XVII

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Esperaba no arrepentirse de su decisión. Si el plan iba según lo previsto, antes de haber anochecido, su ejército ya habría entrado en el castillo, terminando así con su odioso primo. No tenía nada que temer. De todas formas, prefería morir a qué Andrew le mordiera

Éste, había decidido ponerle como perro faldero a uno de sus guardias. Era su soldado más fiel, su mano derecha. Todo según lo previsto. Como le había dicho Badkar, ese hombre apoyaba su reinado, no el de su primo. Sin embargo, parecía fingir muy bien que opinaba todo lo contrario, ya que lo llevaba agarrado del brazo mientras iban de camino al calabozo y lo zarandeaba como si fuera un muñeco de tela.

Cuando vivía en Senequer, Louis muy pocas veces había bajado a los calabozos. Era un lugar al cual tenía prohibido entrar. Durante el reinado de su padre, las personas que estaban en el calabozo no eran muchas. Sobre todo habían ladrones, y como mucho algún violador. Senequer siempre se había caracterizado por ser uno de los reinos más seguros. Pero ahora todas las celdas parecían estar ocupadas. Ojalá pudiera saber que delito habían cometido para que Andrew decidiera encadenarlos.

Conforme pasaba por las celdas veía rostros de personas que conocía. A algunas las solía ver por el castillo, eran amigos de su padre o sirvientes leales. Sus tripas se revolvían de ver a esos pobres e inocentes hombres pudrirse en ese lugar como ratas. Quería ver al alfa. Pero tenía miedo de que le hubieran hecho daño, de que no hubiera sido lo suficientemente fuerte.

Al final, llegaron a una de las celdas más alejadas y el guardia se detuvo. Esa parte estaba muy mal alumbrada, las celdas se encontraban en penumbra. Había tan poca luz que parecía estar vacía, el interior estaba todo negro. Además, era muy pequeña, más que todas las demás, a penas contaba con diez barrotes. Era una de las celdas para presos de alta seguridad.

El hombre que le había acompañado hasta los calabozos se apartó cuanta apenas sin dejar de controlarle, pero dejándole su espacio. Antes de eso el guardia había golpeado fuertemente los barrotes con la armadura haciendo que sonara un ruido estrepitoso. El corazón de Louis iba tan rápido que parecía que se iba a salir de su pecho. ¿Ahí dentro estaba Harry?

—¿Harry? —llamó Louis rompiéndosele la voz. Louis no escuchó respuesta, sin embargo algo llamó su atención. Había un bulto negro en la esquina más alejada de la celda. Louis podía olerlo, con dificultades, pero podía. —¡Harry, soy yo!—exclamó tirándose al suelo mientras metía sus delgados brazos por los barrotes tratando de alcanzar al alfa inútilmente. —¡Tú conejito! —siguió sin obtener ninguna respuesta. ¿Qué tan dañado estaba para no querer luchar por su pequeño conejito? Louis rompió a llorar. Era un llanto desgarrador, de aquellos que no podían pasar desapercibidos. —P-por...Por favor alfa... N-necesito que luches para poder volver a estar juntos, para salir de aquí . —su voz sonaba completamente rota. Lo último que podía imaginarse era que Harry hubiera decidido rendirse. Y eso había ocurrido...

Louis se mantuvo llorando por un par de minutos más. Esperando a que el alfa se acercara a él. Pero no se movió ni un centímetro desde que había llegado. Estaba comenzando a levantarse, a punto de abandonar. No lo soportaba más lo estaba destrozando por dentro. Pero cuando pensaba que estaba todo perdido, escuchó como el alfa trataba de moverse, lo que le llevó a abalanzarse sobre los barrotes.

Mientras Harry se arrastraba hacia estos, lo único que podía hacer el omega era intentar formular frases entendibles mientras lloraba de forma lastimosa.

Krolik. —susurró Harry. Louis a penas lo escuchó.

—Dios mío, Harry. ¿Pero qué te han hecho? —murmuró dolorosamente nada más tenerlo delante. Dirigió su mano temblorosa hacia su mandíbula y comenzó a analizarlo. Su pelo largo y rizado había desaparecido. Solamente le quedaban un par de rizos en la parte superior de la cabeza. Su labio estaba partido, uno de sus ojos estaba completamente inyectado en sangre y su cara estaba huesuda. Parecía una persona completamente distinta, parecía un cadáver. Harry no habló, era como si le hubieran cortado la lengua. Y Louis, no paraba de llorar. —Voy a sacarte de aquí. Te lo prometo, alfa. V-voy a matar a quien sea. Me da igual. Pero...—un hipido le interrumpió. —voy a necesitar que luches por mí, Harry... Q-que luches por... p-por... el bebé. —tartamudeó entre sollozos e hipidos, desconsolado se acarició levemente la tripa. Harry pareció renacer al escuchar la última palabra que había pronunciado Louis, desviando sus lastimados ojos esmeralda hacia donde había posado su mano.

Khrretz [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora