El silencio de la biblioteca emana un sentimiento de paz que nunca será igualado por ningún otro sitio en el mundo. Esa era una de las razones por las que amaba visitarla con tanta frecuencia, aunque por alguna razón que no comprendo, son pocas las almas que aprecian esto del mismo modo que yo, lo que provoca que solo seamos tres aquí, contando a la bibliotecaria.
De todos los libros maravillosos que allí se encontraban, los de fantasía siempre fueron mi debilidad, y es por eso que solo pasaron unos pocos segundos hasta que pierdo mi nariz en uno de ellos. De esta forma es fácil teletransportarme a un mundo nuevo, totalmente inexplorado para mi, en él cual un grupo de hombres lobos sale de entre las páginas mientras vampiros y brujas revolotean a mi alrededor, en un instante todo se vuelve posible, haciéndome devorar cada palabra con una necesidad que raramente había experimentado antes. No puedo creer lo rápido que pasan los capítulos ante mis ojos cuando una mano se materializa ante ellos y toma repentinamente la mía. Ahogo un grito en el momento en el cual veo que fue una persona de carne y hueso la que me estaba tomando de la muñeca.
La causante de mi sobresalto se disculpa al notar lo que sus acciones me habían causado, y rápidamente se aleja sobre sus pasos.
-Lo siento-Noto como las palabras salen con dificultad de su boca, revelando una timidez que ya toda su presencia delataba.
Ella se queda parada ahí, observándome, lo cual es tan raro como incomodo. Sus manos se entrelazan frente a su cuerpo, haciéndola ver pequeña y vulnerable, y es justo por esta acción que pienso que es una Omega, al igual que yo. Pero sus mangas eran largas y me impedían notar el Control al rededor de su muñeca, aquel pequeño aparato fácil de ocultar que delata a los Omegas de igual modo que los Reguladores lo hacían con los Alfas.
Continúo mirándola mientras ella no dice nada, y reparo en que jamás la había notado antes. No puedo entender como nunca lo había hecho, la joven era lo que cualquiera denominaría una belleza andante, su piel perfecta y levemente bronceada, su cabello largo y lacio coronado por una suave diadema blanca aunque, definitivamente, lo mas hermoso de todo era la ternura que irradiaban sus ojos.
No tenía pruebas que garantizaran mi juicio, pero tampoco tenía dudas del razonamiento que me había llevado a el, la joven frente a mi pertenecía a la misma facción que yo, era una Omega.
Me perdí en ella al igual que ella se perdió en mi. Pero noté que fue por razones muy distintas cuando aquellas simples dos palabras salieron de sus labios.
-Ese libro-Señaló entre mis manos- lo reservé para mi la semana pasada- su voz era más suave que cualquier cosa que haya oído, pero ella pareció notar rudeza en su manera de expresarse, porque se apresuró a comenzar a reformular-no es que no puedas leerlo- negó con sus manos con insistencia mientras sus palabras se amontonaban aún más entre ellas por el nerviosismo con el que salían de los tímidos labios de la Omega- yo ya lo he leído, lo puedes leer, es un gran libro. Si un gran libro, mi favorito-volvió a abrir sus ojos sorprendida, quizás pensando que el aumento en mi risa se originaba por un error que ella había cometido, pero su aseveración no podía estar más alejada de la realidad.
-Jung Eunbi- Extendí mi mano para ofrecerle estrecharla con la suya- Pero puedes llamarme Eunha.
Ella se alejó torpemente, como si mi gesto la espantase aun más.
-No, no debes juntarte conmigo-negó aún con más insistencia- no debes hacerlo. Eso sería suicidio social. No debería haberte hablado, lo siento. En verdad lo siento.
Sus torpes movimientos hicieron que chocara con un librero, y este se tambaleó peligrosamente, haciendo oscilar a la gran cantidad de libros que allí se encontraban, la bibliotecaria, al ver lo sucedido la miro reprochándola, pero por suerte no pasó a mayores, aunque la suma de todo esto casi le da a la joven un susto de muerte.
Yo volví a reír, y ella lo volvió a malinterpretar. Aunque esta vez nada tenía que ver con algo que ella represente o haya causado.
