Capítulo 32

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"Deseos"

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El viernes por la mañana aún me sentía jodido, pero mi licencia de incapacidad en la empresa no esperaría un solo día más para expirar, así que, con todo el penar de mi corazón, me levanté de la cama sin permitirme a mí mismo quejarme por ello.

Para mi desgracia, ni siquiera desperté al lado de Donghae, pues alrededor de la media noche lo había convencido de irse a su departamento. Sabía que de lo contrario me prohibiría rotundamente cumplir con mis obligaciones. Digo, no es que estuviera muy entusiasmado al respecto de ello, pero al mismo tiempo me sentía un inútil encerrado en casa.

Tampoco podía desobedecer a Donghae, al final de cuentas era mi jefe, por eso preferí engañarlo. Para el momento que yo tomara el tren, él apenas estaría despertando de su sueño.

Motivado así, preferí darme prisa. No quería que el teatrito se me cayera y encontrármelo afuera del edificio o algo similar.

Comencé mi rutina de aseo personal. Por las mañanas siempre me sentía más lento. Podía quedarme haciendo cualquier tontería y al mirar el reloj seguramente veinte minutos se me habrían ido volando. Como ahora, por ejemplo.

Después de quedarme más de lo estimado observando la información nutricional de mi empaque de leche de almendras, me puse los zapatos, le di de desayunar a Choco y salí casi corriendo.

Al doblar la esquina pude observar por el rabillo del ojo el inconfundible porsche verde que le pertenecía a Donghae dirigirse hacia el lado contrario, seguramente para tomar la calle central.

Caminé con rapidez hacia la estación de tren, aunque seguía teniendo un poco de ventaja, pues esa calle solía atascarse de un tráfico horrible.

Sinceramente creía que a Donghae le iría mejor si dejara su auto, por lo menos, una vez a la semana. Así contaminaría menos y llegaría temprano, pero sabía que esto último no era importante para él. A diferencia mía, Hae no tenía un horario. Otra razón para callar mis divagaciones y seguir caminando.

Cuando llegué a la estación no pude evitar recodar a Yara con su maquillaje corrido, muerta de tristeza y frío, diciendo que amaba mucho a su hermano.

Debía admitir que al principio no le creí mucho, pero me quedé un poco más tranquilo con la llamada que le hizo a Donghae, por eso esperaba que no se entrometiera más entre nosotros.

Aun así me mantendría alerta.

Después de media hora llegué a la empresa. Entré por la puerta de empleados con mi corazón golpeteando fuerte en mi pecho a causa de haber corrido demasiado.

Apenas alcancé a firmar a tiempo mi nota de asistencia.

Caminé por el pasillo con rumbo a la sala donde nos reuníamos todos los trabajadores de mi área, cuando, de pronto, me sobresalté porque Sehun salió de algún lado y me abrazó por los hombros.

Desde que lo conocía me sentía constantemente atacado por su altura. Hasta cierto punto resultaba intimidante.

—Ey, Hyuk. Buenos días —me saludó alegremente. No pude dejar de notar que le echaba una mirada rápida a mi cuerpo, como un doctor examinando de vista a un paciente—. Veo que estás bien ¿Qué rayos te pasó el otro día? Me tenías preocupado.

El pobre tenía razón. El jueves, después del incidente donde conocí a Choco y luego de arreglar lo de la incapacidad por teléfono, le llamé a Sehun para pedirle mentir a Linn.

Jodí tanto que terminó aceptando sin remedios, pero ni siquiera le di una explicación al respecto.

—Unos pandilleros creyeron que era buena idea usarme como saco de box —le respondí sin dar muchos detalles.

Aquello que pudimos ser (Eunhae fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora