Prólogo

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Louis llevaba toda su vida esperando el momento de cumplir la mayoría de edad.

En Senequer, la tradición dictaba que el hijo varón heredero al trono, al cumplir la mayoría de edad, celebraría una fiesta a nivel nacional. Durante dos días en Senquer se abrirían las puertas del castillo real. Habrían banquetes para todos los habitantes, manjares exquisitos nunca vistos y una cantidad de regalos inimaginables para al futuro rey de parte del pueblo.

Pero lo que Louis más deseaba de cumplir la mayoría de edad era poder salir al fin del castillo. Su padre, el rey, le había prometido que al cumplir los dieciocho se le permitiría pasear por las calles de Senequer. Después de varios años pidiéndoselo, se había cansado de rogarle que le dejase salir, ya que desde la muerte de su madre, al ser asesinada por una de las tribus de las afueras, el rey se había negado a que saliese del castillo por su seguridad. A pesar de que Louis le repitiese una y otra vez que ahora había más protección.

Hacía más de dos años que no había habido un ataque, pero su padre seguía negándose.

Louis se estaba vistiendo con su mejor traje, que sus doncellas llevaban meses cosiendo. Las telas habían sido transportadas desde las tierras más lejanas y su precio podía estar valorado en más de mil escudos. El príncipe sonreía cada vez que miraba su reflejo en un espejo, ese traje le quedaba como un guante y resaltaba todas sus curvas.

Se estaba terminando de atar el último cordón de la vestimenta cuando oyó un suave golpe en la puerta. Sin aún girarse percibió el olor de su hermana y le faltó cuarto para llegar a abrir la puerta, trató de correr el pestillo torpemente y cuando lo consiguió saltó a sus brazos.

-¡Lottie! Pensaba que no llegarías a tiempo. -exclamó, aún sin soltarla. Su hermana, omega al igual que él, había abandonado el reino meses atrás para conocer a su futuro marido, el príncipe de Immor uno de los reinos del norte, con el que se casaría al cumplir los dieciocho.

-¿Pensabas que abandonaría a mi hermanito mayor en su cumpleaños? ¿Pero en qué clase de monstruo te has convertido mientras yo no he estado aquí? Me ofendes, Louis Tomlinson. -dijo Lottie dándole una mirada divertida mientras le acariciaba el suave pelo castaño.

-Me tienes que contar todo sobre Immor. ¿El príncipe Frederick es realmente tan bueno como lo describiste en la carta? ¿Usan todos falda? ¿El hielo es tan frío como dicen? ¿Comen con las manos? Dice el señor Markus que ellos... -preguntó Louis atropelladamente mientras la arrastraba hacia la cama.

-Para el carro, hermanito -interrumpió la omega carcajeándose. -Me he perdido a partir de la segunda pregunta. Además, papá me ha enviado a meterte prisa, como no llegues al salón en menos de quince minutos él va a cortar mi cabeza.

-Pero yo realmente quiero saber. -susurró el omega mientras cogido del brazo de su hermana avanzaban hacia la puerta.

-Te lo puedo contar todo durante el banquete cuando comiencen a hablar de política y todo se vuelva desesperante -Lottie rodó los ojos avanzando por el pasillo seguido de varios guardias. -Tengo entendido que papá ha mandado llamar a varios alfas poderosos que te quieren conocer. -dijo despacio la omega temiendo la reacción de Louis.

-¿Qué...? -murmuró él omega deteniéndose y palideciendo por momentos. -P-Pero si es mi aniversario y él... Él sabe que y-yo no quiero emparejarme con un alfa aún. -tartamudeó apresuradamente.

-Como si no conocieras a padre, desde que presentaste tu primer celo está deseando que te emparejes con un alfa para asegurarte el trono. -parloteó gesticulando Lottie.

Senequer era uno de los pocos reinos en los que hacía años que se había aprobado una ley que permitía a los omega gobernar, pero para la aprobación del pueblo era preferiblemente que lo hicieran al lado de un alfa.

Khrretz [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora