El agua estaba tan tranquila como siempre. Ella jugaba haciendo pequeñas ondas en la misma con sus manos, haciendo movimientos sutiles, viendo como éstas se dispersaban hasta llegar a la lejana orilla.
El agua estaba a una temperatura agradable, después de todo era verano.
Caminó lentamente por lago, cargando aquel pesado vestido con ella mientras los peces que nadaban a sus pies aceleraban su marcha con cada paso que ella daba. Subió la mirada al cielo con aquella sonrisa desinteresada en su rostro, todo era tan pacífico y tranquilo. Ella adoraba su hogar en el lago, adoraba la paz de aquel lugar rodeado por los altos y frondosos arboles que lo acogían en su seno. Escondida de cualquiera, en lo más profundo del bosque, lejos de la complicada vida de las villas y de cualquier problema.
–¿Nimue?– oyó como la llamaban. Su maestro la buscaba. –Nimue, ¿qué haces? Te dije que practicarás, no que salieras a dar un paseo matutino.
–Estoy cansada de practicar, aún no logro separar las aguas– se quejó la eriza rosa con el ceño fruncido y un mohín de descontento.
–Eso es porque no practicas lo suficiente– regañó. El mago se adentró a las aguas por igual, pero a diferencia de ella, éstas se separaban a cada paso que él daba.
–¡Es increíble Merlín!– exclamó la eriza con asombro. –¿Por qué tú lo haces ver tan fácil?
–Se trata de perseverancia– le sonrió el anciano según se acercaba. Nimue le frunció el ceño descontenta, haciéndolo sonreír. El gran hechicero se detuvo frente a ella viéndola con gentileza y aprecio. –Es un hermoso día, ¿no es cierto?– murmuró desviando su mirada de su alumna para fijarla a la distancia –Sin embargo, la paz y la calma no es para siempre mi querida niña, y es nuestro deber ayudar a mantenerla tanto como sea posible– indicó severamente a lo que ella pareció no entender a qué venía aquel comentario. –Nimue– llamó de nuevo con un suspiro de pesadez –Deberé de salir por varias semanas. Hay algo importante que debo de hacer. Regresaré tan pronto termine ¿de acuerdo?
–¡Espera!, No, déjame ir contigo– suplicó cual orden.
–No– se negó –Tú deberás de quedarte a practicar un poco más; además afuera hay...– calló cambiando a una expresión seria y distante –Hay muchos problemas.
–Pero y si...
–Todo estará bien mi niña– le interrumpió sonriendo con sosiego –Quédate aquí hasta mi regreso.
–Bien– aceptó resignada –¡Pero si no regresas en dos semanas iré por ti!
Merlín rió por lo bajo y asintió con la cabeza. Nimue lo vio con descontento, odiaba que la tratara como una niña, pero más aún, odiaba que tuviera que marcharse. Allá afuera las cosas eran muy diferentes a su pequeño y seguro lago, sin embargo, si Merlín necesitaba irse, era porque sólo él podía ayudar a preservar la paz de los reinos.
–Espero que logres separar las aguas una vez haya regresado.
–Te sorprenderé– le sonrió Nimue forzadamente –...Ten mucho cuidado, Merlín.
–Lo tendré.
Se despidió con una suave palmada en su cabeza y lo vio partir a los interiores del bosque. Nimue se quedó de pie, sin moverse, aún con aquella expresión de preocupación grabada en su rostro.
–Él estará bien... Yo sé que sí– se dijo apretando con fuerza sus puños.
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Se levantó a la mitad de la noche, sudando, nuevamente con la respiración acelerada. De nuevo el mismo sueño. Habían pasado cuatro días desde que su maestro se había marchado y las pesadillas se habían vuelto algo constante. Pelea, sangre, fuego y gritos; imágenes de caballeros muriendo, personas masacradas y villas que desaparecían a merced de las llamas y de los vándalos. Guerra. ¿A eso se refería Merlín con que las cosas no estaba bien?
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Shadow of the Hearts
RomanceProclamado como un asesino, Lancelot buscará respuestas de una vida que ha olvidado por completo convirtiéndose en el caballero de la futura reina Ingletarra, teniendo como única aliada a quien le debe la vida, Nimue. Sin embargo, una relación prohi...