🌕 5: Ritos fúnebres

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– ... ¿Tienes...alguno reciente?

– ¿Interesado, Conde? –rió.– Me llegó uno esta mañana.

El peliplata se acercó a un ataúd, tomó su tapa con ambas manos y lo abrió. Dentro había una joven recostada sobre muchas rosas silvestres blancas, era rubia y vestía de blanco, su piel estaba pálida y fría, y su cabello arreglado. El hombre tomó el cabello del lado de derecho y lo levantó, dejando ver dos pequeños agujeros en él, separados por aproximadamente unos 2 centímetros y medio, estaban rojizos aún y su alrededor estaba algo morado. Ciel abrió los ojos con sorpresa, aquello realmente parecía la mordida de un vampiro, pero...era imposible ello, ¿Verdad?

– ¿Qué...?

– Lord Rákóczi me dio instrucciones para estos cadáveres.

– ¿Cómo? –lo miró.

– Él indicó una lista de pasos a seguir: cubrir los agujeros en los cuellos, maquillarlo para que no quedasen rastros, y rodear el cuerpo de rosas silvestres –tomó una de las flores bajo el cuerpo de la joven.

– ¿Rosas silvestres? No he visto ningún campo de esas rosas en el pueblo.

– No había. El extraño sirviente de Lord Rákóczi fue enviado a plantar un jardín de ellas, en el patio trasero de esta funeraria. Todas blancas.

– ¿Qué más?

– Colocarle un diente de ajo en la boca –enseñó un diente de ajo.

– ¿Ajo?

– Sí. O un pequeño crucifijo de plata, también dentro de la boca. El sirviente le dio también indicaciones al párroco de la iglesia del pueblo, pero no sé cuáles son.

– Entiendo Así que...ajo, rosas silvestres, crucifijos de plata, y...rituales para el funeral –conteó pensativo.

– Conde, ¿Cree en los vampiros?

– ¿Ah? –lo miró.– Claro que no. Carmilla y similares son sólo historias de fantasia.

– Ya veo –rió.– Por si acaso... –extendió el diente de ajo y la rosa.– Yo le recomendaría tener un ajo cerca de su cuello, y esta rosa en su habitación. Al menos en lo que dure su estancia en ese extraño y lúgubre castillo. Puede que un día despierte con las mismas marcas que ella –miró a la difunta y rió.

– ...Tch –frunció el ceño.– No digas tonterías. Si no tienes más información, iré a hablar con el párroco –giró, caminando hacia la puerta.– Volveré si necesito preguntarte algo más.

– Adios. Cuide su cuello –rió.

Ciel chasqueó la lengua, mientras salía de la funeraria con su mayordomo.

[Iglesia]

Incluso la casa de Dios se veía oscura, como si un manto de maldad la cubriese, como si los demonios la rondaran.

Ciel y Sebastian entraron, hablaron con una mujer que trabajaba de ayudante y esperaron a que el párroco los atendiera. El hombre los recibió en pocos minutos, vestía blancas y pulcras túnicas sagradas y su cabello era blanco, además de llevar un par de lentes de marco negro; era un anciano ya.

– Usted ha de ser el Conde Phantomhive –sonrió.– Es un honor conocerlo, me dijeron que lo envía Su Majestad la Reina.

– Así es. Un gusto, Padre.

– Dígame, Conde Phantomhive, ¿Qué lo trae a hablar con este servidor? –preguntó amablemente, señalándose.

– Es sobre las extrañas muertes que han estado ocurriendo en el pueblo.

Nyctophilia 🌓 Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora