Un nuevo compañero.

Capítulo 2.

Gruñó cuando sintió algo chocar contra su pierna, o más bien alguien, bajando su mirada y se encontró con la pequeña persona que se abrazaba a él con todas sus fuerzas y, una sonrisa feliz que parecían hacer resaltar aquellos ojos azules que podían hipnotizar a cualquier persona, escuchando la suave melodía de su risa y le vio extender sus manos pidiendo ser tomado en brazos.

—¡Taemin!

Fue inevitable que volviera a gruñir en dirección a la joven que corría para tomar al pequeño cachorro que lo veía todavía con esperanzas de que lo tomara en brazos, pero intentó controlarse a sí mismo y a ese repentino enojo porque sabía que el niño sería alejado de él, que era algo que él no entendía o se negaba a hacerlo, relacionándolo cada vez con todo aquello que él pudo tener pero le fue arrebatado hace poco más de un año.

—Min Ho, lo siento, a veces Taemin... —la joven lo tomó en brazos.

—Debes ser más cuidadosa con tu hermano, Amber, si un niño se te escapa no creo que seas una verdadera centinela.

Amber gruñó molesta por lo que le acababa de ser dicho, porque se dudaba de que pudiera tener un lugar como alfa en esa manada, y no sería la primera mujer alfa que cumpliría como centinela, pero tal vez sí la única de su generación, y en un principio Min Ho se había opuesto a que él cumpliera con ese rol, sin embargo ella no se rindió, importándole poco si Choi le hubiera colocado más trabajo que a los alfas hombres.

Min Ho en un principio estuvo hundido en depresión luego de la pérdida de su pareja, y muchos temían por la salud del alfa, porque sabían que en ocasiones algunos lobos morían de tristeza por la pérdida de su pareja, sin embargo, el menor de los Choi no lo hizo, y desahogó todo su dolor con duros entrenamientos no sólo para él, sino para los centinelas de la manada.

Si Min Ho fuera el alfa a seguir en la línea de líder cuando su padre dejara su lugar, muchos se habrían preocupado por el futuro de la manada, pero antes de él estaba Jong Hyun, quien era mayor por cinco años y estaba bordeando los cuarenta y dos años y sería el próximo líder, mientras que en las manos de Min Ho estaba el entrenamiento de los centinelas para seguridad de la manada, que fue un pedido que él le hizo a su padre.

Min Ho no había querido a Amber como centinela pero era un derecho que no le podía negar, sin embargo, estuvo intentando que fuera ella quien se diera cuenta que su lugar no era ahí, e intentaba recordárselo en todo momento, incluso en los menos adecuados.

—Mi...

Las manos de Taemin se extendieron hacia Min Ho pidiéndole que lo tomara en brazos, sin importarle si estaba en los de Amber, y era algo que a los Lee no los tomaba por sorpresa, porque no importaba en dónde estuviera el niño, si el menor de los Choi estaba cerca él correría en su dirección pidiendo su atención, sin intimidarlo si sólo recibía gruñidos.

Min Ho apartó la mirada de Taemin, negándose a caer en el pedido del niño y su propio deseo por tomarlo en brazos, de llenarse de esa tranquilidad que parecía brindarle el tenerlo cerca, a pesar de sentir su corazón acelerarse y a su lobo deseando protegerlo siempre, que era algo que a él le gustaba relacionar con que el pequeño tendría la misma edad que su hijo si hubiera nacido.

No dijo más cuando se giró para irse, escuchando a Taemin llorar porque se hubiera ido y a su lobo gruñendo enojado por saber que era el culpable del llanto que no era nada silencioso, pero no volvió su mirada hacia atrás, queriendo ignorar el deseo de proteger a Taemin, porque éste estaba bien al cuidado de Amber, una gran alfa, aunque él no quisiera reconocerlo.

Si Min Ho se hubiera girado para ver a Taemin, habría notado la tristeza en los ojos del cachorro al ser ignorado, porque no importaba las veces que Choi se rehusaba a darle su atención al niño, éste siempre parecía desear estar cerca de él, que era algo que nadie terminaba de comprender, ya que sólo podían ver el apego del pequeño hacia alguien que no le prestaba atención, tal vez porque él era más sensible a cómo se sentía Min Ho.