Capítulo 8

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/Narra Astrid/

Hipo no era muy fuerte, pero era más ágil y astuto que los demás, podría considerarlo un prodigio o un genio. No tenía músculos grandes pero su cara tierna y sus ojos verdes eran hipnotizantes a la vista.

Cómo lo había prometido, Hipo y yo siempre íbamos a la cala y lo que descubríamos con Tormenta, él me lo enseñaba y lo lo ayudaba para que pudiera blandir el hacha de su familia.

Todos lo días hacíamos lo mismo y poco a poco fuí avanzando gracias a los trucos. Tanto fue mi avance que me trataron como una estrella mientras que a Hipo lo trataban o veían mal ya que era quien causaba desastre. Para evitar ese asunto, siempre acompañaba a mi compañero a todas partes y él me acompañaba a mí. Íbamos tomados de las manos o a veces me aferraba a su brazo y en cuestión de tiempo dejaron de molestarlo.

Una tarde, me invité sola a su casa y él estaba muy sorprendido.

Hipo: *Nervioso* ¿Qué haces aquí?

Astrid: *Juguetona* Me invité sola, espero no te moleste.

Hipo: *Suspiro* Esta bien. Déjame arreglar unas cosas.

Hipo fue a la cocina y a escondidas me escabullí por toda la casa. Cuando encontré el cuarto de Hipo, decidí hacerle una broma desordenando sus cosas o llevándome algo de ahí sin que se diera cuenta. Buscaba algo con que hacerle la broma hasta que me encontré con unos planos en su escritorio. Traté de verlos mejor pero un pedazo de papel cayó de ahí. Era un dibujo mío. Al verlo, quedé sorprendida por lo bien que me dibujó y eso hizo que me sonrrojara y al mismo tiempo que me sienta peor por todo lo que pensaba de él. No se si fue eso, todas las veces que me salvó o la bondad en su corazón cuando perdonó a ese dragón, pero terminé enamorándome del chico que causaba desastre.

Cuando escuché sus pasos, puse todo en su lugar y fingí que no ví nada.

Hipo: ¿Astrid? ¿Qué haces en mi habitación?

Astrid: Nada, solo quería saber en donde estaba el baño y me perdí.

Hipo: Ven, te muestro.

Luego de eso, comimos una comida que él había hecho solo. Estaba sorprendida completamente. Era una comida deliciosa y única.

Astrid: Wow ¿Cómo es que cocinas tan bien?

Hipo: Años de practica y de cuidar mi casa estando solo. Se hacer de todo un poco además de hacer armas.

Astrid: Wow, si fueras mujer serías la esposa perfecta.

Hipo: *Enojado* Ja ja, que graciosa.

Astrid: Te digo en serio. Pero como eres hombre serías genial cuidando de niños mientras que una vikinga de verdad se encarga de cazar bestias y eso.

Hipo: No se si eso es mucho mejor.

Cuando salí de su casa, ya era de noche y me sentía satisfecha. Me acosté a dormir mientras sonreía. Siempre fue amable conmigo, siempre me cuidó y nunca me odio por lo que le hice, me perdonó inclusive. Sabía que había encontrado con quien casarme en el día de mañana.

Al día siguiente estábamos en la cala jugando con Tormenta como siempre hasta que...

Hipo: La herida ya se está cerrando completamente, dentro de muy poco será capaz de volar.

Astrid: *Sorprendida* ¿Eh?

Hipo. Si, recuerda que la única razón por la que no podía irse era porque estaba herida. Cuando sea capaz de volar, se irá y continuará con su propia vida. Por fin será capaz de irse de aquí sin que nadie más la lastime.

Astrid: *Triste* Ah, si... claro.

Me sentía triste ya que Tormenta y yo nos habíamos vuelto muy amigas. No creí que el tiempo pasaría tan rápido y tendríamos que separarnos.

CEATD (Otra Realidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora