Demasiado perfecto...

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Esa mañana, contrario a mi usual semblante perezoso, había desactivado el despertador antes de que llegara a sonar. Por primera vez en más de un mes, las pesadillas no habían atormentado mi descanso. Llegué a dormir casi durante toda la noche sin despertarme exaltada, sintiendo que algo o alguien tironeaba de mi campera. Si bien no había dormido tanto como solía hacerlo antes de que la situación en mi hogar cambiara tan drasticamente, más de dos horas seguidas de sueño había sido todo un logro, y no podía dejar de festejarlo.

Luego de alistarme, mucho antes de lo necesario para llegar a tiempo a mi primera clase, miré hacia la cocina y una fugaz, aunque consistente idea atravesó mi mente. Era mi turno de llevar el almuerzo.

En esos últimos días, casi todos ellos, Sojung había estado insistido en que no me alimentaba como era debido, y no se equivocaba. No quería estar en casa en los horarios de las comidas cuando tenía que compartir la mesa con los miembros de mi manada, con mi madre eso involucraba una pelea directa cada vez, mientras los Betas con los que compartía sangre querían inocentemente hablar de lo que estaba sucediendo entre nosotras, las Omegas de la casa. De esa forma, la Alfa del fondo de mi salón se había fijado en esa dura cabeza que llevaba puesta, que no estaría satisfecha hasta no verme acabar mis raciones diarias por su cuenta, y así lo había estado haciendo.

No me quejaba.

La primera vez que lo hizo, creí que no se repetiría, aunque me alegré de equivocarme cuando llegó el segundo día... y el siguiente. En el momento exacto en que la última campana comenzara a resonar en todo el establecimiento, Sojung arrimaba uno de los bancos al mio, depositaba dos porciones provistas de todos los colores y sabores necesarios para convencerse de que no me faltaría ni un sólo nutriente y no dejaba el lugar hasta no ver los platos relucientes.

Pese a los constantes intentos de la bella Alfa, terminamos acordado no hablar de lo que me sucedía. Aunque nada acabaría con su nuevamente acertada sospecha. Pocas veces hablábamos, y muchas más tan sólo almorzamos en silencio, pero, aquel simple acto era suficiente como para que cada uno de los días valiera la pena.

Con mi cabeza recordando su peculiar e invasivo aroma, cubrí mi uniforme junto a su chaqueta con un delantal y puse mis manos a la obra. Ese día descubrí que cocinar era mucho más lindo, disfrutable y divetido cuando la comida tiene tan entrañable destino.

Estaba tan ensimismada en mi tarea que no fui capaz de notar cuando una sombra había cubierto mi cuerpo para observarme con detenimiento, y cuando finalmente habló para que me percate de su presencia, casi dejo caer la olla con el agua hirviendo del susto.

—Decides almorzar afuera hoy, sabiendo que es el día que mamá no volverá—Dijo mi hermana indignada. A pesar de haber estado al borde de quemarme todo el cuerpo debido a su accionar, agradecí que se tratara de ella. No habíamos hablado en mucho tiempo, y tal vez por eso se veía muy enojada–No eres buena para ocultarme cosas, y no me agrada que lo estes haciendo.

Los brazos de la Beta se encontraban cruzados sobre su pecho, y junto a su seño fruncido transmitían cada pequeña palabra que no estaba diciendo.

SinB estaba furiosa y eso se notaba a simple vista, pero yo la conocía lo suficientemente bien como para saber que en realidad, bajo todo su enojado semblante, había una inmensa preocupación que ella no admitiría. Por muchos años había sido de esta forma. Aunque ese día, en el lugar de su despanpanante y arreglada figura a la que me tenía acostumbrada, su aspecto desarreglado y su voz de recién despierta, me hacían acordar de la pequeña Eunbi. Esa tierna y asustadiza niña que acudía a su hermana mayor cada vez que teminaba atemorizada por una pesadillas o veía una sombra sospechosa en su habitación para que yo la tranquilice, justo antes de escabullirse en mi cama y dormir juntas en mutua protección. Era curiosa la manera en la que a veces la veía tan madura y me apoyaba en ella, olvidando sus debilidades, convencida en que ella era la joven indestructible que mostraba ser, de todos modos, no debía dejar de recordar que ella siempre sería esa dulce y pequeña niña buscando a su hermana, aunque había llegado a ocultarlo muy bien.

Mi Otra Mitad-WonHa (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora