Había llegado al castillo un poco antes de que saliera el sol y una vez ahí sus heridas habían sido tomadas con gran seriedad. A pesar de que había tenido que escuchar varios sermones por su descuido y por haber llevado a Tails en período de guerra al castillo, la noticia que más le había impactado fue su compromiso con la princesa del Reino de Bragas, Ginebra era su nombre, y lo harían para volverse más fuerte. Sonic había estado totalmente en contra de aquello, pero su padre no le dio opción... como si alguna vez se la diera.
Vio los carruajes llegar desde la ventana. Ese sería el día en donde conocería a su futura esposa.
–Esposa...– pronunció con un amargo sabor en su boca. Una mueca de disgusto se posó sobre su rostro. Él no quería casarse, menos con una desconocida. Es que acaso no sólo podían mandar tropas para ayudar al reino vecino ¿y ya?
–Príncipe, la Princesa Ginebra a arribado.
–Bien por ella– respondió el erizo azul con un dejo de molestia en su voz –¿Irás a recibirla, Espio?
–Príncipe, usted debe ir a recibirla– indicó el camaleón –Así lo a ordenado su padre.
–Pues si tanto desea que me case ¡¿Por qué no la recibe él?!– exclamó iracundo.
–Por Merlín...– murmuró con un pesado suspiro el camaleón, ya cansado de su berrinche infantil –Escucha Sonic, arréglate de una buena vez y déjate de tonterías. Quiero verte listo para recibir a la princesa en cinco minutos– ordenó con aquella mirada fija e intensa.
–¿Ya no es príncipe?– inquirió Sonic alzando una ceja esbozando una sonrisa burlona.
–Cuando decidas actuar como uno, entonces te trataré como tal– respondió Espio con molestia.
Espio únicamente le llamaba Sonic cuando realmente deseaba que hiciera caso a sus ordenes o cuando, como él le decía, actuaba como un niño. Sonic frunció el ceño molesto y cruzó los brazos sobre su pecho, sabiendo que no tenía más opción que hacer lo que se le ordenaba.
–Bien, como sea– contestó el erizo azul indiferente –Pero no esperes que sea amable.
–Sólo presentante, ¿quieres?– habló el camaleón por último dejando su recámara.
El erizo azul resopló molesto aún con su mirada fija en la ventana. Las puertas de los carruajes empezaron a abrirse dejando ver a los primeros lacayos de la princesa bajar de éstos. Se volteó molesto y tomó la capa roja que sus sirvientes le habían arreglado, la cual yacía sobre su cama. Sonic se arregló lo mejor que pudo, y sin más que hacer o con quién discutir bajó a recibir a su prometida.
Caminó de mala gana a la entrada principal y una vez los rayos de luz tocaron sus ojos verdes dejando ver con claridad a la princesa, quien yacía con una expresión fría y dura. No muy diferente a la suya.
–Mucho gusto en conocerla, Princesa Ginebra– saludo él con decoró –Soy el Príncipe Ar...
Se atragantó con sus palabras y rompió aquella máscara de frialdad dejando ver una clara expresión de desconcierto en su rostro. Olvidó su enojo o los sentimientos de frialdad que se habían apoderado él. Sonic la vio correr con un hermoso vestido del color del cielo decorado con brillantes broches dorados, deteniéndose a la par del caballero que escoltaba a la Princesa Ginebra. Ella pronunció algo que él no logró entender y luego lo vio, quedándose igual de asombrada que él. Era ella, era Amelia, la eriza rosa que pensó que había muerto ahogada en el río.
–¿Todo bien, Lady Nimue?– preguntó Ginebra al ver su expresión de sorpresa.
–¿Nimue?– repitió Sonic prontamente, confundido.

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Shadow of the Hearts
RomanceProclamado como un asesino, Lancelot buscará respuestas de una vida que ha olvidado por completo convirtiéndose en el caballero de la futura reina Ingletarra, teniendo como única aliada a quien le debe la vida, Nimue. Sin embargo, una relación prohi...