-¿Que clase de sociabilidad podrías echar a perder?- dije señalando lo obvio, más sola no podía estar, por lo que insistí usando un tono más suave-Saber tu nombre no puede hacerme daño.
Mi mano continuaba en su posición, preparada mientras saludaba al aire.
Ella comenzó a acercarse a mi como si de un animal herido se tratara, tanteando el terreno con la precisión de un escuadrón antibombas. Hasta que finalmente se convenció de que yo no era un peligro y se preparó para presentarse, un acto que en ella parecía generar mucho esfuerzo.
-Disculpa- me detuve en mi impulso de reprender su innecesaria petición y aguardé a que sus labios rebelen su nombre- me llaman Umji-No pude evitar sonreír de oreja a oreja al recibir, finalmente, aquélla información- En realidad solo un par personas lo hacen, pero me gusta como suena.
Por un memorable momento en su rostro se reflejó mi sonrisa, mientras nuestras manos subían y bajaban cómodamente.
Pero la atmósfera feliz no tardó mucho en romperse cuando su gesto se transformó repentinamente en una mueca de dolor. Nuestro contacto terminó abruptamente cuando su mano soltó la mía, creí haber hecho algo mal al imponerle tan firmemente a obtener su nombre, pero inmediatamente me retracté cuando noté que fue para comenzar a sostener el lado izquierdo de su cuello, aquel accionar no se debía a nada que yo pudiera haber causado. Algo totalmente ajeno a mi la molestaba.
-¿Estas bien?- el asombro no permitió que esa sencilla frase abandone mis labios de corrido.
No obtuve palabras como respuesta, pero el desgarrador aullido que brotó de sus labios sepultó todas mis dudas, a la vez que espantó a los pocos presentes. La joven no se encontraba bien en lo absoluto, pero no había forma de encontrar un motivo aparente que justificara su accionar.
La llamé utilizando el apodo que recién había aprendido para hacerla entrar en razón, pero nada. Ella no emitió una sola palabra, solo pude centrar mis esfuerzos en verla.
De alguna forma ella se mantuvo en pie ante el dolor, mientras en su cara la determinación se mezclaba con las lagrimas.
Sin previo aviso comenzó a correr, no tuve mejor idea que seguir sus pasos, ella se veía tan rota, tan desconcertada, que empaticé con más prontitud con ella que con cualquier otra persona que había conocido antes. No pude evitar querer ayudarla.
Continúe llamándola mientras aumentaba cada vez mas el tono de mi voz, ya que la distancia entre nosotras crecía, pero mis gritos no parecían poder llegar hasta sus oídos, algo la estaba perturbando, y yo la quería proteger de lo que sea que la molestaba.
Los alumnos se corrían ante nuestro paso, algunos de ellos dirigiéndonos palabras que denotaban el enojo producido al ser empujados por nuestro desesperado andar. No importaba, lo que la joven buscaba parecía estar justo del otro lado del establecimiento, ella se veía dispuesta a atravesar cielo y tierra para llegar a... ¿Mi salón?
Detuve mis pasos al ver el final del recorrido, un apelotonamiento de estudiantes en torno a aquella aula de la que acababa de salir. No comprendía nada de lo que estaba pasando o la razón por la que me encontraba allí, pero había una única cosa que podía asegurar, aquella escena jamás se borraría de mis recuerdos mientras permanezca con vida, solo pude concentrarme en la desesperación con la que vi a Umji forcejeando para abrir aquélla puerta, y sin previo aviso, un desgarrador aullido heló la sangre de todos los presentes.
Hola de nuevo, sentí que los había dejado muy colgados en el capítulo anterior, y no quiero hacerlo con este, así que, intentaré publicar el próximo con la mayor prontitud posible.
Hasta leernos nuevamente,
-Alixta~
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Mi Otra Mitad-WonHa (Omegaverse)
Hayran KurguLuego de ya muchos años de angustia y sufrimiento, la unión de los Betas y Omegas lograron anteponerse a la tiranía de los alfas, pero, el precio para que esto sucediese fue mucho mas grande de lo que ellos pudieron comprender. La interpretación que...