Daddy's Little Boy

Castigo

-¡No!

-Renjun.

El menor se cruza de brazos, un puchero en los labios y el ceño contraído en una mueca de berrinche que podría conmover a cualquiera, viéndolo ahí sentado en la alfombra de su cuarto usando nada más que una pijama completa con el cierre en el pecho.

A cualquiera, menos a Jaemin que ya sabía perfectamente que esa, era la peor rabieta que su pequeño había hecho en años juntos. Y no estaba para nada contento con ella.

Renjun solía ser siempre muy lindo, obediente y responsable. No respondía de mala gana y le gustaba llenar su tablero de estrellas brillantes y caritas sonrientes, sabiendo que de portarse mal, no obtendría recompensas, golosinas o palabras de aliento. Pero por alguna razón, esa semana estuvo especialmente quisquilloso con la comida, apenas picoteando lo que su nana hacia con tanto amor para él. No recogió su habitación y había juguetes regados en todo el piso, no se había duchado todos los días y en el tiempo que le correspondía, pues al principio no quería entrar a la bañera y después, no quería salir.

Pero todo esto no lo supo Jaemin en persona, sino por los avisos de JooHyun que, aunque quería encubrirlo, dejaba mensajes avisando solamente "Rennie no ha comido bien hoy, está en la ducha y no quiere salir" pero su Nana lo amaba, no podía decir todo lo que Renjun había hecho, incluyendo gritarle de mala gana a ella en la, mañana del Viernes cuando no salió de la cama en todo el día.

Y ahora lo tiene ahí enfrente, pataleando y cruzado de brazos en el suelo, sin decirle nada más que vete, no quiero y déjame. Ni siquiera había dejado la mochila cruzada en su pecho en el suelo, pues apenas abrió la puerta de regreso de un extenuante viaje de doce horas de punta a punta del mundo, Renjun había corrido a encerrarse en su habitación desde la sala, teniendo que impedirlo Jaemin con un pie en la puerta.

-Voy a contar hasta tres y vas a levantarte si no quieres un castigo, Renjun. –mantiene la voz firme, mirando fijamente al pelirosa en el suelo que lo reta en silencio. –Uno.

Renjun niega con la cabeza fuertemente.

-Dos. –y Jaemin deja la mochila en el piso.

Renjun alza la mirada, ojitos acuosos llenos de rabia cuando abre la boca y grita antes de llorar:-¡No quiero!

-Tres.

Era todo, no pensaba tolerar una rabieta tan grande cuando toda la semana de su ausencia se portó de tan mala manera en casa, llegando incluso a pagar el teléfono celular para no responderle los mensajes. Jaemin se inclina a la altura del chico que lo patea sin éxito y lo sujeta de los costados, poniéndole de pie para tirar de él sin demasiada fuerza al pasillo. En el camino, Renjun lo manotea y llora en berrinche puro, mezclado con balbuceos que no termina de soltar y muchos hipidos. Una vez en el pasillo, Jaemin lo toma de los hombros, mirándole de frente.

-Nunca, escúchame bien Renjun, -le toma las mejillas, solo sosteniéndolo para que no voltee el rostro. –nunca, te había castigado. Pero has llegado a un límite y no puedes seguir con esa actitud ¿entendido? –el menor le saca la lengua. –Es todo, si no quieres hablarlo entonces así será. –y lo coloca en la esquina de la pared, mirando a ella. –No quieres hablar, no hables. Te quedaras aquí en silencio hasta que decidas ser un niño grande y afrontar lo que hiciste, Renjun.

Y se fue, dejando al pelirosa llorando contra la pared.

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La jaqueca era insoportable y los papeleos pendientes no ayudaban en absolutamente nada. Sumado a la discusión con Renjun, estaba a punto de explotarle la cabeza. No estaba orgulloso de su actuar, pero si Renjun lo evitaba para hablar su comportamiento entonces aprendería a reflexionar sus acciones de alguna forma.