Capítulo 15: Al Descubierto

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La observaba divertido con una expresión apacible en su rostro, mientras la mariposa revoloteaba a su alrededor. Los colores vivaces amarillentos y naranjas le recordaban a su antiguo hogar, en donde un sentimiento desbordante de paz lo inundaban, en tiempos mejores... antes de la guerra.

–¿Qué haces?– escuchó Silver decir a sus espaldas.

–Relajándome un poco antes de mi gran aparición– respondió Silver creando pequeñas burbujas mentales donde encerraba a la mariposa para jugar con ella.

–Bien, he logrado tener el permiso del guardián para salir y "reunir información para él"– indicó Rouge

–¿Y cómo está tu ala?– preguntó Silver viéndola de reojo.

Rouge sonrió estirando ambas alas y así alzar el vuelo. –Mucho mejor desde hace dos días– respondió –Aunque claro, debo de fingir para poder seguir en el castillo.

–Bien– asintió el erizo complacido –¿Y sabes qué tipo de información le darás al equidna?

–Eso creo– respondió pensativa –Pero aún no me has dicho, ¿exactamente cuál es tu relación con ese erizo que se hace llamar Shadow?

–Él destruyó mi vida– recordó Silver con resentimiento viendo a la mariposa atrapada en su burbuja, despedazándola en un arranque de ira –Y pienso devolverle el favor– sonrió divertido.

Rouge vio la mariposa caer en pedazos en sus pies para ver al erizo quien ahora pintaba un mohín macabro en su rostro. Ella había conocido a Silver hace casi un año para ese entonces y al igual que ella, robaba para sobrevivir en las duras calles. Silver siempre se caracterizó por ser un erizo despiadado y sin corazón, pero a diferencia de ella o de cualquier otro asesino que ella conociese, los ojos de él era diferentes, no se miraban los ojos de un mercenario, sino más bien parecían albergar una carga casi imposible de soportar.

En el tiempo que llevaban de conocerse jamás había podido descifrar de dónde había venido o por qué había decido tomar ese estilo de vida errante. A ella, las guerras civiles de varios años atrás le habían arrebatado a sus padres dejándola huérfana a muy temprana edad, y sin padres o familia, debía de robar para sobrevivir, y pronto matar para cobrar las altas recompensas. Un muerto valía más que cualquier joya, aunque en general intentaba limitarse a robar.

Silver, a diferencia de ella tenía una gran habilidad para matar de una manera fría y precisa. El destino los había juntado al intentar cobrar la recompensa del mismo blanco, y ella le había ofrecido una sociedad, una que no involucrara tener que matar todo el tiempo para sobrevivir, una idea con la que él había estado de acuerdo; parecía, que como ella, él no quería matar todo el tiempo o así fue en un principio. En un comienzo su mirada se perdía en el horizonte, siempre podía vérsele con una expresión seria y unos ojos llenos de tristeza siempre lo acompañaban, con el tiempo esa mirada empezó a desaparecer, y una llena de rencor y apatía tomó su lugar.

–Bien, supongo que no se puede hacer nada más– habló Rouge recostándose sobre el tejado, sintiendo el sol sobre su rostro –Espero que sea una buena recompensa para todo este trabajo. Estoy aburrida de este lugar.

–No puedes quejarte, tienes tres comidas, y vives en el lujo ¿no es lo que buscas?

–No si eso significa que debo de renunciar a mi libertad, y eso tú lo sabes Silver.

Silver la vio de reojo esbozando una sonrisa ante sus palabras, antes de hablar nuevamente: –Todo terminara muy pronto.

–¿Piensas matarlo?

–Eso sería muy misericordioso– endureció su mirada el erizo plateado –Resulta que nuestro amigo Shadow por fin ha encontrado algo que valora más que su vida misma– esbozó una sonrisa dirigiendo su mirada al jardín, en donde la Princesa Ginebra caminaba junto a su institutriz –Y pienso arrebatárselo...

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