Insistencia

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 Finalmente era viernes, y nuestra primer semana de represalias estaba por terminar. Aunque permanecíamos sin saber cuanto esta se extendería, se sentía glorioso estar terminando aunque sea sólo una etapa. No importaba desde que punto de vista lo tomara, esta era la menor de las sanciones que nos pudieron haber asignado, así que, lo plantee como lo plantee en mi cabeza, no lograba entender la razón por la cual esa pequeña Omega terminó ayudándonos.

   Ya era el quinto día en el que esa pequeña andaba revoloteando a nuestros alrededores con remarcada persistencia, y aunque reconozco que quizás sea algo paranoico de mi parte, estaba segura de que algo traía entre manos. Ningún Omega pone tantos esfuerzos si no quiere algo a cambio, y yo a eso lo sabía a la perfección, lo había aprendido con lujo de detalles en estos seis años de experiencia.

   Pero ¿Que quería ella? ¿Que beneficio podía sacar a costa nuestra? Esas preguntas inundaban mi cabeza mientras la observaba, ella estaba a una distancia prudencial de donde nos encontrábamos con mi amiga, y, pese a mi insistencia por permanecer alertas, las dos integrantes de mi manada le habían abierto de par en par las puertas de su corazón a una completa desconocida, incluso la menor me confesó haberle revelado gran parte de nuestra historia sin consultarme, a tan sólo una semana de formar su curiosa amistad.

   Literalmente habían pasado solo cuatro días desde que empezó a ser efectiva nuestra represalia y Umji no había dejado un solo detalle de todas nuestras vidas fuera del conocimiento de aquella molesta Omega, quien, sentada en un banco en la vereda, escuchaba detenidamente cada uno de los detalles que la menor le brindaba. Viéndola allí, justo frente a mi, no dejaba de pensar que, siendo viernes, podría estar haciendo miles de cosas mas importantes que observarnos limpiar la fachada de la escuela, pero no, ella se negaba a irse y dejar que las cosas fluyeran con la misma naturalidad con la que lo estaban haciendo hasta el momento, sencillamente dejarnos en paz. Entendía a la perfección la presencia de mi hermanita, estaba esperando a que su novia y yo saliéramos, pero esa Omega ¿quien la había llamado a asistir a este encuentro? no era ni remotamente cercano a sus incumbencias.

   Pero ahí estaba, riendo a la distancia de alguna extraña ocurrencia con mi hermanita, mientras Yuna se encargaba de ser ella la que me retaba por no estar poniendo toda mi atención en el desempeño del trabajo que el conserje ingeniosamente nos había asignado. No digo esto sea ingenioso por ninguna clase de fanatismo hacia fregar veredas, lo que vuelve a esta tarea interesante era el lugar estratégico en el que se encontraba, verdaderamente no había mejor sitio que la misma calle para que nadie pudiera provocarnos en este momento critico en el que se jugaba nuestra escolaridad sin que alguno de los adeptos a la directora lo notara, ese fue, seguramente, el razonamiento de nuestro amigo Alfa, y por eso debe haber elegido esa simple y repetitiva acción que había provocado que estos días trascurran sin grandes percances. Siendo un Alfa, cuatro días libres de problemáticas, se sentían como todo un logro.

   Mientras mi mente divagaba en los múltiples aspectos en los que aquella pequeña chica no me agradaba, el timbre de cambio de turno resonó culminando al mismo tiempo con la tarea y mis pensamientos. En un acto automático, mi cuerpo siguió a mi amiga por los corredores del edificio hasta el salón donde habíamos dejado nuestras pertenencias, para luego dejar ahí mismo los artículos de limpieza, y, finalmente, poder ser libres de salir de aquel lugar. Mi compañera se alegró cuando, al mismo tiempo que el sol volvía a bañar sus rojos cabellos, la sonrisa de su Omega se engrandeció al verla, pero, para mi desgracia, el hermoso angelito que tenía por hermana, esta vez venía acompañada.

  No pasó mas de un segundo hasta que mis dos amigas se sumergieran en su propia burbuja, perdiéndose cada una en el refulgente calor de sus miradas, para asi caer en su irremediable y tierna abstracción cotidiana, aunque esta vez me dejó con una incomoda situación pendiente. Ya ningún alumno salía o entraba del establecimiento, dejándonos solas a nosotras cuatro, divididas en dos remarcados grupos, representantes de la misma dulzura y el irremediable desencuentro.

Mi Otra Mitad-WonHa (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora