la emperatriz conocía el lugar.
—Este sirviente pondrá más vigilancia en el príncipe.
—¡No lo hagas! Si Sesshomaru se entera que uno que no es suyo le vigila no dudará en matarte. Sigue como siempre y no levantes sospechas—. Gruñó la youkai.
Una de las sirvientas a su lado le trajo té. Fue dada en dote cuando se casó con Touga, era su gente y de todo ese séquito sólo unos pocos quedaban después de más de un siglo de luchas en el palacio interior.
—Tú qué opinas, momo.
La sirvienta sonrió, era la confidente más leal de Irasue. Tenía un siglo a su lado.
—Mi señora es la madre de todos bajo el cielo, a esa princesa hay que recordarle algunas cosas invitádola al Palacio de la Luz de Luna.
—Shui momo tiene razón —, asintió la youkai—. Esa desvergonzada princesa regresará llorando a Edo.
Esa mañana después del desayuno Kagome recibió la invitación de la emperatriz para tomar el té de la tarde. Irasue no era una persona común.
Como Sango estaba en Edo decidió llevar con ella a Yuka y Bankotsu. Mientras viajaban en el carruaje pensaba nerviosa en esa mujer. Irasue era reconocida como una gran emperatriz, logró mantener su posición y además aseguró el lugar de su hijo como único príncipe heredero desde que nació. Y eso lo logró a pesar de no tener el amor del emperador. Aunque tenía el respaldo de su familia, frente a tres mil concubinas de procedencia noble eso no era nada.
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Emperador Taisho
FanfictionCuando el emperador Touga fallece en una conspiración, Sesshomaru, el Príncipe heredero sube al trono como nuevo emperador; pero ¿Dónde está la emperatriz? El plebeyo está consciente de que la princesa Kagome se casó con el Príncipe heredero por de...