Capítulo 11: Merlín

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La lluvia cesó a finales de la tarde y en contra de la voluntad de su mejor amigo los guió para llegar a la aldea más cercana. Sonic tuvo que rogarle que lo guiase pues su pequeño amigo no quería involucrarse en lo que él estaba apunto de hacer. Sabía que sus padres no estarían de acuerdo con esa idea, pero realmente quería salir a divertirse y por un momento olvidarse de las responsabilidades de ser el futuro rey.

–La aldea queda en esa dirección– indicó el zorro señalando el lugar –Pero está a dos días de camino, sin embargo, hay un pequeño pueblo a unas cuantas horas de aquí. Aunque no hay mucho que hacer.

–Eso suena bien– asintió Sonic.

–Recuerda que nadie debe de descubrir tu identidad. O estaríamos en graves problemas.

–Tranquilo Tails, tengo todo controlado. Regresaremos antes de anochecer.

Tails observó con el entrecejo fruncido al erizo azul y con vistazo rápido vio a Nimue que parecía distraída con una pequeña ardilla que correteaba a sus pies. El zorro jaló a Sonic disimuladamente a un lado para poder hablar en privado con él.

–¿Sonic, qué demonios haces?– preguntó en susurro –¿Acaso te has vuelto loco? Estás a punto de casarte y huyes con la dama del lago. ¡Esto puedo hacer que la Princesa Ginebra cancele la boda!

–A mí me haría un favor– murmuró con un dejo de molestia en su voz.

–¡Sonic, estoy hablando en serio!

–Pues no sé que te hace creer que yo no– alzó los hombros en señal de desinterés –Mis padres me obligan a esto y yo no estoy consiguiendo ningún beneficio al respecto. Si quisiera su reino solo debería de atacar, como lo hizo el Rey de Tololosa. No necesito casarme con una princesita.

–Pero...

–Además, es sólo una salida con la gran Dama del Lago a petición de ella que desea ver el reino– guiño el ojo dándole entender que estaba mintiendo. –No podré meterme en problemas si esa es la razón ¿no es cierto?

–Eres un príncipe mentiroso– reprochó Tails cruzando los brazos y llevándolos al pecho.

–Confía en mí, Miles– palpó su cabeza divertido sin lograr quitarle aquella mirada de molestia. –Ahora ve al castillo y distrae a mis padres y a cualquiera que pregunte por nosotros.

–Bien, pero no lograré darte más de un par de horas. No tardes.

Con eso último, Tails se despidió con un ademán al aire de Sonic y con una cordial reverencia de la dama del lago tomó su ruta de regresó al castillo. Amy se acercó a Sonic al ver que por fin dejaba de hablar con Tails. De nuevo vestía aquel simple vestido blanco con toques rosas, con una capa marrón encima. Amy tenía la habilidad de cambiar sus ropas con magia, al igual que las de él. Con una capa marrón también, Sonic colocó la capucha de ésta sobre su cabeza y tomó de su mano sin reparo haciéndola sonrojar por la acción inesperada.

–¡Andando Amy!

Ella sonrió dulcemente y corrió detrás de él, pues parecía que quería mostrarle algo. Vio detenidamente la mano que la sostenía con fuerza y no pudo más que perderse en eso. Recordando nuevamente la primera vez que se juntaron, la primera vez que vio aquella galante sonrisa. Su corazón se aceleró rápidamente y una extraña sensación invadió la boca de su estómago. Sus mejillas se sentían calientes y el aliento parecía faltarle.

–¡Aquí es, mira!– gritó emocionado el erizo azul viendo un hermoso campo de flores diversas frente a él. Sonic volteó a ver a la eriza quien tenía sus mejillas en tono rojizo y la mirada perdida en lo que le pareció en el suelo –¿Te sientes bien?

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