Capítulo 17: La Búsqueda del Príncipe

601 70 20
                                    


Yacía con sus manos atadas fuertemente con un soga desgastada, sentada en el suelo como una vil pordiosera. Su cabello yacía despeinado, pues en un espejo roto en una esquina de la habitación le hacía ver su miserable apariencia, a lo cual Ginebra tendía a obviar. En su habitación se podía observar: un poco de paja acumulada bajo una manta de lana era lo que podía llamarse cama, una letrina a la cual no se atrevía a acercarse, una silla un tanto inestable cerca de la puerta que yacía cerrada y una lámpara de aceite iluminaban su miseria.

Suspiró pesadamente, para observar sus muñecas sonrojadas por su un vano intento de escapar. El erizo llamado Silver la había llevado a ese lugar flotando cual ave por los aires. Una cabaña de un pueblo cercano era su escondite, y ella la carnada para atraer a su guardián, quien no era un guardián, sino el príncipe de Tolosa. Ginebra enterró su rostro en sus rodillas sintiendo las lágrimas fugitivas correr libremente. Shadow, quien no era Shadow, quien era Lancelot.

–... ¿Lancelot, dónde estás ahora?– murmuró para sí.

–Bueno, podría decirse que somos dos con la misma incógnita– escuchó decir a la vez que la puerta de su prisión se abría.

Ginebra elevó su cabeza para ver al erizo plateado con sonrisa divertida y ojos vacíos, quien cerraba la puerta tras de sí. Él mismo erizo con poderes que tienen la capacidad de mover cosas con el poder de la mente a voluntad propia. Frunció el ceño molesta, ante la presencia de su captor.

–¿Por qué me tienes aquí?– preguntó Ginebra desafiante.

–Por Lancelot, por quién más.

–¿Qué tiene que ver él en todo esto?

–Bueno, verá su majestad– indicó para sentarse en aquella silla de aspecto inestable –Él está enamorado de usted, y yo deseo hacer sufrir a Lancelot, y sólo lo lograré a través suya.

–Pues he de informarte que él no sabe que estoy aquí, Lancelot está prisionero en...

–Lancelot huyó hace un par de horas del castillo– interrumpió Silver –Espero que no tarde en venir hacia acá, realmente anhelo verlo pronto.

–¿Cómo sabes que vendrá para acá?

–Somos la villa más cercana, aunque claro no espero que encuentre este lugar, deberé de guiarlo, y para eso...– hizo una pausa para hacer brillar sus ojos nuevamente haciendo que la diadema azul de su cabeza se desprendiera de la misma y flotará hacia él –Necesito hacerle saber que estás conmigo.

–Por favor... no le hagas daño– suplicó con lágrimas en sus ojos –Si oro es lo que deseas, yo puedo...

–¿Oro?– le cortó arqueando una ceja –Si quisiera oro el Príncipe Arturo sería mi objetivo, no tú– explicó poniéndose en pie –Ya te lo dije, lo que yo quiero es venganza.

–¿Venganza? ¿Qué te ha hecho Lancelot?– inquirió con molestia.

Silver esbozó una sonrisa maliciosa viéndola de reojo –Pronto lo descubrirás– dijo por último para salir de la habitación.

Sintió esa última frase como una amenaza dirigida a ella. ¿Qué podría haber hecho Lancelot para que él ansiara hacerlo sufrir tan fervientemente?

–Lancelot, por favor... no vengas.

0-0-0-0-0

Todo el castillo estaba en movimiento, mientras ella y el mejor amigo de Sonic yacían apartados viendo el caos que en un par de horas se había formado. Nimue cerró los ojos con pesadez, recordando al gran albatros, guardián de Ginebra, llegar con Sonic y ella para indicarles que la princesa había desaparecido, que la había buscando por todo el castillo y que no lograba encontrarla en ningún lado, y en su cama, una carta de Shadow yacía sobre la misma. Shadow fue acusado en ese momento de secuestro.

Shadow of the HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora