Becario parte 3

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Dejando su peso sobre la maleta y luchando para cerrarla de una vez por todas, Renjun deja caer su cuerpo contra la tapa y como puede, jala los cierres. Después de minutos de lucha bien recompensada cuando escucho el deslice del cierre, afloja la fuerza y suspira, soplándose el flequillo húmedo de la frente.

La parte más difícil de todo, no fue, por mucho, elaborar su maleta.

Después de discutir durante horas y serena paz los términos de su relación así como los límites y, entendiendo Jaemin (le costaba llamarlo así, de manera informal) la responsabilidad que significa la virginidad de Renjun y su nula experiencia, todo fluyó de forma mucho mas cómoda a como lo esperaba. No tuvo que presentar su renuncia y Na le juró, tendría un puesto estable en la compañía en el momento en el que quisiera entrar en el área de diseño y sin importar su situación personal como pareja. Llamó a su madre y le contó, a retazos, que salía con alguien y se había formalizado pero que la mantendría al tanto de vez en vez. Haciendo su primer labor de investigación, paso horas en Internet investigando de fuentes confiables, más sobre el estilo de vida que planeaba adoptar y descubrió que Jaemin manejaba un rol 24/7, mientras que otros podrían ser solamente por encuentro, omitiendo todo lo sexual, enfocado a, etcétera. Definitivamente aprendió demasiado, anotó también algunas cosas y se grabó dos o tres trucos. La sensación de plenitud con la que durmió esa noche es incomparable, después de haber sido un buen niño, investigar y aprender mucho para hacer al señor Na sentirse orgulloso.

Como pequeño placer culposo, Renjun sonríe pensando en todas las posibilidades, en todo lo que puede aprender y vivir a lado de ese hombre y todo lo que definitivamente, quiere experimentar a su lado. Descubrir los aspectos más positivos de sí mismo y sentirse plenamente amado es sin duda, su parte favorita.

Los estantes y cajones están vacios, en el perchero solo hay dos ganchos vacios y algunas bolas de pelusa donde estuvieron los zapatos antes. Los muebles en la sala están cubiertos de sabanas y plástico, los anaqueles de la cocina vacios y la vajilla en cajas, su cama hecha, limpia y su corazón desbocado cuando el timbre suena y sabe, que han llegado a recogerlo.

Se pasa las manos por el cabello aun húmedo, ya limpio después semejante empaque donde quedo cubierto de polvo y se sacude los pantalones de mezclilla con las palmas. El suéter color rosa con una frase en francés le cubre del frio del atardecer y respira bien hondo, dispuesto a comenzar con el pie derecho.

"No estás obligado a nada, por eso puedes probar durante una semana y si no te gusta, regresarás al trabajo sin problema alguno".

Pero ¿Qué podría no gustarle? El señor Na siempre fue y ha sido amable, considerado e incluso en todas sus exigencias cuando lo retuvo horas y respondió absolutamente todas sus dudas, por muy patéticas que sonaran. La idea de que algo podría serle desagradable o incómodo simplemente no figura, mientras arrastra sus maletas hasta el ascensor.

Cuatro pisos más abajo, una camioneta totalmente negra aparcada en la acera de frente al castaño, quien tirando de dos maletas con ruedas y una mochila a la espalda, le sonríe al señor Na, vestido de un conjunto deportivo casual, sin perder la clase ni la elegancia. Jaemin se apresura a ayudarlo, cargando en ambas manos como si se trataran de plumas, sus maletas en la cajuela.

–Buenas tardes. –le saluda, cerrando la cajuela. –¿está todo listo?

–Sip. –Renjun le sonríe, sus ojos cerrados cuando se levanta de puntitas y le da un besito al mayor en la mejilla, pintando sus mejillas de un rosa adorable. Se ríe bajito, cubriendo su boca con ambas manos. –Buenas tardes.

Jaemin lo observa caminar a la puerta del copiloto, con la mano sosteniendo su mejilla ardiendo y una dulce media sonrisa. Le abre la puerta, le ajusta el cinturón recibiendo un "gracias" canturreado y emprenden camino hacia la casa del empresario.

Daddy's Little Boy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora